El terrible frío de madrugada
Las personas que trabajan de madrugada pueden combatir el frío con las más variadas opciones
Por estos días, el frío es de los peores enemigos de la población. Las temperaturas de este invierno han llegado a descender por debajo de los 10 grados centígrados en la capital haciendo de las noches limeñas las más frías de los últimos 50 años.
Si la humedad y las bajas temperaturas se sienten incluso dentro de nuestras casas, imagínese cómo la pasarán los trabajadores nocturnos, aquellos que no duermen de noche, trabajan en las duras calles de la ciudad, para llevar el sustento a casa.
Marcelina López, a sus 68 años, recorre todas las noches las húmedas calles de Surquillo. A su edad demuestra que su energía aún se mantiene intacta pese a que muchas veces debe limpiar el desastre que encuentra en las calles.
Descansar en horas de trabajo, por estos días, es complicado nos cuenta, pues si se sienta en alguna banca y deja de hacer actividad física, el frío se escabulle invadiendo su cuerpo prefiere terminar lo más rápido que pueda pues así se mantiene en calor.
Doña Julia Yana, en cambio, debe esperar horas sentada en la cuadra dos de la avenida Abancay esperando a que los escasos clientes lleguen a comprarle algo. Para mantener a su familia soporta las bajas temperaturas de todas las noches invernales. Vender sus golosinas en el día no es una opción, pues al no tener permiso, sería continuamente asediada por el área de fiscalización. Abrigarse muy bien es lo único que la ayuda a soportar el intenso frio.
El personal de seguridad nocturno no solo debe soportar el frio, debe hacerlo de pie y sin descanso. Segundo Crispín tiene mil y un historias que contar en su labor de vigilante en una convulsionada zona de San Juan de Lurigancho. Sin todo el abrigo que lleva puesto trabajar a la intemperie, sería una labor imposible.
Los caldos al paso, en varios rincones de la capital, son el remedio perfecto para soportar las bajas temperaturas en la madrugada. Los amigos del volante nocturnos saben aprovechar bastante bien, los beneficios que ofrece un contundente caldo de gallina de la calle.
En el paradero La Hacienda de San Juan de Lurigancho, Jean Paul Ricse, sirve cada cinco minutos, uno de estos tazones humeantes, que elevará la temperatura de sus clientes al paso.
En el cono norte, el servicio de caldos calientes para el frio también está disponible durante toda la noche y te lo llevan al taxi. Luis Huamán dispone de una amplia variedad en su carta con precios desde cinco soles.
Pocos son los que se resisten al aroma que proviene de estas enormes ollas que antojan en medio de la llovizna. La comida de casa caliente siempre será bien recibida a cualquier hora. En la maletera de su auto, Henry Sifuentes, lleva todas las noches, el menú de los trabajadores nocturnos de la calle.
Trabajadores de todo tipo como Alan Cortez, quien recorre las húmedas pistas de Lima, reciclando y buscando cada centavo en la basura. Por el kilo de botellas de plástico le pueden pagar hasta dos soles veinte. Por el cartón recibe cincuenta céntimos por kilo y por cada botella de vidrio vacía que encuentre, 10 céntimos.
Son las duras noches de los trabajadores de la calle, quienes a diario, resisten al frio y la humedad, que por estos días, golpean y debilitan incluso a los más fuertes.