Eran las 5:59 de la tarde, el sol ya se había ocultado y las luces de las calles estaban encendidas. Sin embargo, en ese instante, repentinamente, las luces de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Jorge Chávez se apagaron. El controlador avisó al piloto y hoy sabemos que ese fue el principio del caos.
A las 10 de la noche tres brigadas de la empresa estatal Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial, mejor conocida como CORPAC, estaban al borde de la pista de aterrizaje intentando resolver el apagón.
CORPAC es responsable del control del tráfico aéreo en el aeropuerto y también tiene bajo su responsabilidad la iluminación de la pista de aterrizaje. Así lo confirma, Donald Castillo, jefe de la Dirección General de Aeronáutica Civil, que tiene entre sus funciones, fiscalizar a CORPAC.
El principal problema que tuvo CORPAC la noche del apagón fue encontrar dónde ocurrió el cortocircuito. Debían revisar minuciosamente los 5 mil 300 metros de cable que permiten iluminar la pista.
También estuvieron ahí trabajadores de la empresa privada Lima Airport Partners o simplemente LAP. Ellos administran el aeropuerto y son responsables de todo lo que sucede en la superficie. Con respecto a las luces, Sergio Ocampo, Gerente de Construcción, asegura que la empresa privada sólo se encarga de dar la energía eléctrica.
LAP y CORPAC conviven en el aeropuerto y son una pareja compleja dónde no reina siempre la armonía y mucho menos el trabajo en equipo.
En el aeropuerto, la normalidad peruana ha vuelto, esa que ya nos acostumbró a vivir permanente como un avión en descenso, con el miedo que el más mínimo obstáculo en nuestro camino, evidencie el desastre que somos y volver al caos, una vez más.
