Ella estaba boca abajo y en medio de un charco de sangre. Vestía un polo negro y una falda ploma. Un tatuaje en una de sus nalgas también fue visto por la policía. Si este hallazgo ya era escalofriante, la forma en la que fue acribillada fue espeluznante. Tenía proyectiles en la cabeza, el tronco y las extremidades.
Cuando los forenses analizaron el cuerpo la cuenta se hizo estremecedora. Uno a uno los orificios hasta llegar a los 38. Este asesinato trajo a la mente del jefe de la división de investigación de homicidios de la Dirincri, otros que ocurrieron tiempo atrás.
Casi 4 decenas de balas para acabar con la muchacha en un homicidio que no se descarta sea parte de los ataques de una mafia dedicada a la trata de personas.