Hoy:

    Este fue el impacto del ciclón Yaku en la región Lambayeque

    Cuarto Poder llegó hasta la región norteña donde constató los cuantiosos daños que dejó las fuertes lluvias tras la aparición del ciclón Yaku cerca a las costas peruanas

    El ciclón Yaku llegó a Lambayeque y esto es lo que dejó / Fuente: Cuarto Poder

    A inicios de semana, las fuertes lluvias pronosticadas para Chiclayo se volvieron realidad. El fenómeno despertó la bravura de los ríos y quebradas de toda la región Lambayeque. En cuestión de días el agua se volvió incontenible, destruyendo todo lo que encontraba.

    El atardecer en el norte peruano visto desde un avión era imponente. Los largos días de verano se acortaron por la presencia de densas nubes en el firmamento. Un equipo de Cuarto Poder llegó a Chiclayo, y encontraron una ciudad golpeada por las lluvias y sin aparente capacidad de reacción.

    Al día siguiente, la espesa nubosidad impedía que los rayos de luz hicieran su aparición, pese a ser las seis de la mañana de un día de verano, se quería ver con luz natural los estragos que dejó el ahora tan temido ciclón Yaku sobre suelo lambayecano.

    Pero los daños encontraron al equipo a mitad de camino. En Íllimo, localidad a una hora de Chiclayo, familias enteras huían del caos. El ingreso a la ciudad parecía normal, pero poco a poco notamos que el daño era realmente de consideración.

    Íllimo desde el aire, y al ras del agua, muestran el impacto, al punto que del suelo queda muy poco. Tan rara es la vida ahora en este punto de la región, que las vacas duermen en las azoteas. La gente saca el agua de sus casas como puede y las motobombas de la municipalidad resultan insuficientes ante el abrumador caudal empozado desde el pasado viernes.

    El puente que pasa sobre el río La Leche parecía ahogado por la crecida de una vertiente que, de un día para otro, se volvió aniquiladora.

    Por fortuna, el caudal del río no volvió a aumentar, aunque su redoblada fuerza bastó para que el puente La Leche sea visto con pinzas por las autoridades.

    Cerca de la carretera, pero lejos de todo, el caserío Las Juntas llora literalmente sobre La Leche derramada. El agua se llevó lo que no pudo ponerse a salvo. Varias casas del pequeño centro poblado fueron arrasadas por la poderosa riada

    En medio del pánico por el desborde del río, hubo personas que estuvieron a punto de quedar atrapadas en los remolinos de agua. Brigadas de rescate llegaron un día después de la emergencia, pero no fue posible convencer a todos de abandonar lo poco que quedaba en pie.

    Quienes permanecen en Las Juntas esperan que las autoridades no solo ofrezcan albergues. Le piden al Estado que lleve agua y comida a sus caseríos. Mientras, los más vulnerables se las ingenian para no perecer. Las Juntas no tiene agua, luz ni un camino de acceso viable. Sus trochas han quedado inservibles.

    Los padres de familia no saben qué será de la educación de sus hijos. Tampoco saben cómo ver con esperanza el futuro de sus sembríos, la base de su economía.

    Rumbo norte, estos pobladores se ganan la vida ayudando a que los vehículos no terminen en el fondo de un agujero. En Jayanca, siempre al borde de la carretera, la necesidad se muestra para quienes tengan los ojos mínimamente abiertos.

    Ana camina por lo que era su caserío antes de que sea inundado por el caudal del río Motupe. Llega a su casa, que es uno de los diecisiete módulos temporales que se colocaron aquí tras las lluvias del 2017.

    Ella vive con su esposo y sus dos hijas, pero perdió lo poco que tenía. Como en 2017, la lluvia y la falta de previsión la dejaron sin hogar. Dos gallinas son su posesión más preciada. Pero quien sabe si no acabaron convertidas, ya, en el almuerzo del día. 

    Los desbordes no comenzaron en las granjas costeras. Las partes altas de Lambayeque fueron escenario también de destrucción. El pequeño pueblo llamado Algarrobo está olvidado y figura en muy pocos mapas. Pero fue desde aquí que mucha agua llegó a las quebradas y ríos que se desbordaron en toda la región Lambayeque.

    Mórrope y sus caseríos aledaños fueron los más perjudicados con el aumento de los caudales.
    La gente perdió todo en cuestión de horas y se vio obligada a cargar lo que podía para huir de allí. Varios días después, muchos morropanos se arriesgan a cruzar las anegadas chacras en busca de ayuda.

    María y su cuñada vienen por los kits de ayuda que la municipalidad de Mórrope llevó hasta un recodo del camino. Pero no todos resultaron llamados ni elegidos. Hubo buen número de familias sin empadronar a las que no les tocó ningún kit de ayuda.

    Por su parte, la presidenta Dina Boluarte sobrevoló el último sábado la región Lambayeque y fue testigo del millonario daño provocado por los efectos del ciclón Yaku. Mientras tanto, son miles los damnificados que esperan ayuda y que requieren soluciones más a largo plazo. Porque, así como el sol vuelve a brillar, la lluvia volverá a caer.