Violación en SJL: hablan las mujeres que denunciaron al sospechoso del crimen de la niña
Ambas realizaron denuncias en las comisarías pero no encontraron justicia hasta ahora
María tiene 20 años de edad, pero cuando César Augusto Gustavo Alva Mendoza se cruzó en su camino tenía 17. La joven solía salir de su casa con apenas un sol en el bolsillo para pagar el pasaje de ida a su trabajo. El otro sol, de regreso a casa, se lo daba su jefa al final de la jornada.
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Pero en un día de abril del 2014, María, una humilde muchacha natural de Celendín, pagó su pasaje, su único sol, a un bus equivocado y, entonces, se perdió en San Juan de Lurigancho sin ninguna moneda adicional encima.
Asustada, María, en esos juegos terribles del destino, se encontró con César Augusto Gustavo Alva Mendoza, a quien le pidió que le regalara un sol para, así, poder regresar a su casa. Lo que vino después fue engaño y abuso.
“Yo no sabía, me quedé en Bayóvar, se mostró como una persona buena y le pedí un sol me llevó a su casa me agarró y me arrastró a su casa”, dijo a Cuarto Poder, María, víctima de violación.
Cuando llegamos a su casa, la joven no sabía quién era Jimena ni qué le había pasado a la niña, pero cuando mencionamos el nombre de César Augusto Gustavo Alva Mendoza su rostro se llenó de pánico. Su madre la acompañó a la comisaría de Mariscal Cáceres e interpusieron una denuncia contra su supuesto agresor.
La Policía fue hasta esta casa ubicada en la avenida Central en San Juan de Lurigancho, en busca de César Augusto Gustavo Alva Mendoza y sólo encontró a su padre, a Víctor Manuel Alva, quien les dijo que su hijo era un consumidor de drogas.
María estaba desvalida, sin autoridad que le ayudara a atrapar al sujeto que la atacó y, entonces, su denuncia se quedó en el papel del olvido nada menos desde el año 2014 cuando ella, completamente sola, con 17 años, trató de reconstruirse, enredada en pesadillas.
Susy tuvo una crisis nerviosa cuando la llamaron por teléfono para contarle que el principal sospechoso de la muerte de Jimena, la niña que apreció carbonizada, era: César Augusto Gustavo Alva Mendoza, el mismo hombre que ella persigue sin éxito desde hace un año, cinco meses.
En setiembre del 2016, Susy fue a cobrar una deuda a una señora que vivía en una casa multifamiliar. Cuando bajó hacia el segundo piso, ya para irse, encontró la puerta cerrada. De pronto, de una de las casas alquiladas, salió César Augusto Gustavo Alva Mendoza quien, al verla sola, la cogió del cuello y la arrastró hacia su cuarto amenazándola con una tijera.
Cuando llegó a casa, con el rostro golpeado, Susy le contó a su esposo lo que le había sucedido y fueron a buscar al agresor. A quien encontraron en la casa alquilada fue a su padre, a Víctor Manuel Alva. El, según Susy, le ofreció dinero para evitar que denunciaran a su hijo.
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Susy fue a la Comisaría de la Huairona e interpuso una denuncia que no se movió de un escritorio hasta que ella misma, junto a su abogada, presionó a la Policía para que su caso sea llevado al Ministerio Público. Pero nadie emitió ni una orden de captura. En los tribunales, según narra, el fiscal hasta la acusó de encubrir a su propio agresor.