Cabecillas de la extorsión se declaran la guerra
Dos peligrosos extorsionadores se disputan el control del transporte y cobro de cupos en Lima norte. Uno de ellos es Miguel Marín, quien, desde el penal, incluso, sabía de las acciones de fiscales y policías
Ruuthnam Berrios Pajuelo dejó su tierra donde el sol siempre brilla en Huánuco. Tenía la meta de ser un profesional. La carrera de administración de empresas fue la elegida. Pero como muchos peruanos, se vio obligado a dejarlo todo por trabajar, siendo el sustento de su hogar. En el 2018 empezó como chofer de la empresa El Mandarino.
Un amoroso padre de familia que pagó las consecuencias con su vida en una guerra abierta por las extorsiones a las principales líneas de transporte público. Acribillado, no le dieron tiempo de reaccionar. Una escena macabra convertida en amenaza.
Cupos, extorsión, sicariato, términos que combinados hacen eco del único que se siente dueño de cada negocio, de cada empresario, de cada ruta, de cada alma que se oponga a sus intereses en todo Lima norte.
Tantas obras de construcción civil, fijando su mirada en grupos musicales, secuestros planificados de prósperos empresarios y venta de droga al menudeo. Se arma para su próxima guerra ante un nuevo cabecilla que asume protagonismo ante la caída de alias el jorobado.
Le pide que espere su próxima señal al caudillo criminal conocido con el alias de Muelón. Un exconvicto identificado como Miguel Ángel Marín Morón. Se mide a fuego con el chinito de Belaunde. Que le sigue mandando más audios al que se ha convertido una piedra más en su camino.
Con la combi llena de pasajeros, descargaron cacerina contra el chofer de esta unidad de la empresa Uvita. El cuerpo de José Luis Ontiveros López de 32 años no resistió y su cobrador Luis Calle Vargas de 25 años terminó herido. Víctimas de ataques armados en plena avenida Túpac Amaru.
Para hablar de la era de Marín Morón tenemos que retroceder en el tiempo. Parece que fue ayer cuando se descubrió que desde una de las celdas del penal Sarita Colonia se orquestaban atentados contra las principales autoridades que investigaban por corrupción al entonces presidente Pedro Castillo y su círculo más cercano.
Documentos policiales reservados del año 2022, que evidenciaban cómo los internos coordinaban eliminar a las cabezas del grupo especial designado para desenredar la verdad oculta que rodeaba al otrora jefe de Estado.
"Coordina con el "Jorobado lucano", alista 40 lobos (dinero) para hacer la vuelta con "Los Gatitos de Ventanilla", el jorobado ya los contacta, y yo aquí en mi pabellón los tengo bajo custodia a cuatro de sus integrantes […] La chamba está dirigida para el jugo especial. Tú me entiendes; la dueña de la juguería es la tía Marita, el otro que le abastece es "colchón", el negro "franco" de la divisa es el plato fuerte, y solo faltaría ubicar a uno que le dicen "bica", se lee en el documento.
En sus jergas más básicas se pudo comprender que cuando se referían al juego especial hablaban del equipo especial. La tía Marita era la fiscal Marita Barreto. Colchón al coronel Harvey colchado. Negro Franco, el coronel Franco Moreno, y blanco el coronel Walter Lozano.
Dicha misiva escrita por puño y letra de un recluso tenía como destino las ambiciosas manos de Miguel Ángel Marín Morón, alias Muelón.
"Así como has matado, lo has matado a ese pobre humilde chofer". Mira, en tres minutos te mato a Blanquita, ni para que llegue al hospital y a media cuadra de la comisaría. Esa es mi gente efectiva, me entiendes. Vas a quedar mal en Collique. "A mí no sé nada, yo me dedico a otras cosas, esto es un juego para mí", dijo el extorsionador.
No puede revelar su nombre; es un chofer del mandarino. Nos lleva a conocer las rutas que han sido tomadas por los extorsionadores. Salen desde el paradero de Canto Grande hasta llegar al Pasamayito que conecta San Juan de Lurigancho con el distrito de Comas.
Exponen sus vidas por la inclemencia del clima y los rocosos caminos. Pero cada vez que ven las luces de vehículos acercarse solo cierran sus ojos en señal de miedo. Unos 80 soles diarios, que ahora tendrán que compartir entre las bandas criminales que quieren su tajada.
Este grupo de trabajadores aseguran que no conocen a ningún monstruo, que los tratos se resuelven sobre una mesa donde ellos no tienen ni voz ni voto. Les dejan recaditos y no pueden confiar en nadie. No se trata de valentía sino de estar a ciegas en un mundo donde el próximo puede ser cualquiera de ellos.
Es un clamor compartido por más del 40% de las líneas de transporte, sus víctimas, choferes y cobradores, que no están preparados para esquivar más balas. Como el caso de la línea de El Chino, donde dejaron granadas de guerra, y hasta la policía UDEX tuvo que llegar para desactivar aquella amenaza latente.
Es hora de que despierten de una realidad que nos consume. No nos conformemos en comparar nuestra sociedad con la del extranjero. Acciones firmes y decididas; de lo contrario, las familias tendrán que aprender a decirles a los pequeños que se siguen aferrando a imágenes eternamente.