Hoy:

    Los stickers en el suelo y su vinculación a red de prostitución

    Domingo Al Día conoció la red de explotación que se esconde detrás de anuncios pegados en el suelo bajo la fachada de “masajes”. Además, contactó a una de las víctimas para conocer del drama que vive

    Foto y video: América Noticias

    En Lince, las mafias dedicadas a la explotación sexual han logrado descifrar que los anuncios que publicitan en las principales calles se han convertido en el negocio perfecto. Son stickers pegados en las veredas donde ofrecen encuentros, pero nunca se sabe quiénes están al otro lado de la línea. Le sacan la vuelta al estado de emergencia sin levantar polvo.

    Domingo al Día contactó a una mujer a la que llamó Fabiola. Cuando se habló con ella por primera vez, solo se tenía el número de un celular. Lo encontraron en un anuncio pegado en una calle muy conocida en Lince.

    Ella accedió a dar su declaración a cambio de que se conozca su verdad. Fabiola sospechaba de sujetos de nacionalidad venezolana que llegaron sin previo aviso a Risso a finales del 2018. Cuenta que no dejó de trabajar hasta que un hecho marcaría su vida y la de sus compañeras por completo.

    Para Lince solo había dos opciones: por un lado, quien orquestó el crimen del cholo Isaac. Jose Luis Rodriguez, alias Mamera. Un ranqueado delincuente que le plantó cara a Héctor Prieto Materano, alias Mamut. La modalidad de la que habla Angela Billon, activista, era la vitrina perfecta.

    Los anuncios eran coloridos, con poca información y tenía que ser visible el número de contacto. De esa manera las trabajadoras sexuales podían seguir atrayendo a más clientes sin levantar el polvo de las autoridades en plena emergencia sanitaria a nivel nacional.

    Sin embargo, las ambiciones llaneras no pretendían estar bajo las sombras. Las mujeres que fueron descarriladas desde Venezuela tenían que salir a tomar posición de las plazas. Según estas mujeres que padecen el día a día, el estado de emergencia no ha calmado la situación en Lince. Muy por el contrario, las organizaciones del hampa han vuelto con mayor fuerza a pegar los stickers más ambiciosos.

    Es decir, mientras que para las peruanas esta modalidad se ha convertido en una especie de camuflaje. Para el Tren de Aragua, los escorpiones o la One Family. Se ha convertido en el gancho ideal para que la policía no pise sus talones.

    La última faena y cara visible de estas organizaciones fue alias La Rusa. Captaba miradas en redes sociales en busca de no solo seguidores, sino también clientes que ya sabían dónde encontrarla. Risso albergaba sus bailes y decisiones traídas desde Venezuela. 

    Para la Dirección contra la Trata de Personas, esta muñeca de la mafia era quien diseñaba horarios, repartía hoteles, ordenaba los castigos mientras cobraba los cupos extorsivos. Jessica Silva Gonzales era respaldada por alias El Chino, Danny Alexander Zapata Sosa. El cabecilla que ha reclutado a los rezagos del tren de Aragua. 

    Muchas sucumben ante las amenazas y llegan a un punto donde es habitual convivir con tantos delincuentes. Pero es un hilo muy delgado; no todas están dispuestas a enfrentar a sus propios compatriotas. Algunas no prefieren contestar las llamadas, escriben directamente fijando en cuánto tiempo estarán libres. Ocultan sus penas tanto como sus ganas de salir a exponerlo todo. No hacen eco de sus denuncias, son tachadas socialmente y buscan nuevas formas de ganarse la vida.