Constructor que estafó a una familia con una casa sigue prófugo para no cumplir su condena
Una familia vive en un edificio a medio construir en San Miguel luego que fueran estafados por un conocido que les compró su casa y jamás entregó el departamento que les prometió
Jaime vive en este edificio de cinco pisos ubicado en una tranquila zona de San Miguel. En vez de bellos acabados, el predio luce un cartel que alerta a los transeúntes que está judicializado.
Desde que los Shuan se mudaron aquí, hace casi diez años, esta mole inconclusa de paredes en escombros les recuerda todos los días el terrorífico trato que hicieron con RUMISA, la empresa de Rumualdo Noceda Bejarano.
Este personaje es hermano de Juan Carlos Noceda Bejarano, acusado por diversas personas en reportajes de Cuarto Poder por documentados engaños en diferentes proyectos inmobiliarios. Tras estas denuncias públicas, la familia Shuan decidió sacar a la luz su historia con el otro Noceda -Rumualdo- quien prometió construirles un cómodo departamento en una de las mejores zonas de San Miguel, pero acabó destruyéndoles todas las ilusiones.
La historia de los Shuan y los Noceda se remonta varios años atrás, cuando en la urbanización Maranga - en San Miguel - todos los vecinos se conocían unos a otros. O al menos, así parecía.
En 2010, Rumualdo Abraham Noceda Bejarano -a quien todos en el barrio llamaban de cariño ‘Pichi’- convenció a los esposos Shuan de comprarles su casa, ubicada en la primera cuadra de la avenida Las Leyendas: ofreció pagarles 50 mil dólares y adjudicarles el primer piso del nuevo edificio que su inmobiliaria - RUMISA - construiría en el lugar.
Tras una serie de papeleos, los Shuan dejaron su casa recién en 2012. Rumualdo Noceda había prometido alquilar para ellos otro departamento hasta que acabaran las obras de construcción.
El hartazgo de los Shuan llegó a su límite en enero de 2014, pues no solo se quedaron sin lugar donde vivir, sino que se enteraron que Rumualdo Noceda había hipotecado el terreno. Cuando invadieron lo que alguna vez había sido su casa, los Shuan encontraron una obra en abandono.
Jaime Shuan recuerda que, junto con su padre, entonces de 77 años, se encargaron de ordenar un edificio de cinco pisos en ruinas: tuvieron que acondicionar, como sea, algunas habitaciones. El resto de la estructura está casi en las mismas condiciones como los Shuan la encontraron en el 2014. Solo que, con el paso del tiempo, las salas sin ventanas y las tuberías expuestas fueron una carga extra que los posesionarios tuvieron que asumir.
Jaime es profesor de matemática y no tiene mucho tiempo para revisar los cabos sueltos en los cinco pisos del edificio. Sus padres, cada vez más ancianos, tampoco pueden subir las escaleras sin barandas que dejó a medio terminar Rumualdo Noceda.
Como una casa tétrica extraída de alguna película de terror, el edificio inconcluso se ha vuelto la guarida perfecta para decenas de palomas y todo tipo de bichos. Cuando por fin termina de hacer su inspección, Jaime se refugia en el segundo piso, convertido en la improvisada casa familiar.
Desde que regresaron a San Miguel - en el 2014 - los Shuan iniciaron procesos judiciales contra RUMISA y contra su representante legal Rumualdo Noceda.
En el 2017, la defensa de los Shuan logró que el Vigésimo Quinto Juzgado Penal emita sentencia condenatoria contra Rumualdo Noceda por el delito de estafa. La resolución judicial libraba al ‘Pichi’ Noceda de purgar los dos años y ocho meses de condena en una celda a cambio de que repare económicamente a los Shuan.
Rumualdo Noceda, sin embargo, no pagó y en el 2020 se le revocó la pena suspendida por una sanción efectiva de cárcel. Desde entonces los Shuan no volvieron a verlo. Como corresponde, buscamos a Rumualdo Noceda en todas las direcciones que se vinculan de alguna manera con él, pero parece que la tierra se lo ha tragado.
Buscamos también a su esposa, Isabel More Bertrán, quien desde el 2020 es la apoderada legal de la empresa RUMISA, pero no la pudimos encontrar ni en la dirección que consigna al final de las cartas notariales que le envía cada cierto tiempo a los Shuan.
Sin embargo, aunque Rumualdo Noceda está sentenciado, los Shuan no han recuperado la paz. En la vía civil, piden que la compra venta de su terreno se anule, pero el proceso camina lento.
Los Shuan temen volver a quedarse sin casa pues, mientras no anulen la compra venta, lo que sí avanza rápido es la ejecución de la hipoteca que su examigo ‘Pichi’ puso sobre la propiedad. Un juez ya determinó que el predio sea tasado y el remate podría concretarse de un momento a otro.
Mientras el paradero de Rumualdo es una incógnita que no puede resolver ni la requisitoria en su contra, a su hermano Juan Carlos lo encontramos sin mayores preocupaciones a cuestas a la salida de la casa de sus padres, en Miraflores.
Se marchó sin explicar las denuncias contra él o dar información sobre su hermano prófugo. En los últimos veinte años, entre Rumualdo y Juan Carlos han fundado por lo menos seis empresas vinculadas al negocio inmobiliario, casi todas ahogadas en líos judiciales. Otra similitud entre estos hermanos es que, en sus constructoras, de alguna u otra manera, se las ingeniaron para poder involucrar a sus padres, personas ya de la tercera edad.
El silencio es una constante en la familia Noceda, pero las historias de sus andanzas hablan por ellos mejor que nadie.