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En nombre del amor y los deseos más sublimes de paz…tráfico, caos y alboroto. Más de 1 millón de vehículos en marcha transforman la navidad en un indeseado infierno y en los más congestionados puntos de frenéticas compras ya no cabe un alfiler más. ¿Qué tan probable es una nueva tragedia de diciembre?
En Lima, a la vía expresa de paseo de la República, ya no le queda nada de rápida. Por arriba el tránsito avanza lánguidamente debido a la hora punta, mientras por debajo, los vehículos circulan literalmente a paso de tortuga.
Manejar en la capital es todo un reto, pero soportar el tránsito, en verdad, es toda una hazaña.
Peor aún si, los conductores tienen planeado ingresar a la populosa, concurridísima y hacinada avenida Abancay. No importa si quiere salir o ingresar igual encontrará un vehículo al frente y otro en medio impidiéndole el paso. Pero lo que más lo atrasará, y estresará, son los taxistas que no se mueven hasta conseguir un pasajero en sus paraderos improvisados.
La policía recomienda a las personas que no asistan a sus vehículos solo en servicio público y taxi de tal manera que no sea congestionado.
La estampa navideña del tráfico limeño es humo, desorden, ruido, intolerancia, lentitud y más. Si puede prescindir de su vehículo al momento de ir de compras y su recorrido no es muy largo, hágalo, camine.