Hoy:

    La fuga frustrada: Imágenes de los paquetes que dejó Pedro Castillo en Palacio de Gobierno

    Abandonado por sus ministros y sin respaldo de las Fuerzas Armadas y Policía, Pedro Castillo inició su plan de fuga y abandonó raudo Palacio de Gobierno rumbo a la embajada de México

    Pedro Castillo. Cuarto Poder

    A las 12 y 30 de la tarde del miércoles 7 de diciembre, el entonces presidente Pedro Castillo y su familia estaban a punto de abandonar Palacio de Gobierno, a punto de dejar la residencia en la que vivieron 1 año, 4 meses y 9 días. Una historia que trataron de llevarse en bolsas negras, en bolsas de rafia, maletas, mochilas e incluso baldes de plástico.

    Es la estela de los Castillo en los pasadizos de la residencia presidencial y en las habitaciones que ocupaban. Pedro Castillo, en máxima tensión, estaba en una carrera contra el reloj. A pocas cuadras, en el Congreso, legisladores de oposición vivían también un momento, pero de máxima euforia.

    Estaba en desarrollo el pleno que buscaba vacar por incapacidad moral permanente a Castillo quien, hacía menos de una hora, había anunciado la disolución del Congreso de la República y la instauración de un Gobierno de excepción.

    Seguían corriendo los minutos en Palacio de Gobierno. A las 12 y 50 los que aún ocupaban la casa de Pizarro empezaban a salir raudos en sus vehículos. Uno de ellos fue el ministro del interior Willy Huerta, quien sólo apuntaba a buscar su auto respondiendo supuestamente una llamada por celular. Minutos después, se vio al último ministro de Defensa de la era Castillo, saliendo también por la conocida “puerta de desamparados”. Apenas dio unos pasos, abordó su camioneta y se fue sin decir una sola palabra.

    En ese momento en el Congreso Pedro Castillo estaba a punto de ser vacado. Los votos seguían sumando, 50 congresistas ya habían marcado el tablero a favor de la medida, de pronto se oye la voz de quien acababa de renunciar al ministerio de la mujer, la congresista Heidi Juárez también estaba de acuerdo con vacar a su hasta hace minutos exjefe Pedro Castillo.

    Abandonado por la mayoría de sus ministros y sin tener respaldo de las FFAA, Pedro Castillo Terrones se iba quedando solo. Tocaba salir de Palacio lo antes posible dejando todo a su paso en la residencia presidencial. Castillo estaba intentando llevarse documentos, archivos que estaban apilados en los sillones de su despacho, incluso ya había guardado varias pertenencias en cinco bolsas negras.

    En el segundo piso aguardaban otros bultos en pleno pasadizo. Cerca de quince bolsones en los que llevaban sus cosas más íntimas y necesarias para escapar de la casa de Gobierno. En esta habitación que ocuparon los hijos de Pedro Castillo y Lilia Paredes, además había tres maletas, una mochila y baldes de plástico con pertenencias. Entonces vimos una habitación de estilo neobarroco tomada por la furia de un todavía Presidente que sólo quería desaparecer a como de lugar junto a su familia.

    Pero el tiempo le ganaba a Castillo, el Congreso estaba a punto de vacarlo. A la 1 y 31 de la tarde, Castillo Terrones inició su plan de fuga dejando un caos en la casa que decía era de todos los peruanos.

    El primero en salir raudamente fue Arnold Castillo, hijo del profesor chotano. Llevaba cerca de seis bultos en la mano e iba directo al patio de la residencia que colinda con la salida de palacio. TC: 00:54:18 Para rápidamente regresar.

    Luego, vemos que sale la primera dama Lilia Paredes, lleva un faldón verde, una chaqueta de color entero, un abrigo y un maletín de mano color negro. Su rostro y su prisa hablan por sí solos. Detrás de ella vuelve a salir su hijo mayor cargando otro bolso, esta vez de color morado. Al segundo, la hija pequeña de Castillo y su sobrina, la investigada por corrupción Jennifer Paredes, quien viste de verde, lleva un maletín en mano y un bolsón al hombro. Sabe que la prensa la está grabando.

    De inmediato, aparece Aníbal Torres, el entonces asesor que estuvo junto a Castillo mientras daba un golpe de Estado. Viste un terno verduzco, una corbata azul y lleva un celular en la mano. Parece realizar coordinaciones. Le señala por dónde debe bajar a Pedro Castillo quien ya sin terno, viste de azul y negro.  
    De pronto, las puertas de la calle de la residencia presidencial se abren de par en par para que ingrese un vehículo oficial de placa EGU 897, donde parecía la familia presidencial abandonaría palacio. Luego se cierran mientras los miembros de seguridad del Estado esperaban todavía seguir las indicaciones de Pedro Castillo.

    Las puertas vuelven a abrirse, pero no era la familia presidencial que dejaba palacio. Era el vehículo oficial de la todavía premier Betssy Chávez. En esos mismos instantes, la 1 y 15 de la tarde, el Presidente del Congreso, Williams Zapata, anunciaba la vacancia de la presidencia de la República en contra de Castillo.

    Castillo estaba intentando fugar del país a la 1 y 20 de la tarde.  El convoy con resguardo policial y seguridad del Estado abandonó palacio y se estaba dirigiendo por el túnel Santa Rosa hacia la avenida Tacna en el centro de Lima. En esos precisos instantes, el jefe de la escolta presidencial, el mayor PNP Luis Alarcón Trujillo alertó a sus superiores del “desplazamiento con dirección desconocida del Presidente de la República”. 

    Esta comunicación encendió todavía más las alertas de los altos mandos policiales. Minutos antes Pedro Castillo había llamado al comandante general de la Policía, Raúl Alfaro, para pedirle que detenga al fiscal de la nación, pero no recibió el apoyo que buscaba. Por el contrario, y en plena fuga Alfaro decide quitarle la seguridad por haber dado un golpe de Estado. Mientras tanto Castillo y compañía continuaba en su vehículo oficial y creía que pronto llegaría a la embajada de México como parte de su plan de escape.

    En medio de este convoy de 14 vehículos, iban dos autos oficiales transportando a la familia chotana que ya no era presidencial. En este jeep de placa EGY 552 viajaban Pedro Castillo, su esposa Lilia Paredes, su menor hija y el ex premier Aníbal Torres, mientras que en el vehículo de placa GU 897 iban su hijo Arnold Castillo. En el acta de intervención no se menciona Yenifer Paredes, a quien se le vio salir de palacio junto a toda la familia.

    Mientras tanto, en la cuadra 7 de Basadre decenas de conductores bloqueaban las vías de acceso a la embajada de México para intentar impedir la llegada de la comitiva de Castillo Terrones.

    Instantes de máxima incertidumbre para Castillo quien cada vez se veía más cerca del asilo en México. Inmerso en el tráfico, a la altura de la avenida Tacna y Nicolás de Piérola, su seguridad inmediata y hombre de confianza, el suboficial Nilo Irigoin, según la fiscalía el contacto de Castillo para recibir las coimas por los ascensos policiales y militares, ordenó al suboficial Joseph Grandez López conductor del vehículo de placa EGY 552, se dirija a la embajada de México, ubicada en San Isidro, destino que fue informado al general PNP Jorge Luis Angulo Tejada del Comando de Asesoramiento General (COMASGEN), quien ya había pedido la ruta de Castillo.

    El convoy iba, entonces, rumbo a la embajada mexicana cuando de pronto, a la 1 y 35 de la tarde, el director de seguridad del Estado por ordenes superiores solicitó se intervenga al señor Pedro Castillo Terrones por estar incurso en flagrancia del presunto delito de Rebelión, abuso de autoridad e infracción a la constitución.

    Fueron 15 minutos de recorrido, cerca de 5 kilómetros de intento de fuga que terminaron en la cuadra 14 de la avenida Inca Garcilaso de la Vega, ex Wilson. Castillo había dejado de ser Presidente para convertirse en un blanco de alto valor con demostradamente, peligro de fuga.

    En estas imágenes del centro de Lima vemos llegar a la comitiva de Castillo en pleno tráfico en ambos sentidos. En este punto, en el cruce de las avenidas Garcilaso de la Vega y España se ve a un efectivo de seguridad del Estado bajar raudamente de su vehículo y correr hacia la unidad del equipo SUAT para avisar la orden de detener a Pedro Castillo.

    Ese mismo efectivo sigue corriendo hacia la punta del convoy en donde se encontraba Castillo. La escena alertó a varios conductores quienes por quedarse mirando formaron hasta tres filas de tráfico en plena hora punta.

    Ya en la pista, miembros de la SUAT usan sus armas para despejar el tránsito y disuadir un posible atentado en contra de la comitiva oficial. Una escena que parecía sacada de una película, pero que es parte de los protocolos de seguridad. Castillo vivía sus últimos minutos en libertad en medio de gritos y reclamos de la calle. La gente gritaba desde todas las esquinas, le tomaban foto, le cerraban el paso.

    Efectivos de seguridad del Estado tuvieron que apartar con sus propias manos a ciudadanos que buscaban llegar a Castillo a como dé lugar en medio de la euforia por el golpe de Estado.

    A la 1 y 40 de la tarde, la comitiva reinició su marcha rumbo a la Prefectura para que Castillo responda por sus actos. En menos de cuatro horas, Castillo había perdido todo su poder y estaba muy cerca de enfrentar lo que él y su entorno siempre habían esquivado: la justicia.