¿Por qué en 30 años el planeta no podrá alimentarnos?
Se estima que entre un 30% y un 40% de los alimentos producidos en todo el mundo no llegan a consumirse y se convierten en desperdicios.
Un artículo publicado en la edición online de la revista 'Nature' afirma que, al ritmo actual, el impacto medioambiental de los procesos y la infraestructura necesarios para alimentar a la población mundial podrían aumentar entre un 50% y un 90% en las próximas décadas. Esto sería una realidad, ya que para el año 2050 la cifra de la población mundial alcanzará los 10.000 millones de personas.
Los investigadores de la Universidad de Oxford han desarrollado un modelo detallado para cada país, y han identificado varias áreas de impacto críticas, entre ellas están:
- Las emisiones de los gases que aceleran cambio climático
- La pérdida de espacios naturales
- El uso de agua dulce y la diseminación de nitrógeno y fósforo a través de fertilizantes
¿Cuál podría ser la solución?
Marco Springmann, investigador de la universidad inglesa y autor principal del artículo, resaltó que es importante tomar consciencia de los desperdicios que generamos y cuánta comida consumimos. Por esta razón recomienda:
- Adoptar dietas más sanas
- Apoyar a empresas alimentarias con prácticas sostenibles
- Exigir a los responsables políticos una regulación medioambiental
De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción de pasto y la elaboración de piensos para alimentar al ganado supone el 80% de la superficie cultivable del planeta.
Sin embargo, sólo un 55% de las calorías de los cultivos del mundo están destinadas directamente a la alimentación humana; el resto se reparte entre la ganadería (en torno a un 36%), los biocombustibles y otros productos industriales.
¿Cuál sería la dieta ideal ideal?
Los autores del artículo sugieren una dieta que privilegie los productos locales y de temporada, con al menos 500g diarios de frutas y hortalizas, al menos 100g de proteínas vegetales (legumbres, cereal o frutos secos) y pequeñas cantidades de proteínas de origen animal, como aves de corral, pescado, leche y huevos. Por otro lado, la carne roja quedaría reducida a una porción semanalmente.
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