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Cuatro miembros de una familia, entre ellos dos peruanas, fueron asesinados en Puerto Rico por su joven inquilino de 27 años y su complice. Lo que jamás pensaron es que su quinta víctima, un niño de 13 años, sobreviviría al atentado y sería la pieza clave para desenmarañar la masacre.
Puerto Rico despertó con una trágica noticia que tocaba también a nuestro país: el macabro hallazgo de cuatro cadáveres en la apacible zona de Guaynabo. Todos miembros de una misma familia con cadáveres de por medio, pero entre toda la terrible escena, una esperanza depositada en un niño de tan sólo 13 años, que logró sobrevivir a la masacre más espeluznante de los últimos tiempos.
Todo un país conmocionado aterrorizado con tanto ensañamiento… pero este horror, ha traspasado fronteras y ha llegado a nuestro país… y es que la madre y la abuela del niño
sobreviviente son peruanas
Hace veinte años, Carmita Uceda Ciriaco emigró a Puerto Rico y ahí conoció al amor de su vida, un ex sargento del ejército con quien tuvo dos hijos tiempo después, Carmita animó a su madre Clementina Ciriaco para que deje el Perú y viva con ella.
Toda la familia vivía bien, pero en los últimos meses sólo uno era su mayor problema: un inquilino, a quien le arrendaban un departamento, simplemente no quería pagar su deuda.
La noche del lunes 17 de noviembre, Christofer Sánchez Ascencio, el inquilino llegó hasta esta la casa en Guaynabo: estaba Carmita, su esposo Miguel Ortiz, su madre Clementina y sus dos hijos de 15 y 13 años.
El inquilino parecía tener la intención de saldar su cuenta, pero en realidad, al tenerlos frente a frente empezó a montar su plan:
Carmita, Miguel y Clementina fueron ultimados a balazos, mientras que los dos menores fueron secuestrados, pero ni bien llegaron a la carretera 174, Michael de 15 años fue asesinado.
Cuando todo parecía estar consumado también para el más pequeño de la familia, un milagro parece haberlo protegido cuando lo apuntaban, los asesinos, se quedaron sin balas, así que le cortaron la yugular y causaron otras heridas en el cuerpo. Le rompieron la nariz y pensando que estaba muerto lo asfixiaron y lo tiraron desde el puente.
El cuerpo del menor estaba inerte, pero un impulso lo despertó prácticamente de la muerte.
Hasta ese momento, nadie sabía quien había asesinado a los cuatro miembros de la familia Ortiz Uceda y lo que parecía un crimen sin resolver un personaje clave en toda esta masacre, parecía venir prácticamente del más allá.
El más pequeño de la familia había sobrevivido y él fue quien le contó a la policía toda la verdad.