El momento en que la Policía le comunica a Castillo que será llevado a la Dinoes
Tras permanecer detenido en la Prefectura por presunto delito de rebelión, Pedro Castillo fue esposado y trasladado en helicóptero al complejo policial donde también está recluido Alberto Fujimori
La Prefectura es una antigua sede de la Policía ubicada entre la Av. España y el jirón Chota. La cámara de seguridad apunta a ese cruce. Busca a Pedro Castillo, el chotano que acaba de ser detenido por dar un golpe de estado. La Prefectura tiene un ingreso por el jirón Chota, iba a ser una perfecta ironía si Castillo empezaba su camino a ser juzgado cruzando el umbral de esa puerta. Pero el destino, a veces, no cierra los círculos.
Pedro Castillo ingresó a la base de la policía por la Av. España. Aquí se ve a la camioneta Jeep, que lo trasladaba cuando fue detenido por su propia escolta. Ingresó y lo dejaron en la puerta de este ambiente donde funciona la oficina del general a cargo de la Prefectura. Bajó de la camioneta y no lo hicieron ingresar por la puerta principal. Un involuntario signo que el poder ya no estaba con él.
Caminó algunos metros e ingresó por la parte trasera. Cruzó esta angosta puerta blanca, quienes lo vieron dicen que saludaba nervioso cuando recorrió este pasillo acompañado de su ex premier, Aníbal Torres. Entró a la oficina principal, se sentó y tomó este viejo ejemplar de la revista Caretas.
Era una edición pasada, de julio de este año, a pesar de ello enterró los ojos en las letras de las viejas noticias. En la portada estaban él y Juan Silva, su prófugo exministro de Transporte que sí pudo escapar. El titular le hizo acordar que a su alrededor ya no estaban sus policías de confianza, por el contrario, afuera de esa oficina había efectivos que no conocía y, peor aún, afuera de la Prefectura sus inquisidores llegaban.
Era la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides y la Fiscal, Marita Barreto, que es parte del Equipo Especial que investiga al Poder. A diferencia de Castillo, ingresaron por la puerta principal, fueron recibidas con honores por el general Inspector de la Policía, Ernesto Mejía.
Cuentan que cuando ingresan las fiscales, Castillo no levantó la mirada, seguía enterrado en el viejo ejemplar de Caretas. Recién cuando ellas se acercaron, reaccionó. Le dijeron que lo habían detenido por cometer los delitos de rebelión y sedición. Aníbal Torres se identificó como su abogado y al instante un asustado Pedro Castillo pidió por su familia, mientras seguía pasando las páginas de la revista.
Los que también pasaban, pero a la Prefectura, eran los policías que son parte del Equipo Especial. A la cabeza, los coroneles Walter Lozano y Harvey Colchado. Llegaron para constatar, con sus propios ojos, la escena que tantas veces habían anhelado y era verdad: Castillo, por fin, enfrentaba a la justicia. Es en ese momento que se registra esta foto: A la izquierda el coronel Lozano mejor conocido como “Bica”, a la derecha el coronel Colchado, conocido en la familia policial como “René”. Atrás, Aníbal Torres miraba al vacío y Castillo seguía leyendo.
La lectura de Castillo se interrumpió cuando la Fiscal de la Nación lo llamó para firmar las actas de detención. Para ese momento Castillo ya había pasado por la revisión de tres médicos que lo encontraron bien de salud. Aníbal Torres era quien leía los documentos y él solo firmaba. Luego del procedimiento la Fiscal de la Nación y los miembros del Equipo Especial se fueron. La noche cayó y Pedro Castillo debía seguir detenido pero la Prefectura ya no era un lugar seguro.
El video que está viendo es inédito. Son históricos minutos cuando el general Vicente Álvarez, jefe del Estado mayor de la Policía junto al Inspector General Segundo Mejía le informan a un atónito Pedro Castillo las razones de su siguiente destino, la cárcel.
La última palabra la tuvo Aníbal Torres. Automáticamente Castillo actuó y por fin dejó la revista que durante 7 horas leyó. Se disponía a salir, pero faltaba un detalle, debían esposarlo. A las 8:55 su oscuro camino a prisión empezó. Pedro Castillo dejaba las oficinas de la Prefectura.
Sobre sus manos llevaba una toalla azul, que el general Álvarez le consiguió, cubría las marrocas que segundos atrás le habían colocado. Los dos generales a cargo subieron con él a la camioneta mientras dos mujeres intentaban acercarse.
La numerosa comitiva de policías se alistaba. La orden era salir de la Prefectura por la puerta que da al jirón Chota y así lo hicieron. A veces el destino, sí logra cerrar sus círculos. Tomaron la Av. Bolivia con dirección al cuartel Los Cibeles de la Policía que está en el Rímac. Ahí, ya lo esperaba un helicóptero para llevarlo hasta DINOES, la base policial donde cumple su pena Alberto Fujimori, otro expresidente que también dio un golpe de estado. Este video exclusivo registró el preciso instante de la partida. La cara de Castillo lo dice todo.
Mientras Pedro Castillo volaba hasta Ate Vitarte de reojo miraba las calles de Lima. No le faltaba razón, en tierra también había acción. En la que fue su casa hasta hacía unas horas.
La Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, llegó a Palacio de Gobierno para allanar la Residencia Presidencial. La intervención era parte de la investigación contra Castillo por el golpe de Estado y el intento de fuga. Ingresaron y todo estaba como Castillo y su familia lo dejaron.
En esta sala de recepción aún había bocaditos en la mesa y botellas abiertas, como si una reunión se hubiera interrumpido. Sobre uno de los muebles estaba este folder negro con un discurso que tenía algunas correcciones a mano. Era el que debía leer en el Congreso para defenderse del tercer intento de vacancia.
El discurso era conciliador y condenaba los golpes de Estado en dos de sus páginas: “En el Perú nunca más se debe dar un intento de golpe de Estado o un atentado contra las instituciones y el Estado de derecho, no a la dictadura, no a los golpes de estado, sí a la democracia”. Además, anunciaba nuevas medidas económicas, sociales y hasta un nuevo gabinete. “El nuevo gabinete liderará esta iniciativa y tendrá acciones urgentes”.
En este otro despacho los obsequios que le dieron a Castillo en sus viajes como presidente estaban arrumados en los escritorios o guardados en bolsas negras. Una alfombra enrollada interrumpía el paso en un ambiente que encontraron desordenado. La ruta de los regalos que no pudieron guardar los llevó hasta uno de los salones de la residencia donde las pertenencias de los Castillo Paredes estaban embaladas en cajas de cartón o guardadas en bolsas de rafia. Se podía ver sobre todo cuadros y pinturas que no lograron llevarse.
Uno de esos recuerdos es esta imagen del Pedro Castillo que llegó a Palacio. Con sombrero y el día que juró como presidente del Perú. De esos tiempos, solo quedan recuerdos tirados en el suelo. El presente está arriba, en el aire, en un helicóptero rumbo a prisión. El Pedro Castillo actual ya no usa sombrero, usa esposas y no sonríe. Acaba de aterrizar en el cuartel de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (DIROES).
Eran casi las 10 de la noche y Pedro Castillo Terrones caminaba hacia un espacio de reclusión. Pasó la noche solo, Aníbal Torres lo dejó en la madrugada. El jueves por la mañana se pudo ver mejor donde ubicaron a Castillo. El helicóptero que lo llevó aterrizó en este campo de fútbol y fue trasladado al pabellón de oficiales. En este edificio, en el primer piso, han desocupado tres oficinas donde han acomodado una cama, una mesa y algunas sillas. Tiene baño propio y puede recibir visitas.
No está junto a Alberto Fujimori. El Pabellón de Oficiales asignado a Castillo se encuentra a 350 metros de la cárcel donde Fujimori cumple su pena. Lo hace en esta prisión para 300 personas que de momento solo usa un expresidente, pero podrían ser dos si la estancia de Castillo en DIROES se extiende. De momento solo son siete días de detención preliminar, esa medida se la dictaron el mismo jueves que la Fiscal de la Nación llegó para interrogar a Castillo. Aníbal Torres la recibió así.
Desde que está recluido Pedro Castillo ha recibido diferentes visitas. Desde congresistas como Pasión Dávila, que prefiere hablar solo de los temas de salud. Hasta, Guido Bellido que se ocupa más de la defensa política.
Hasta ahora no se ha visto en la lista de visitas a la ex primera dama, Lilia Paredes. Las únicas mujeres que han ingresado son la ex premier y también investigada por el golpe de Estado, Betsy Chávez, y una de sus hermanas que le ha llevado ropa y tapers con comida.
Por el lado de la defensa legal también hay dos bandos: Uno lo conforma el doctor Guillermo Olivera que fue llevado por la familia y el otro está representado por el asesor del congresista Guillermo Bermejo, Ronald Atencio. Aníbal Torres quedó fuera de la defensa tras pasar a la clandestinidad por ser uno de los investigados en la denuncia que se le hace a Castillo por rebelión y sedición. Un último factor es la gente.
Siempre violenta contra la prensa que investigó a Castillo. Enardecidos por ver a su líder enmarrocado en los pasillos de una vieja sede policial. Molestos porque del poder que lograron solo quedan viejas cajas y bolsas de rafia en Palacio. Atentos, al desenlace de los próximos días. Sin embargo, son conscientes que la espera puede ser un camino largo y oscuro, como el que recorrió Pedro Castillo desde que dejó la Prefectura, por la puerta del jirón Chota.