Sarratea: el "búnker" del expresidente Pedro Castillo al descubierto
Por vez primera, una cámara repasa este lugar que ha sido incautado y que es un bien administrado por el Estado
Entrar a la “Casa Sarratea” y recorrerla como lo haremos en los siguientes minutos era hasta ayer un imposible.
Hoy, por vez primera, una cámara repasa este lugar que ha sido incautado y que es un bien administrado por el Estado. En las próximas semanas está programado el anuncio oficial de quiénes serán sus nuevos ocupantes: se habla de un equipo de lucha anticorrupción, se habla de nuevas oficinas para los peritos de la fiscalía, se habla de darle un ejemplar final a todo lo que callaron las paredes de cada habitación.
Así lucía, hace 10 años, el inmueble del pasaje Sarratea 179, Breña. En la imagen del 2013 tenía dos plantas. Al año siguiente, Alejandro Sánchez Sánchez lo compró a través de un crédito hipotecario por más de 354 mil soles. Era agosto del 2014. El empresario chotano reconstruyó la vivienda de tan solo 72 metros cuadrados en esto: un primer piso ya con acceso a cochera, 5 plantas construidas en su totalidad y una azotea. La estrechez del inmueble se compensó rápidamente con su altura. La envidia del vecindario que poco después tuvo como nuevo vecino a un candidato presidencial.
Cuando Cuarto Poder captó en primicia que el presidente Pedro Castillo recibía invitados anónimos por la noche en la Casa Sarratea, fue evidente la poca profundidad de la primera planta. Se hizo evidente por el ajetreo de sacar autos para que el vehículo oficial de Palacio de Gobierno pudiera ingresar. Quizás contra el tiempo, el mandatario también dejaba su carro en la calle para entrar presuroso y directo a la vivienda. Desde aquí es que iniciamos esta especie de tour por lo que algunos llamaron el búnker de Pedro Castillo.
En la primera planta confirmamos el acceso directo a escaleras y a la izquierda el garaje con capacidad para un solo vehículo. En este lugar, se captó la foto del exmandatario y Fritz Moreno Cossio, hoy detenido como presunto líder de una banda de clonación de placas y robo de autos de lujo.
Al fondo, en un almacén, nos da la bienvenida Pedro Castillo proclamando que no robaría, que no sería ocioso y que no mentiría de entrar a Palacio. Una caricatura, sin duda. En este ambiente, Alejandro Sánchez depositaba los productos médicos de su empresa Aldalab. La distribución incluye separaciones por área de despacho, de embalaje o almacenamiento. Todos son vestigios de un pasado mejor al que viven hoy sus anteriores ocupantes.
Todos los visitantes de Sarratea consultados nos dicen que siempre fueron llevados de la puerta a la escalera directo al segundo piso, a la izquierda.
Desde la ventana, el segundo piso está distribuido por una sala y un pasadizo que lleva a un baño de visita, una habitación pequeña y otra grande al fondo.
En efecto, vamos por las escaleras que hace casi 2 años recorrieron grandes y pequeños personajes para tener reuniones con el candidato y luego con el presidente Pedro Castillo. Una puerta nos da pase a la sala u oficina administrativa.
En esta habitación, de la izquierda, estuvieron líderes de izquierda como Vladimir Cerrón quien aquella vez felicitó a Castillo como “un verdadero hijo del pueblo” tras el conteo al 100% de los votos que lo hacía presidente. Cerrón y Castillo, aquella vez, se robaron sus mejores sonrisas.
A este segundo piso también llegó el 27 de julio el expresidente boliviano Evo Morales. En esta sala celebró las futuras alianzas con su par, a solo un día de la juramentación oficial. Aunque nunca se dio una versión oficial de dónde se llevó a cabo este encuentro, hoy, conocer los ambientes por dentro, el piso, zócalos y paredes, nos permiten confirmar la ubicación. Alianzas y saludos internacionales y nacionales por doquier como el líder de Alianza para el Progreso, César Acuña, entre tantos que pasaron por aquí con las cámaras de prensa esperando en la calle.
Esta segunda planta fue el centro de planeamiento más importante de Pedro Castillo Terrones quien, en esos días, sentía esta casa como su refugio. El profesor de primaria, una vez electo presidente del Perú, vivía en sobresalto. Le habían advertido que Palacio de Gobierno estaba chuponeado y lleno de micros sembrados desde tiempos pasados. Quizás por ello, desde este lugar, según los colaboradores eficaces, se tramó el plan a ejecutar desde el 28 de julio. En específico, dice la justicia que este “inmueble habría sido utilizado como centro de operaciones criminales de la presunta organización criminal en el caso ‘Asesores en la Sombra’, como lugar para la designación de ministros y funcionarios de alta dirección”.
Las escaleras nos llevan al tercer nivel, el lugar donde Castillo pernoctaba al volver de los largos viajes de campaña. Su habitación era la más amplia. Unos 36 metros cuadrados donde durmió solo en una cama de 2 plazas. Su esposa Lilia Paredes y sus hijos se mantuvieron en su casa en Cajamarca, mientras que él hizo de este piso en Breña su segundo hogar. Aquí guardó los obsequios que le entregaban en sus viajes al interior del país. En un televisor de 65 pulgadas podía enterarse en entretiempos sobre el andar de su contrincante electoral. Desde este tercer piso, la vista a la calle sin vecino al frente le aseguraba que nadie lo vigilara. En las dos habitaciones interiores más pequeñas, aguardaban siempre sus sobrinos favoritos Fray Vásquez y Gianmarco Castillo.
La cuarta planta guarda un estilo más familiar. Aquí pernoctaba la familia del dueño, la familia de Alejandro Sánchez, su madre, su hermana y un sobrino al que cuidaba como hijo. El ambiente más acogedor incluye un balcón.
El quinto piso, nos cuentan, es el que más gustaba a Pedro Castillo pues era el ambiente reservado a los recuerdos de su natal Cajamarca a través de la comida de Doña Vidalina, la madre de Alejandro Sánchez. Todo este quinto piso está distribuido por una amplia cocina con vista a la calle, y un comedor al fondo. (video) La cocina de cuatro hornillas es empotrada, la refrigeradora que estuvo aquí era amplia, de dos puertas. En cocina y comedor había un televisor y, como en cada piso, no faltaba una computadora y una impresora. En estos ambientes el hoy detenido exmandatario ha contado del cariño maternal de Vidalina, quien, por los andares de su hijo y del invitado de casa, sufrió problemas de salud tras las primeras diligencias judiciales.
Las escaleras al último piso, el sexto de la Casa Sarratea, son una invitación al respiro tras 5 inagotables pisos. Es una azotea donde hace meses se secaban las prendas que Castillo traía de las trajinadas comitivas por el interior del país, cuando la prensa ni siquiera lo tenía como posible ganador. Esta planta había sido pensaba por Alejandro Sánchez para la distribución y limpieza de los productos médicos de su empresa Aldalab. Sin embargo, una vez llegados los Castillo, sirvieron para momentos de esparcimiento y recreación sin luces, ni cámaras ni acción.
Desde la clandestinidad, en enero pasado, Alejandro Sánchez ha apelado la resolución del juez Richard Concepción Carhuancho que le ha quitado su casa. La solicitud de allanamiento y descerraje con decomiso vino del Equipo Especial de Fiscales Contra La Corrupción del Poder que lidera la fiscal Marita Barreto. Según el pedido de Barreto, “existen indicios suficientes sobre la existencia de una presunta organización criminal, dirigida por el ex presidente Pedro Castillo, el cual habría instalado su centro de operaciones en el inmueble con el objetivo de instrumentalizar el poder en su beneficio y con ello defraudar al Estado”.
La preocupación de la fiscalía es el “aseguramiento del bien dado que el mismo podría transferirse a un tercero”. Concepción Carhuancho dio su visto bueno y hoy los 6 pisos del 179 de Sarratea son administrados por el Programa Nacional de Bienes Incautados, adscrito al Ministerio de Justicia. En las próximas semanas, la casa será entregada para uso de cualquiera de las entidades administradoras de justicia, una procuraduría anticorrupción o incluso la Oficina de Peritaje del Ministerio Público, cuyos locales hoy se encuentran hacinados.
Andar por estos ambientes donde se forjó la candidatura presidencial del maestro chotano Pedro Castillo es caminar también sobre historia, sobre la historia de un profesor sindicalista que fue el outsider, que fue la esperanza de miles de peruanos postergados y la apuesta resignada de quienes se negaban a votar por la contendora fujimorista.
Caminar por aquí también es la historia, según la fiscalía, de cómo, en estos ambientes, se gestó una nueva organización criminal política que, una vez llegada a Palacio, coparía ministerios, captaría empresarios y buscaría alianzas congresales para traficar millones de soles con obras del Estado. Desde aquí, se desdibujó cualquier ancestral anhelo de un país mejor.