Las bajas temperaturas y la humedad han convertido al asentamiento humano Nueva Rinconada, en Pamplona Alta, San Juan de Miraflores, en un verdadero desafío para sus habitantes.
Vecinos y pobladores enfrentan a diario el frío extremo y la carencia de servicios básicos como agua y desagüe, en un entorno que sufre las inclemencias del clima las 24 horas del día.
Las casas, hechas de materiales precarios como triplay y calamina, no son suficientes para resguardar a las familias de la neblina y humedad, que se cuelan por cada rendija y en cada respiro.
Lizbeth Cárdenas, una madre de cinco hijos, asegura que es muy difícil mantener el calor en su hogar, a pesar de las frazadas con que tratan de abrigarse. La realidad es aún más dura para aquellos que padecen enfermedades crónicas.
Julia Pacompía, que sufrió la amputación de su pie izquierdo por la diabetes, vive sola y tiene que lidiar con la humedad y el frío que exacerban su condición.
La situación también es crítica para Antonia Alzamora, quien padece de artrosis y ciática, y cuyo esposo fue diagnosticado con cáncer.
En medio de estas adversidades, las madres de familia han encontrado en las ollas comunes una fuente de esperanza y solidaridad, aunque no dejan de necesitar abrigo, botas y apoyo para sobrellevar el crudo invierno que amenaza su bienestar.
