Viejos amigos, la historia de tres piratas
Reseña de la última producción nacional que está dando que hablar. Premio Titra a la película peruana más votada por el público en el Festival de Cine de Lima 2014.
Lauro Minaya Cárdenas / @minayal
Bien se dice que los amigos se cuentan con los dedos de una sola mano. Si es así entonces no ninguneemos la sabiduría popular de una frase que fácilmente pudo haber nacido en Los Barracones de El Callao, o en Los Barrios Altos de una Lima antigua.
Que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Viejos amigos narra la historia de tres veteranos chalacos con esquina; ellos van y vienen, tiran y aflojan, chupan y fuman, se enamoran y lloran.
La historia, así como el desenvolvimiento total de sus hechos, avanza sin traspiés jugando con la amistad masculina, aquella que nace en el seno de la collera de barrio; con los achaques de la vejez, los cuales no siempre son un impedimento para hacer mataperradas; y con un idílico Callao, puerto bravo que parió a jugadores de raza ¡Vamos Boys!
Hechos claves
Somos amigos de barrio, y eso nadie lo cambiará nunca. La escena en la tribuna de fútbol muestra un desentendimiento generacional, pues uno de los octogenarios, Ricardo Blume, cuadra a un chibolo que por poco se le viene encima. La diferencia de edades impidió que se agarren a golpes.
Más adelante, los tres amigos se encuentran en un bar con el mismo joven, él es un barrista que no aguanta pulgas, y acompañado de sus amigotes, encara a Blume sobre lo sucedido en el estadio. Es ahí que tras una breve reflexión, el viejo decide contar el por qué de su reacción, no sin antes pedir un par de heladas para toda la collera; las historias del equipo de sus amores bajo una tenue luz cenital, se unirán a las risas cómplices de quienes se reconocen como chalacos. Amistad, le llaman.
Si de los protagonistas hablamos no debemos olvidar su respetable edad. ¿Qué es la vejez? Quizás el guión responda diciendo: es una manera más de actuar destacando ciertos aspectos como la senilidad o la incontinencia urinaria, puestas al servicio de la comedia.
Y es que en la edad dorada los juegos sí importan. Miren sino a Gassols, quien constantemente juega bromas a la juventud más incrédula, aquella que aún mira de lejos la llegada del urólogo y su dedo acosador.
Por otra parte, son constantes los guiños a un Callao que se nos va (o se nos fue), puerto pícaro que acaso refleja su colorida realidad en cada uno de los personajes del filme. Imágenes incontrastables de su gente, sus calles, sus playas y sus bares, hasta donde parece llegar la arena del mar.
Lo que faltó
La escena del estadio se quedó corta. ¡Jugaba el Boys! Faltaba más emoción en la tribuna, había un vacío que se hacía evidente ante los cánticos inútiles de un público que desnudaba su actuación, fingiendo seguir un partido de fútbol.
Con un poco más de osadía, la escena pudo haber sido grabada hasta con los mismos jugadores del cuadro chalaco, quienes hubieran simulado un juego real. Discúlpenme pero en ese instante, pensé inmediatamente en el Racing versus Huracán de ‘El secreto de sus ojos’. Y es que “una pasión es una pasión, querido”.
Ficha técnica:
Dirige Fernando Villarán. Actúan Ricardo Blume, Carlos Gassols, Enrique Victoria, Teddy Guzmán, Carlos Victoria, Lorena Caravedo, Carlos Montalvo, Emanuel Soriano, Mayra Couto y César Ritter.
Esta cinta participó en el Festival de Cine de Lima dentro de la sección de competencia oficial. Es la ópera prima de Fernando Villarán, quien también escribió el guión.