La Oroya: el destino del centro metalúrgico aún es incierto
El presidente electo PPK pidió a los pobladores que marchen al Congreso
Hace poco más de una semana, la problemática de La Oroya volvió a emerger del recuerdo como tarea pendiente, luego que el electo presidente Pedro Pablo Kuczynski visitara esta ciudad y dijera a los trabajadores de Doe Run Perú – y a la población en general – que hicieran una marcha hacia el Congreso para exigir que la compañía apoye el proyecto metalúrgico.
Se ha hablado mucho de los dichos de PPK en La Oroya. Lo cierto es que sus afirmaciones pusieron nuevamente sobre el tapete la situación de la Oroya. Una realidad llena de paradojas en lo económico y lo social y que aún convive con los fantasmas de la contaminación medioambiental que la atormentaron durante décadas.
LA HISTORIA
En el año 1997, el consorcio integrado por Doe Run Resources Corporation y Renco Group Inc, propiedad del millonario norteamericano Ira Rennert, se adjudicó la unidad conocida como METALOROYA, propietaria de este complejo metalúrgico, dedicado a procesar polimetales para obtener cobre, zinc, y plomo, entre otros. También adquirió la mina Cobriza, ubicada en Huancavelica. Entonces, el consorcio pasó a llamarse Doe Run Perú.
En el contrato con el Estado peruano, la empresa norteamericana se comprometía a cumplir en un plazo de diez años con el Programa de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA).
El PAMA, le permitiría a la empresa adecuarse a los estándares de calidad ambiental que entonces eran exigidos por el Estado Peruano. En el año 96, regía de forma referencial este estándar: hasta 572 microgramos por minuto de dióxido de azufre al día (572 ug/m3). En el año 2001, el estándar se hizo más estricto: tan solo 365 microgramos diarios (365 ug/m3).
En el 2008, se estableció los 80 microgramos diarios como tope (80 ug/m3).
Doe Run tuvo 15 años para adecuarse a estas exigencias ambientales, pero nunca lo consiguió. Y eso a pesar de las dos prórrogas que el Estado le otorgó, una hasta el 2009 y otra hasta el 2012.
Si bien modernizaron los circuitos de procesamiento de plomo y zinc hacia el 2009, nunca modernizaron el de cobre, quizás el más importante. Debido a esto y a la sobrecarga de la producción, la contaminación en La Oroya, heredada de administraciones anteriores, se mantuvo.
Algunos dicen que, incluso, se disparó. Según, los monitoreos de la Dirección General de Salud, las emisiones diarias en La Oroya superaban los 2000 microgramos por minuto de dióxido de azufre, en los años 2007, 2008.
La Oroya ya era para entonces una de las 10 ciudades más contaminadas del mundo. Sus pobladores lo sufrían y las demandas de estos peruanos contra la empresa en Estados Unidos no se hicieron esperar.
Los problemas medioambientales no fueron los únicos para DOE RUN Perú. Para el 2010, la empresa ya no podía pagar sus obligaciones comerciales, laborales y ambientales. La minera CORMIN, una de sus proveedoras, la terminó llevando ante INDECOPI. La deuda contraída por DOE RUN supera los 500 millones de dólares y en el disímil grupo de acreedores figura el Ministerio de Energía y Minas, una empresa del propio Ira Rennert, la SUNAT, los trabajadores y las compañías mineras.
LA SITUACIÓN ACTUAL
En el 2012, la Junta de acreedores decidió no aprobar el plan de reestructuración propuesto por DOE RUN Perú, debido a que condicionaba el reinicio de las operaciones a mantener estándares de calidad de los años noventa y a que el Estado peruano reemplazara a Renco Group, una de las integrantes del consorcio, en las demandas planteadas por gente de La Oroya en Estados Unidos.
Desde entonces, han pasado 4 años y tres administradoras concursales elegidas por esta junta. Se ha tratado de vender los activos de la empresa como el complejo y la mina Cobriza, bajo la modalidad de liquidación en marcha, es decir con el negocio operando, pero hasta ahora no ha habido éxito. Doe Run, bajo la administración de la liquidadora DIRIGE, produce hoy a niveles mínimos y con una carga laboral en la práctica casi inexistente.
¿Por qué no se ha podido vender en todos estos años los activos de DOE RUN? Según fuentes de la Junta de Acreedores no se pudo concretar la venta debido a una serie de exigencias que hacen poco atractiva la compra. Entre estos, los estándares ambientales nacionales rigurosos que difieren del patrón internacional, la solicitud de contratar a los más de 2 mil trabajadores en planilla que tiene la empresa, aunque no trabajen actualmente, y la posibilidad de cargar con los pasivos ambientales heredados por La Oroya.
Y aquí es donde entran los dichos de Pedro Pablo Kuczynski de la semana pasada. Con la supuesta marcha desde La Oroya a Lima, lo que buscaría es meter presión al Congreso para modificar la ley concursal y prorrogar la denominada liquidación en marcha, al menos por unos meses, hasta encontrar un postor interesado. El próximo 27 de agosto vence el plazo.
Una vez cumplido, lo que quedaría es el remate de todos estos activos, a un precio mucho menor al real. Sin embargo, esta semana, se presentó una nueva arista en esta historia.
Mientras Kuczynski los conminó a marchar, la liquidadora DIRIGE presentó una serie de propuestas para vender de una vez los activos de DOE RUN y cancelarle la deuda a todos. Si bien DIRIGE apoya la prórroga de la liquidación en marcha propuesta por el electo Presidente de la República, también propone flexibilizar los requerimientos ambientales, darle derecho al nuevo dueño para contratar a aquellos trabajadores que considere calificados y vender el complejo y la mina por separado. Algo que los trabajadores, ya dijeron que no van a aceptar.
Con semejante bronca en la interna de los acreedores, hoy La Oroya luce más deshabitada que nunca. Desde el cierre del complejo metalúrgico, la población se redujo en un 50%, de 70 mil a 35 mil personas. Muchos negocios están cerrados.
Los próximos días serán decisivos para el futuro de La Oroya. La junta de acreedores de Doe Run se reunirá en las próximas semanas para discutir las propuestas de DIRIGE y ver si por fin se puede vender el complejo y la mina. Hora Cero para la denominada capital metalúrgica del Perú y de Sudamérica.