Los bloqueos de carreteras y la violencia que impide reactivar las economías del sur peruano
Vehículos destruidos y varios choferes heridos han dejado los piquetes de manifestantes que han tomado las carreteras que conducen a las minas de Cusco y Arequipa
Hace poco más de una semana, emprender este viaje desde la ciudad de Arequipa habría sido imposible. Y no por la niebla, que obliga a atravesar despacio el distrito de Yura. Los camiones que encontramos en el camino quedaban varados irremediablemente a causa de los bloqueos en puntos clave de la carretera.
Por esta vía, solían llegar pesados camiones cargados con concentrado de cobre provenientes de los proyectos mineros Las Bambas y Antapaccay. Debido a las protestas en las regiones del sur, los yacimientos ubicados a lo largo del llamado corredor minero frenaron sus operaciones. Hablamos - en total - de casi el 20 por ciento de la producción cuprífera nacional.
Camino al corredor minero, nuestra primera parada es en el distrito de Imata. Ver camiones y cisternas estacionadas al borde del camino es buena señal.
Los comensales que encontramos en este lugar van a Juliaca, cuya ruta de acceso aún está bajo el control de los manifestantes: saben que, si la crisis se agudiza, este podría ser su último buen desayuno en varios días.
Mientras estos transportistas intentan llevar combustible a Puno y Madre de Dios, nuestra ruta debe seguir rumbo a Condoroma, localidad que es la puerta de ingreso de la región Cusco y del corredor minero.
Condoroma fue sede de uno de los más persistentes bloqueos. Los manifestantes no cedían ni a pesar del frío que podían sentir pasajeros y transportistas cuando caía la nieve a 5 mil metros de altura.
Julia y Luisa son comerciantes de Condoroma y están a favor del paro, pero en contra de que la protesta impida el libre tránsito de víveres. Luisa acepta mostrarnos su negocio, con todo y sus dificultades.
Pide que enfaticemos eso, que todos en Condoroma trabajan, pues le parece injusto que sean tildados de ociosos por promover un paro contra la presidenta Dina Boluarte. Luisa cree que, si impiden operar a las minas, los dueños de dichas empresas podrían convencer a la mandataria de renunciar.
La vida para Luisa y los condoromeños no cambia, aunque cambie el gobierno o suba el precio del cobre. Se siente ignorada tanto por las autoridades como por el desarrollo económico del país.
Hecho el almuerzo, le queda esperar a que lleguen comensales. Luisa reafirma estar en contra del vandalismo que empaña sus reclamos.
Si bien por estos días se puede circular por aquí, todavía es un riesgo aventurarse por esta carretera. Justamente a cuarenta minutos de Condoroma, el pasado 11 de febrero, una turba puso en peligro la vida de unos conductores. Atacaron a pedradas un convoy que cubría la ruta de la mina Antapaccay hacia Arequipa.
Este conductor conducía el camión que iba detrás del vehículo cuya cámara de la cabina pudo registras el brutal ataque en medio de la noche. Fueron cerca de ocho camioneros atacados. El más grave de ellos, por suerte, no perdió un ojo tras impactarle de lleno una piedra en el rostro.
El conductor herido habla con nosotros, pero pide que no revelemos su nombre. Recuerda el terror que vivió siendo lapidado en medio del frío y la noche.
Este hombre se considera un sobreviviente pues no entiende cómo así, de un momento a otro, sus agresores, cerca de quince hombres, desistieron de seguir con el ataque y emprendieron la huida.
Ocoruro pertenece a la provincia de Espinar. Aquí las huellas de los bloqueos son evidentes. En apenas unos kilómetros de recorrido vadeamos, al menos, una docena de piquetes inactivos.
Cerca del centro de Espinar otro vehículo fue vandalizado semanas atrás. Pero, ¿qué tienen en común las unidades atacadas? Que, en su mayoría, pertenecen a empresas proveedoras de las minas del corredor.
Óscar llega a su taller de metal mecánica en Espinar sin optimismo. Hace dos meses el balance de su negocio es negativo. Debido a contratos truncos con las minas Antapaccay y Las Bambas, él y sus trabajadores no saben cómo será el resto del 2023 para ellos.
Como Óscar, son cerca de cien los proveedores que, solo en Espinar, sufren las consecuencias de las paralizaciones.
Podríamos continuar por el corredor minero hasta Apurímac, pero el mal tiempo arrecia. Y no lo decimos por la tormenta que se dibuja en el cielo: algunos lugareños nos alertan de posibles nuevos bloqueos en la ruta hacia Arequipa.
De regreso en la Ciudad Blanca, se percibe que hay intentos de reactivar la economía, pero los precios de los productos de primera necesidad hacen difícil cumplir la tarea.
En la Plaza de Armas, los jaladores de turistas están cruzados de brazos debido a que el flujo de visitantes es menor a la de cualquier otra temporada baja.
Mientras no haya una solución duradera a esta crisis que nos tiene en ascuas será difícil que se reactiven las economías del sur. Los afectados están en manos de un diálogo improbable entre las regiones y el gobierno; una urgente salida que, sin embargo, no se avizora en el horizonte.