Hoy:

    Secretos capitales

    Balcones coloniales, fachadas barrocas, mueblería de mármol, toda la herencia del estilo europeo, sin estar en el viejo continente. Esta es Lima, esta es la belleza escondida de nuestra ciudad

    Cuarto Poder

    El Gran Hotel Bolívar no solo es el lugar en donde se puede tomar un gran pisco sour, que las leyendas urbanas del siglo XX registraban como el mejor de la ciudad. Las historias que se escribieron en su interior podrían llenar fácilmente un gran libro.

    El presidente Augusto B. Leguía mandó a construirlo para recibir a los visitantes más ilustres que tendría la ciudad por aquella celebración.  Abrió sus puertas un 9 de diciembre de 1924 y años después, se convertiría en el lugar predilecto de grandes estrellas del mundo en sus visitas por el Perú.
     
    La Casa Fernandini, la primera vivienda en el Perú hecha enteramente de concreto. se terminó de construir en 1913 bajo la dirección del arquitecto Claudio Sahut, un francés que hizo además los primeros planos de Palacio de Gobierno y el Teatro Colón.  Ahí vivió Anita Fernandini de Naranjo, la primera alcaldesa de la ciudad de Lima en 1963. Hoy es un tesoro nacional cuya fachada fue restaurada en su totalidad debido a la explosión de un coche bomba en el 88.
     
    Ubicado en Barrios Altos, el cementerio Presbítero Maestro jamás deja de sorprender a sus visitantes con sus suntuosos mausoleos, ángeles de alas desplegadas, desnudos griegos y ornamentadas tumbas de personajes de la aristocracia y la política peruana, así como algunos artistas y escritores que dejaron huella a su paso por este mundo
     
    Desde los años 40, en Lima empezó un deterioro que se volvió imparable. Y hasta esta parte del siglo XXI la Ciudad de los Reyes, declarada patrimonio de la humanidad en 2013, se desgasta cada vez más por el clima, los embates de la naturaleza y, cómo no, el abandono en que se encuentran muchos de sus emblemas urbanos.
     
    Revertir aquel deterioro, toma tiempo y dinero, pero sobre todo riguroso profesionalismo y capacidad de planificación. A falta de estas condiciones, nuestras joyas simplemente van perdiéndose una a una, como sucedió con la antigua quinta de El Buque, considerado el primer conjunto habitacional de la ciudad.