Hoy:

    San Juan de Miraflores: Delincuentes realizaban rituales de santería antes de robar

    La Policía viene trabajando para erradicar las bandas que perturban la tranquilidad de los vecinos

    América Noticias

     

    Si antes las armas eran suficientes para que los delincuentes cometan sus fechorías, hoy necesitan de la bendición de supuestos santos para actuar con total impunidad en San Juan de Miraflores. La fe que tantas veces ayudó a que los delincuentes dejen el mal camino para sumarse al bien, es ahora una herramienta para fortalecer su espíritu matonesco.

    La última muestra de esta devoción pagana se vio en San Juan de Miraflores, donde cayeron los Capuchas negras de Aragua. La banda delincuencial sembraba el terror en toda la zona sur de nuestra capital.

    Grande fue la sorpresa de la Policía al encontrar lo que sería un altar para el malandro Ismael, el santo venezolano de la delincuencia. Un cráneo humano artificial con una gorra deportiva era el preciado objeto que el grupo de tres venezolanos y un chileno tenían en la pequeña habitación de hotel.

    Según han declarado a la Policía, para ellos, esa calavera era el mismísimo malandro Ismael y a él le daban todas sus ofrendas. Después de encomendarse a este supuesto santo estaban tan cargados de energía que eran capaces de protagonizar estas escenas de terror.

    Quien tiene las armas punzantes en mano es el chileno Andrés Burgos Sanhueza, de 27 años de edad, que llegó a nuestro país hace 3 meses y lo primero que hizo fue dedicarse al robo.

    ¿Quién es ese santo venezolano de gorra deportiva y cigarrillo? Ismael Sánchez, o más conocido como El terror de Guarataro, era un delincuente de los años 60 que, tras una trágica muerte, se convirtió en una figura del paganismo en Caracas.

    Su conexión popular se debe a que en vida ayudaba a los más pobres de su comunidad con el dinero que le robaba a los más pudientes. En el cementerio general del Sur de Caracas se venera la imagen de este hombre junto a otros miembros de la llamada corte malandra o corte cale.

    El camposanto es hoy un lugar peligroso, al que pocos deudos van a visitar a sus familiares por temor a ser asaltados. Con la migración venezolana, esas creencias han llegado hasta varios países de Latinoamérica como Colombia, México y ahora Perú.

    La banda Los capuchas negras de Aragua estaban inmersos en esta especie de religión y, al ver interrumpido su ritual, pidieron a la Policía no tocar lo que consideraban sagrado; sin embargo, ellos no son los primeros delincuentes en ser captados con este material místico.

    En el mismo distrito, San Juan de Miraflores, se realizó la captura de Los guaruras del sur, acusados de cometer numerosos asaltos a mano armada en la zona. Esas figuras que, en ese entonces eran extrañas para la Policía de nuestro país, son las pertenecientes a la corte malandra.

    La escena tenía los elementos más característicos de estos rituales, como imágenes del malandro Ismael, cigarrillos y ofrendas, pero uno de los casos más asombrosos es el de Alejandro José Suárez Ricco, miembro de la banda Los sanguinarios de la revolución, que no solo asaltó un grifo, sino que mató de un disparo al encargado.

    El rankeado criminal tenía en su cuerpo todas las muestras de sus oscuras creencias religiosas. La complicidad entre criminales extranjeros y peruanos dio como resultado la adoración a otro personaje, el chucky.

    Los ladrones de autos se encomendaban a este personaje con la esperanza de no ser capturados y para vencer a sus enemigos. La mayoría de estos casos se han registrado en San Juan de Miraflores, donde la policía viene trabajando para erradicar las bandas que perturban la tranquilidad de los vecinos que se sienten abandonados por sus autoridades.

    Según los especialistas en la materia, esta devoción es más ferviente dentro de los penales y acoge en su mayoría a una población empobrecida y sin educación.