Sendero Luminoso: Los crímenes más sangrientos del grupo terrorista
Se atribuye a Sendero Luminoso la responsabilidad directa de la muerte de entre 31 mil y 35 mil personas. Pero es probable que el número real sea mayor
No le importó dar órdenes para matar a miles de inocentes en pos de conseguir su objetivo. “Salvo el poder, todo es ilusión”, decía una de sus consignas más difundidas. Sendero Luminoso asesinó a humildes familias campesinas que rechazaban su fosilizada ideología.
Se atribuye a Sendero Luminoso la responsabilidad directa de la muerte de entre 31 mil y 35 mil personas. Pero es probable que el número real sea mayor. Ni Abimael Guzmán, ni su conviviente Elena Iparraguirre, ni la mayoría de miembros de su Comité Central –todo en distintas prisiones del país– se arrepintieron jamás de esos crímenes.
Recordemos que, entre los cientos de atentados que comenzaron el 17 de mayo de 1980 con la quema de ánforas electorales en Chuschi, Ayacucho, le siguieron otros de mayor envergadura y letalidad.
Lucananamarca 3 de abril de 1983
La Comisión de la Verdad determinó que, desde las primeras horas de ese infausto día, unos sesenta miembros del PCP-SL, armados con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego, iniciaron un ataque a lo largo de un trayecto que comprendió las zonas de Yanaccollpa, Ataccara, Llacchua, Muylacruz, y culminó en el pueblo de Lucanamarca, todas ellas pertenecientes al distrito de Santiago de Lucanamarca, provincia de Huancasancos, Ayacucho. Como consecuencia de la incursión senderista, 69 campesinos fueron brutalmente asesinados. 18 de ellos niños, uno con apenas seis meses de nacido. Esta fue la primera represalia contra poblaciones que se resistían a colaborar con su lucha armada.
El 16 de julio de 1984, Sendero Luminoso asaltó un bus que se dirigía de Santococha a Soras y luego de matar a todos sus ocupantes usó el transporte para iniciar la llamada caravana de la muerte, pues torturó y asesinó a 117 pobladores a lo largo del camino, en una jornada que supera en crueldad a la matanza de Lucanamarca. Ellos tampoco quisieron plegarse a su proyecto subversivo.
Atentado contra canal 2, el 5 de junio de 1992
Esa noche un coche bomba detonó en la puerta del canal de la avenida San Felipe, en Jesús Maria, con 600 kilos de explosivos. Entre los escombros se hallaron los cuerpos sin vida de dos agentes de seguridad y del productor del noticiero, Alejandro Pérez.
Atentado en la calle Tarata, 16 de julio de 1992
Fue el ataque más salvaje de una organización criminal que había conseguido implantar el terror en el campo y que en las ciudades actuaba en las sombras. Los terroristas dejaron un automóvil lleno de explosivos en la cuadra 2 de Tarara en Miraflores. La onda expansiva del estallido alcanzó 300 metros a la redonda y sacudió a la ciudad. El resultado: 25 muertos y 155 heridos, algunos sobrevivientes quedaron mutilados y otros jamás se recuperaron de las horas de terror que vivieron mientras eran rescatados.
Entre enero y julio de ese año 37 coches-bomba Sendero Luminoso acabaron con la vida de 57 personas.
Y entre los tantos asesinatos selectivos, uno de los más sanguinarios fue el ataque a la líder de Villa El Salvador María Elena Moyano, ultimada a balazos delante de sus hijos. Ese año Sendero Luminoso ejecutó a 27 dirigentes vecinales.
Una columna subversiva, asimismo, emboscó y dio muerte a la periodista Bárbara D’achille, así como a múltiples autoridades, políticos y miembros de las Fuerzas Armadas.
A ello hay que añadir el constante sabotaje a las propiedades del Estado, que trajo más pobreza al país, así como el derribo de torres de alta tensión que dejaban a oscuras a ciudades enteras, incluyendo a hospitales y otros servicios de emergencia.
Un grupo criminal que se decía defensor del pueblo pero que no dudó en secuestrar niños para formarlos en sus filas y que tenía por líder máximo a Abimael Guzmán Reinoso.
Enceguecido por su ridícula convicción ideológica, que, según él, le aseguraba la victoria final basada en un extravagante determinismo científico, jamás pensó que caería a través un seguimiento paciente como el que llevó a cabo el GEIN, sin un solo disparo ni derramamiento de sangre.
La operación victoria a cargo del Grupo Especial de Inteligencia de la Policía Nacional culminó exitosamente un 12 de septiembre de hace 29 años. Julio Becerra, Ardilla, y Cecilia Garzón, Gaviota, fueron los primeros agentes en ingresar al domicilio donde se escondía Guzmán, Elena Iparraguirre y su personal de confianza. El resto es historia.
El baldazo de agua fría que para Abimael Guzmán significó ser capturado de ese modo, se hacía evidente en la mirada iracunda y rencorosa que registraron los videos policiales de entonces.
Condenado a cadena perpetua, la ferocidad de esa mirada iría apagándose año a año en la celda de la cual nunca más saldría con vida.