Lima afectada: Los huaicos que arrasaron a la capital y que dejó cientos de damnificados
La activación de quebradas, que incluso se encontraban inactivas por muchos años, han generado cuantiosos daños y a dejado a familias sin nada más que lo que llevan puesto.
Viene ya el huaico y no hay tiempo para ir muy lejos. Lo poco que le queda a esta mujer parece ser más importante que su propia vida. Su vida entera es lo que ha podido rescatar del lodo que cubrió la mitad de su casa, ocurrido un día atrás. El preciso momento de la llegada del huaico y de la reacción de los vecinos, comienzan a correr con palas y a mover los bloques de cemento, la arena para evitar que llegue a las casas que están a dos metros de aquí.
En la tarde del último miércoles la tragedia se ensaña con los pobladores de California Baja. Un nuevo huaico en Chosica arrasa con las viviendas asentadas junto al río Rímac, pero ya nada se puede hacer. Infinitamente superior al hombre es la fuerza de la naturaleza.
Comienza a desmoronarse poco a poco el muro de contención que tienen. El riesgo de ser arrastrada por la fuerza del agua amenaza a Próspera de 70 años y a su ayudante quien trata de mover una cocina antes que correr a un lugar seguro.
En Chosica, California Baja es una de las más de 50 quebradas de Lima que esta semana desataron su furia debido a la persistente lluvia que provoca Yaku, el ciclón con nombre quechua que deliberadamente significa 'Agua'.
El huaico tiene un destino inevitable. El furioso Rímac. Estamos en lo que llaman California baja, estas son casas que a lo largo del tiempo se han ido asentando, construyendo incluso inmuebles de 3 y 4 pisos, pero aquí muy cerca del río Rímac.
El futuro cercano de estas viviendas todavía en pie, de estas familias aún expectantes parece reflejarse como una premonición en las imágenes. A menos de dos kilómetros, en solo diez segundos una casa de aparente buenos cimientos se rompe y desploma como si fuera una galleta remojada.
Naufragan en el río Rímac dos tanques de agua, el último vestigio de una familia de diez integrantes que vivió aquí con certificado de posesión durante diez años, una familia que logró dejar su morada horas antes del desastre.
Cuerpo a cuerpo es una pelea contra la furia de la naturaleza. Sólo ella sabe el camino a tomar y lo que va a provocar. Es el kilómetro 23 de la Carretera Central. Esta aparente calle Residencial es en verdad la quebrada Huascarán. Un registro capta a dos pobladores, uno de ellos junto a un vehículo que poco a poco cede ante el huaico. El agua, de pronto, arrastra al joven de camiseta celeste, pero él parece resistir, la otra persona de polo azul le extiende un brazo para no perderlo en la avalancha. Como ellos, otros pobladores asentados en quebradas lotizadas e incluso con servicios de luz, agua y alcantarilla han resistido el azote de la naturaleza.
Esta semana la activación de 26 quebradas en Chosica y Chaclacayo detuvo el tránsito de ida y vuelta en la Carretera Central. Por cada huaico se ordenaba el cierre de las vías. El desastre había superado la capacidad de respuesta de los gobiernos locales, pasaban hasta 12 horas y no podían conseguir maquinaria para remover el lodo ni desatollar camiones.
En la carretera, a las 3 de la mañana su hija Nazly con tres meses de nacida sufría las consecuencias de años, décadas de falta de prevención.
En medio de la tragedia, la historia del bebé Emir es la prueba de un milagro. Con apenas un año y 10 meses ha sobrevivido a la más poderosa avalancha que azotó la zona alta de Jicamarca, en el límite con San Juan de Lurigancho y Huarochirí. Su sola figura parece ser el símbolo de todas las medidas de barro que aquí se tomaron.
Ese 15 de marzo por la mañana el agua producto de las intensas lluvias bajó por la quebrada conocida como “El Valle” en el anexo 22 de Jicamarca. Familias enteras, madres con bebés en brazos se quedaron aisladas por el paso del huaico.
Desde lo alto de los cerros se puede ver cómo el lodo baja por una vía en la que no existe ningún muro de contención, mucho menos una obra de drenaje.
Era el centro de salud “El Valle” la única construcción moderna y equipada de la zona. Cuentan los testigos que, en plena atención a niños y madres gestantes un alud entró por las compuertas y enterró casi todos los ambientes que funcionaban en el primer piso.
Es jueves 16 de marzo, un día después se puede ver la magnitud de la tragedia. En medio del desastre, urge recuperar un lote de vacunas que está a punto de caducar por falta de refrigeración. Dos enfermeras han ingresado en una cadena humana para no quedarse atrapadas en el pantanoso lodo del huaico. Sacan las vacunas de una enorme y hoy inservible congeladora que parece flotar en medio de esta sala de inmunizaciones.
Una caja de vida fría contiene ahora las vacunas de cientos de niños de la zona de Jicamarca en San Juan de Lurigancho. Sus tratamientos médicos y preventivos ya están a salvo.
El centro de salud “El Valle” atendía a cerca de 150 personas al día. Hoy el huaico lo ha dejado inoperativo. Arrasó con los consultorios, tópico, laboratorio, control de niño sano, farmacia y área dental. Una ambulancia completamente nueva y dos camionetas para el servicio administrativo también han quedado enterradas.
En Cieneguilla, la quebrada conocida como Río Seco se activó tras décadas en calma. Desde el último martes a las 4 de la tarde, el desborde de los huaicos arrasó con las viviendas de las personas que habitaban alrededor de los cerros. Para la noche, las personas empezaron a ser rescatadas como si se tratase de sobrevivientes de un gran terremoto. Se cuentan en centenares las familias que quedaron en total oscuridad, con sus viviendas destruidas.
En un recorrido de más de 50 calles totalmente demolidas por el paso del huaico, este grupo de voluntarios encontró a este anciano, con cortes de cabeza a pies, que sobrevivió a la avalancha de lodo y piedras durante casi un kilómetro.
Lluvias de casi diez horas ininterrumpidas, días de diluvio en Lima desde Ancón hasta los balnearios de Punta Hermosa. Hoy las autoridades confirman el alejamiento del ciclón Yaku de nuestras costas, pero antes de si quiera empezar a recuperarnos, ya se anuncia la llegada de El Niño.