Línea Amarilla: vecinos del Rímac denuncian que fueron damnificados por obras
Viviendas presentan rajaduras y daños hasta en los cimientos
Todo va quedando listo para la postergada inauguración de la Línea Amarilla, el megaproyecto vial de la Municipalidad de Lima. Este conectará los distritos de Lima Este con el Callao a través de la Vía de Evitamiento y nuevos intercambios viales que incluyen, por ejemplo, un túnel de casi 2 kilómetros de extensión que pasará por debajo del Río Rímac.
Sin embargo, muy cerca de la entrada del túnel, en el distrito del Rímac, una comunidad no logra reponerse todavía del impacto que tuvo la obra en sus cimientos. Si bien las viviendas que se encontraban construidas en el trazo de la vía fueron expropiadas en su momento, muchas de las que permanecieron padecen hoy los estragos de una obra que las remeció hasta los cimientos. Se trata de los barrios Huascarán y Castilla, ubicados a la altura del puente Del Ejército, en la margen derecha del río Rímac.
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Eladio Lescano es el propietario de una casa de dos pisos a pocos metros de la cual pasa la autopista de la Línea Amarilla. En un video grabado por el mismo desde la azotea de su casa puede verse lo cerca a los cimientos que operaba la maquinaria pesada de la obra. Hoy su vivienda tiene serias rajaduras y grietas muy profundas sobre todo en los techos.
“Todo ha sido dañado por los trabajos que ha ejecutado la obra desde hace ya dos años atrás. Aquí casi no hay techo en una parte, el techo está inservible, no vale prácticamente el techo, ya colapsó el techo. Han trabajado a la espalda de mi casa y todo esto lo han rajado completamente desde que empezaron la obra hace dos años. Defensa Civil me dijo que la casa está inservible, que ha colapsado completamente, que está inhabitable”, mencionó a Cuarto Poder.
Uno de los casos sin duda más dramáticos es el de Madeleine García, quien ha tenido que apuntalar el techo de su casa por temor a que en cualquier momento se desplome sobre su familia. “Los carros pasaban las 24 horas del día, mañana y noche, cada minuto, cruzaban hasta de dos en dos, debido a eso mi casa se ha deteriorado. El marco de mi puerta sostiene al muro. El techo está por caerse ya y encima podemos sufrir hasta de robos porque la puerta no. Todo se ha descuadrado, todo está mal”, contó
Todos los vecinos recuerdan que durante los meses que duró la construcción de la obra vivían prácticamente en un estado de sismo constante.
Según los dirigentes de la comunidad, durante las primeras conversaciones con la Municipalidad de Lima, se tenía planeado expropiar más viviendas para precisamente impedir que la obra cause estragos. Sin embargo, afirman que finalmente no se llegó a ningún acuerdo y la obra se inició pese al probable riesgo que implicaba construir tan cerca de las casas.
La Línea Amarilla es un proyecto que data del año 2009, cuando la Municipalidad de Lima y LAMSAC, una de las subsidiarias de la brasilera OAS, firmaron un contrato en virtud del cual la empresa se comprometía a ejecutar la obra a cambio de mantenerla en concesión cobrando peajes durante 30 años. En el 2011, Susana Villarán renegoció el contrato y los brasileros invirtieron 200 millones de dólares adicionales para el proyecto Río Verde y otras obras viales a cambio de que la concesión se ampliara a 40 años.
Involucrado en el escándalo de corrupción Lavajato, el mandamás de OAS, Leao Pinheiro, fue condenado a 16 años y 4 meses de prisión. La empresa decidió vender sus activos fuera de Brasil para asumir sus obligaciones penales y financieras en ese país y en setiembre del 2016, vendió el proyecto Línea Amarilla a la empresa de capitales franceses Vinci, quien a su vez subcontrató a la peruana Graña y Montero para culminar lo que aún estaba inconcluso.
La empresa informó que cuando asumieron el proyecto inspeccionaron 77 viviendas en la zona de Huascarán. Uno de los principales problemas que encontraron fue, además de la antigüedad de las casas, la autoconstrucción, pues es evidente que la mayoría de inmuebles de la zona fueron construidos incumpliendo las normas de construcción.
En el caso de Eladio Lescano, por ejemplo, la empresa llegó a un acuerdo con él y le pagó un monto de dinero para que pudiera mudarse de su vivienda hasta que concluyeran las obras. Tanto Eladio como los demás vecinos afectados temen que en abril, cuando se inaugure la obra y los trabajadores de la misma se retiren del lugar, sus casas se queden como están y nadie se haga responsable por los daños.
La empresa nos ha explicado que ahora en que la obra ya está casi finalizada, han inspeccionado hasta el momento 34 viviendas de Huascarán para elaborar informes técnicos del estado de los predios y finalmente elaborar un plan de reparaciones en coordinación con los propietarios.
Pero no sólo el interior de las casas ha sido afectado por las vibraciones generadas por la maquinaria pesada, sino que también las fachadas le dan al lugar el aspecto de una zona que acaba de ser asolada por un terremoto. Esto se debe a la forma como fueron demolidas las viviendas que se expropiaron. En las paredes de las casas que permanecen en el lugar quedan vestigios de los fierros, los ladrillos y el cemento de lo que algunas vez fueron las viviendas contiguas.
En algunas zonas, la cosa es mucho más grave pues algunas paredes de las casas demolidas permanecen en las alturas de algunas construcciones con el eminente peligro que eso representa para los vecinos.
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Si bien la empresa Graña y Montero se ha comprometido a subsanar los daños causados por la obra en las viviendas, no queda claro quién o quiénes se harán responsables por el estado en que han quedado las fachadas y los laterales de algunas casas ni quien retirará estas peligrosas paredes que podrían provocar un trágico accidente en cualquier momento.
Esta semana le solicitamos información sobre el tema a la Municipalidad de Lima pero nos respondieron que ellos sólo entregaron la concesión y que le pidamos explicaciones sobre el tema únicamente a la empresa.
La Línea Amarilla promete convertirse en una de las obras viales más importantes de Lima Metropolitana, pero existen comunidades en su zona de influencia que han sido claramente afectadas y cuyos habitantes esperan que la Municipalidad de Lima les ofrezca por lo menos respuestas.