Andahuaylas, una ciudad que insiste con el paro como medida de lucha contra el gobierno
La provincia que se alzó contra el gobierno apenas Pedro Castillo fue vacado y detenido, insiste con el paro y bloqueo de carreteras como medidas para forzar la renuncia de Dina Boluarte
Dejamos la cálida madrugada de la ciudad e ingresamos a la Panamericana Sur. Nuestro mapa es la web de la Superintendencia de Transporte Terrestre. Ahí se puede ver en puntos rojos las carreteras bloqueadas: Apurímac, Cusco y Puno son las regiones más difíciles.
Con el sol naciendo entre el desierto, decidimos con el equipo no ingresar a Ica porque otro equipo de Cuarto Poder ya cubría esa zona que pocas horas atrás, también entre bellos desiertos, había sido testigo de más violencia.
Pero nuestro camino no era ese. Iríamos al sur por la sierra. Aún en la costa, encontramos a Antonio Flores, ambulante de la zona que vuelve a trabajar con normalidad tras el desbloqueo. Hace 10 años vende pollos en su resistente camión que tiene un solo guía, que por suerte, en tiempos de bloqueo apretó pero no ahorcó.
Pero el de arriba no alumbra para todos. A tres horas de Ayacucho, donde el verde empieza a desaparecer y el color mostaza del ichu brota, María Meza busca el pan de cada día bajo el sol de la sierra que, aquí arriba, quema y duele más.
Arriba hay que cuidarse de cada auto sospechoso, del frío que penetra a la camioneta y llega a Sergio. También de las piedras que la lluvia ha dejado en la carretera y las que Nelson tiene que sortear. A pesar de todo eso la altura tiene un encanto irresistible para las cámaras. No sabemos lo que pasará en Ayacucho, pero sí sabemos lo que ocurrió.
En Ayacucho las protestas empezaron en la quincena de diciembre. Los enfrentamientos dejaron 10 muertos y 72 heridos cuando intentaron tomar el aeropuerto. Delincuentes quemaron fiscalías, juzgados y parte del Poder Judicial. Las protestas cesaron cuando el 13 de enero la policía detuvo a Rocío Leandro Melgar, alias camarada Cusi, una mujer que purgó condena por terrorismo. Fue acusada de organizar y azuzar la violencia.
De esos días aún quedan las huellas y una calma extraña: los comercios funcionan y no hay desabastecimiento. Sin embargo, lo que se lee en silencio en sus paredes por la tarde, en la noche se escucha a viva voz. Es el Frente de Defensa de Ayacucho. Todos piden la renuncia de Dina Boluarte, pero no hay acuerdo con quién debería ser el sucesor.
Un grupo de ellos son profesores de la provincia ayacuchana de La Mar. Dicen que en la región no hay carreteras bloqueadas, pero aseguran que eso no durará mucho.
Con el equipo decidimos ir hacia Andahuaylas, una de las provincias de la región Apurímac, donde la convulsión empezó apenas Dina Boluarte asumió la presidencia.
Desde el 7 de diciembre, tras la detención de Pedro Castillo, los manifestantes empezaron la violencia. Intentaron tomar la comisaría y secuestraron a un policía. Los refuerzos iban a llegar vía aérea y por eso tomaron el aeropuerto. El enfrentamiento dejó los dos primeros fallecidos, a la fecha van seis en toda la región. Uno de ellos fue en la provincia de Chincheros.
Precisamente para llegar hasta Andahuaylas debemos retomar la vía Libertadores, llegar hasta el puente Pampas, cruzar Chincheros y llegar a nuestro destino. Las pocas personas que intentan hacer esa ruta salen de Ayacucho en estas vans que cobran entre 20 y 30 soles.
A 40 minutos de nuestro destino un incidente parecía cambiar los planes. Avanzamos lento hasta el distrito de Ocros donde encontramos a la policía que nos ayudó.
Ocros está en medio de un valle, es el último distrito de Ayacucho. Llega hasta el Puente Pampas y luego empieza Apurímac. Su simpleza y belleza contrasta con la realidad: En diciembre del año pasado cuando la protesta fue más violenta algunos manifestantes foráneos intentaron tomar la comisaría, pero la propia población de Ocros no lo permitió. Tienen una buena relación con la policía, un hecho extraño por estos días. Sin embargo, ese espíritu de paz no cambia sus convicciones.
Con la ayuda de la policía seguimos nuestra ruta hasta la frontera entre Ayacucho y Apurímac. En el camino, los estragos de los días difíciles aún estaban en la carretera. Es un lugar peligroso para las autoridades y para los foráneos. Por eso prefieren ver desde lo alto antes de acercarse.
Mientras nos acercábamos, nueva información llegó desde Andahuaylas, en ese mismo momento, un grupo de manifestantes se enfrentó con la policía. Apedrearon la comisaría y los efectivos respondieron con gases lacrimógenos.
Pero aún estamos a tres horas de ahí. En la frontera entre Apurímac y Ayacucho, Fredy Cevallos y su hijo viven en la carretera desde hace cinco días. Están a punta de pan y gaseosa. Son de Andahuaylas, fueron hacia Ayacucho para ayudar a un familiar y al regreso se encontraron con el bloqueo.
Acercarse a los manifestantes es una moneda al aire. Prohíben que cualquier foráneo grabe y si eres periodista, peor. Y si eres de Lima, aún más difícil.
Igual nos acercamos e identificamos. Son pocos, pero con la suficiente fuerza para largarnos del lugar si eso desean. Sobre nosotros, en el cerro, hay otros manifestantes que sirven de vigía y defensa. Fue un momento tenso, pero luego de varios minutos de diálogo accedieron a una entrevista con la condición de publicar, entre otras cosas, su opinión sobre nosotros.
Sus pedidos son cuatro: renuncia de Dina Boluarte, adelantó de elecciones para este año, disolución del Congreso y nueva constitución. En su mayoría son comerciantes del valle que han decidido plegarse al paro.
Ante la noticia que las Fuerzas Armadas apoyarán los desbloqueos, ya empiezan a ensayar algunos planes. Les pedimos pasar con nuestra camioneta, pero eso es otro punto que tampoco es negociable.
Pero no es momento de abusar de nuestra suerte. Tenemos la camioneta aún sin reparar y con un grupo mayor de manifestantes la historia podría haber sido diferente. Es hora de volver a Ayacucho, replegarse y pensar qué otros caminos podríamos tomar para continuar, porque nuestro norte sigue siendo el sur.