Hombre atacó a su expareja con un cúter y escapó

Una madre de familia fue atacada por su expareja y necesitó más de 100 puntos de sutura para sobrevivir. El agresor escapó de la justicia y la víctima teme por su vida

Foto y video: América Noticias

Clara Alejandra Luzardo Mayora es una joven madre venezolana que fue atacada salvajemente con un cúter por su expareja Julio César González Albornoz. La víctima sufrió cortes en diversas partes del cuerpo y necesitó más de 100 puntos de sutura para sobrevivir, pero su atacante logró escapar. 

Luzardo, de 24 años, sobrevivió de milagro a la salvaje agresión cometida por su expareja, un hombre que se negó a aceptar que la relación había llegado a su fin. Tras el sanguinario ataque, Julio César González Albornoz, de 42 años, escapó con paradero desconocido y abandonó a Clara desangrándose y al borde de la muerte.

Fueron más de 100 puntos los que Clara necesitó para poder suturar las impactantes heridas ocasionadas el pasado 13 de agosto. Ahora ella vive con el miedo que este depravado vuelva para terminar su crimen.

A pesar que la joven madre llegó llena de cortes en el cuerpo al hospital, sorprendentemente ninguna autoridad inició la búsqueda inmediata del agresor. Ni siquiera luego que la madre de Clara acudiera, al día siguiente, a denunciar el hecho a la comisaría de Barboncitos.

Debido al negligente accionar de la policía nacional, el atacante continúa impune en las calles y se encuentra inubicable. Clara tiene un hijo menor de 4 años a quien actualmente no puede cuidar y con quién ya no puede salir a jugar y bailar como lo hacían antes.

La justicia le ha instalado el botón de pánico en su celular 16 días después del ataque, pero guardan una gran deuda con ella puesto que, hasta el momento, Julio César aún no cuenta con una orden de captura.

Antes de haber terminado con estas heridas en el rostro y el cuerpo, Clara Luzardo era una joven risueña con metas y sueños por alcanzar. Su madre llegó al Perú hace 6 años y sus hermanos hace 3, así que ella decidió que era hora de reencontrarse con sus seres amados.

Con tan solo 23 años, llegó hace un año al Perú con su pareja y su hijo, debido a la difícil situación que atraviesa Venezuela. Sin embargo, al poco tiempo se separó del padre de su hijo. Luego de entablar una amistad cercana, por la complicidad de tener el mismo país de origen, ellos deciden iniciar una relación. Sin embargo, esta apenas dura un par de meses debido a que Clara empieza a notar comportamientos extraños en Julio César.

Posteriormente, Clara le anunció a Julio César que prefería terminar con la relación; sin embargo, el repartidor de delivery le dio una respuesta que empezó a sembrar el terror en la joven madre. El monstruo había dado su primer aviso. Julio César trató de resolver el impasse regalándole a Clara un carrito freidor para que emprendiera un negocio. Luego de unos días de silencio, Julio César empezó a abordar a Clara cada vez que se la cruzaba en la calle, puesto que ella lo había bloqueado en su celular.

La joven madre de un pequeño de 4 años intentó continuar con su vida. Inició cursos de estética para trabajar uñas, cejas y pestañas. Trabajó en galerías de accesorios para celulares, en tiendas de repuestos vehiculares y hasta salió a vender café a la calle.

Durante la mañana del fatídico martes 13 de agosto, Clara se encontraba regresando a su vivienda en San Martín de Porres, luego de trabajar vendiendo desayunos en el mercado. De pronto, aparece Julio César, quien desde el inicio mostró sus oscuras intenciones. Julio César había ido preparado para el salvaje ataque. Había llevado un filudo cutter con la intención de acabar con la vida de la venezolana. El monstruo había iniciado el sangriento ataque. La patada en la cara y los cortes en el cuello no fueron suficientes para saciar la sed de su furia. 

Clara se derrumba cada vez que recuerda los momentos de terror que vivió con su agresor, sobre todo al recordar cómo en algún momento vio muy de cerca la muerte. Tras unos interminables minutos de terror, algunos vecinos empezaron a gritar y lograron espantar al atacante, quien salió huyendo con rumbo desconocido, tras intentar acabar con la vida de Clara.

Ella fue auxiliada por vecinos quienes hicieron lo posible por detener las hemorragias y la llevaron rápidamente de emergencia al hospital San José. Cuando Zulmy Coromoto llegó al hospital, 2 policías le habían tomado la declaración a Clara. Igualmente, durante la madrugada del día siguiente al ataque, Zulmy acudió a la comisaría de Barboncito a presentar la denuncia por intento de feminicidio contra su hija.

Aquí se origina el siguiente problema. Ni la declaración tomada por los 2 policías ni la denuncia hecha por la madre de la víctima sirvieron para iniciar la búsqueda del atacante, a pesar de encontrarse en el plazo de flagrancia. La única denuncia que se tomó en cuenta para el inicio del proceso es la que interpuso la misma Clara, quien tuvo que acudir convaleciente y con parches en las heridas, a la comisaría de Barboncitos.

Por ello, en el acta de denuncia policial hecha en dicha dependencia policial se consigna como fecha del hecho el 13 de agosto y luego como fecha de registro de la denuncia el 15 de agosto. No solamente se omitió el registro del ataque a su debido momento, sino que además, según informó la fiscal a cargo del caso, su despacho tomó conocimiento del hecho 13 días después.

En tanto, la Fiscalía anunció que ha oficiado a Migraciones a fin que pueda remitir la situación migratoria del investigado, antes de poder hacer la solicitud de orden de captura al Poder Judicial. Las feroces heridas sufridas por Clara son marcas extensas que las llevará de por vida… Cortes de 25, 15 y 10 centímetros que cargará en su piel para recordarle lo cerca que estuvo de la muerte. A pesar de las evidencias del salvajismo y su testimonio, ella lamentó el lento accionar de la justicia.

Los días posteriores al ataque han sido para Clara y su familia un martirio. Han tenido que correr con gastos imprevistos y han debido paralizar sus labores. La joven madre ha quedado no solo con heridas físicas, sino también con traumáticos recuerdos y pensamientos. Hasta el momento, la justicia solo ha instalado un botón de pánico en el teléfono de Clara. Tras haber sobrevivido a una muerte segura, la joven ha sabido ser resiliente y tiene un mensaje para todas las mujeres del Perú.

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