Hoy:

    Julio Rosas quiere "curar la homosexualidad" con una controvertida terapia

    El congresista utilizó el Congreso de la República para promover su rechazo a las personas gays

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    ¿Se puede curar la homosexualidad? Para que esa respuesta sea afirmativa debería tratarse de una condición adquirida que por esa misma razón podría ser extirpada. Para el congresista y pastor evangélico Julio Rosas la homosexualidad no sólo es un pecado, sino que además sería un simple sentimiento que como el amor o la pena puede dejar de sentirse con el tratamiento indicado. 

    Y para demostrarlo, no tuvo mejor idea que invitar al Congreso al polémico psicólogo mexicano Everardo Martínez, quien afirma que todos nacemos heterosexuales y que la homosexualidad tiene causas psicológicas que pueden ser tratadas y curadas. La conferencia que ofreció el último martes en el Congreso fue, por decir lo menos, accidentada cuando sacaron a activistas LGTB de la sala.

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    "Yo creo que la persona con atracción homosexual vive mi tema como un ataque a su ser cuando yo lo que estoy diciendo es algo que tienes y si lo tienes lo puedes dejar
    de tener si tú quieres, es todo el tema", explica él; sin embargo Martínez se cuida mucho en no afirmar que la homosexualidad es una enfermedad.

    Sin embargo, cuando se le confronta con el consenso científico no puede evitar considerarla un trastorno para defender la terapia que ofrece. Bajo su razonamiento la Asociación Americana de Psiquiatría y la OMS consideran que la homosexualidad no es una enfermedad ni un trastorno por presión política. 

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    "Ponlo en la obesidad. Todos los panzones vamos a la OMS a gritar que no
    estamos gordos. Bueno ya, díganles que coman lo que quieran y tomen la forma que les da la gana, ¿no? Eso no les va a quitar la obesidad", explica.

    Everardo Martínez asegura que su enfoque es completamente científico. Sin embargo, la comunidad científica internacional rechaza cada uno de sus postulados. Según las investigaciones científicas más recientes, la homosexualidad tiene su origen durante las primeras semanas de gestación, cuando el embrión es bombardeado de hormonas masculinas y femeninas en el útero.

    Además, se han encontrado diferencias en la estructura cerebral de heterosexuales y
    homosexuales. Para la psicóloga Marta Rondón "si hay diferencias biológicas entre un heterosexual y un homosexual no podemos hablar de que es un sentimiento, como un sombrero que se quita y se pone. La homosexualidad es una característica de la persona que la va a acompañar durante toda la vida".

    Para Martínez, la desazón que sienten muchas personas con el hecho de ser homosexuales sería una prueba de que no se trata de algo natural, de que lo bueno y lo correcto es la heterosexualidad y que por esa razón muchos homosexuales quieren dejar de serlo.

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    Los homosexuales que buscan terapias como las que ofrece Everardo Martínez lo hacen sobre todo porque viven en una sociedad que permanentemente les dice que ser homosexual es negativo, que no es natural o que es un pecado que podría condenarlos al infierno. Quienes defienden las llamadas terapias de conversión o reparativas sostienen que existen muchos casos de éxito que demostrarían que sí es
    posible dejar de ser homosexual.

    En el 2012 la Organización Panamericana de la Salud advirtió que las terapias de cambio orientación sexual no tienen justificación médica y amenazan el bienestar de las personas porque el simple hecho de intentar cambiarle la orientación sexual a una persona homosexual, podría tener consecuencias psicológicas muy peligrosas.

    Para el consenso científico la homosexualidad es una orientación con la que se nace y no existe evidencia de que pueda ser extirpada como si se tratase de un tumor. Lo que la comunida psicológica y psiquiátrica internacional recomiendan para las personas que tienen problemas para aceptar su homosexualidad es un tipo completamente diferente de terapia.


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    Entonces, ¿cómo entender que un psicólogo que ofrece un tratamiento tan cuestionable haya ofrecido una ponencia nada menos que en el Congreso de la República? ¿Un poder del Estado que debería ser un modelo de respeto a las diferencias?

    Pues el responsable fue el congresista Julio Rosas, quien en otras ocasiones ha utilizado el palacio legislativo con fines similares. Esta vez solicitó realizar la conferencia como parte del ciclo “Martes Democráticos”, pero su pedido fue rechazado por no cumplir con los criterios de pluralidad necesarios. No obstante, Rosas se salió con la suya realizando la conferencia a título personal, en un auditorio cercano a su despacho, apelando paradójicamente al derecho a la tolerancia.

    Poco después dejó en claro cuál era su verdadera intención: tratar de demostrar que la homosexualidad es un sentimiento para negarles derechos a los homosexuales.

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    Pese a que sus teorías no son científicas, tanto el pastor Rosas como Everardo Martínez tienen derecho a exponerlas. Y a pesar que tratamientos como los que ofrecen son duramente cuestionados por entidades de prestigio mundial como la OMS, pueden aplicarlos en tanto no son ilegales. Pero a lo que no deberían tener derecho es a utilizar el Congreso de la República para difundir ideas que promueven la discriminación y la intolerancia contra una minoría como la comunidad LGTBI. No se puede promover la discriminación desde una institución que representa a todos los peruanos.