Hoy:

    En defensa propia: La crónica de un padre que usó su arma de fuego para proteger a su familia

    Tras recobrar su libertad, el dueño del chifa que disparó contra un delincuente que amenazó a su esposa e hijo para robarles alega defensa propia y pide que el caso se archive

    Video: Cuarto Poder

    Cuando Gianfranco Espinoza Quispe salió de su casa. Algunas luces de los postes se apagaron, cuál premonición de lo que una hora después sucedería.

    Espinoza es el hombre de 32 años que el último miércoles murió cuando quiso robar en un chifa en Villa el Salvador. Pero aún faltaba casi una hora para que eso sucediera. A las 5:52 de la madrugada, salió hasta una esquina cerca a su casa y miró atento una tienda cercana.

    Llevaba puesto un gorro claro, la polera cerrada y jean oscuro. Además, unas zapatillas negras con suelas blancas. Parecía que pensaba a donde ir, lo meditó unos segundos y se perdió entre los jirones aún oscuros del sector uno de Villa el Salvador.

    Caminó sin miedo por los jirones de estas manzanas, entre la gente que empieza su día de trabajo y los trasnochados que abundan por la zona.

    Espinoza reapareció ante las cámaras de seguridad a 700 metros de su barrio. A una cuadra del cruce de las avenidas Pacto Andino con Micaela Bastidas, en esta última fue donde murió, pero aún faltaban 40 minutos para ello.

    Aquí se le ve caminando antes de cruzar la Av. Pacto Andino. Eran las 6:13 de la mañana. Ya no lucía tan fresco, estaba sin la gorra, se había abierto la polera y esto permitió ver que llevaba un polo rosado debajo.

    Cruzó la avenida con las manos en los bolsillos de su polera. Su gorra parecía estar metida en el bolsillo trasero del pantalón. Continuó caminando por la Av. Micaela Bastidas sin saber que tomaba un camino, literalmente, directo a la muerte. Y es que en ese preciso momento, a un kilómetro y medio de ese lugar, en la cuadra 16 de la Av. Micaela Bastidas, las luces de los postes aún estaban encendidas y la familia Chávez Gutiérrez celebraba la vida.

    Lo hacían dentro de este chifa-pollería llamado Lin Ping. Que además de ser su negocio desde hace cuatro años, es también su casa, al fondo del local han habilitado un cuarto que tiene cómodas, roperos y un camarote. La familia la forman el padre Ney Chávez Santillán y la madre Estefani Gutiérrez, ambos tienen un hijo de 10 años que ese día estaba de cumpleaños.

    Por esa razón los padres despertaron más temprano de lo normal para cantarle el ‘happy birthday’ a su hijo. Lo hicieron en la habitación junto a Paquito, la mascota de la familia Chávez. Eran las 6:20 de la mañana y en ese momento Gianfranco Espinoza cruzaba la Av. El Sol con Micaela Bastidas. Se había vuelto a poner la gorra y caminaba tranquilo, sin temor a los autos, ni a los mototaxis que se cruzaban, pero siempre avispado de lo que sucedía alrededor.

    Minutos más tarde, en el chifa-pollería de la familia Chávez, luego de saludar a su hijo por su cumpleaños, hacer planes para la celebración y de alistarse para llevarlo al colegio, la madre y el menor decidieron sacar pasear a Paquito a la calle. Lo hacían casi a diario para que no ensucie la casa, ni el negocio.  Mientras el padre terminaba de preparar el desayuno. Ellos salían y Gianfranco Espinoza se acercaba cada vez más al barrio y a su caída final.

    A las 6:39 de la mañana cruzó la Av. Arriba Perú e ingresó a la cuadra 14 de Micaela Bastidas, la zona más comercial de dicha calle. Caminó de frente, cruzó un puesto de venta de desayunos y pasó por detrás de las personas que esperaban en el paradero, siempre esquivando la mirada. Por eso, luego de cruzar la primera cuadra camino unos cuantos metros, se detuvo y sospechosamente regresó para entrar por los jirones de esa manzana.

    Mientras los vecinos salían a recoger el desayuno del vaso de leche o comprar pan, él habría caminado por los jirones paralelos a la Av. Micael Bastidas, para luego salir por esta calle y regresar a la cuadra 15 donde ingresó la panadería Luchito.

    A pocos metros de la panadería, en la cuadra 16 de Micaela Bastidas, la señora Estefani Gutiérrez, regresaba al chifa-pollería con su hijo y su mascota, luego del paseo habitual. Eran las 6:46 de la mañana cuando la señora Gutiérrez y su hijo entran al negocio y cometen un pequeño descuido.

    Dejan la puerta abierta del chifa-pollería. Estaban apurados porque la mascota se había ensuciado las patas y querían limpiarlo. Esa puerta abierta es la que ve Gianfranco Espinoza.

    Quién ya estaba afuera del negocio de los Chávez. Afuera el auto rojo de la familia estaba estacionado. Espinoza se acerca y gira la cabeza para ver el interior del negocio.

    En ese momento no entró, siguió caminando porque había vecinos por la zona. Saco su celular para hacer tiempo y dejar que un hombre pase, miraba a un lado y al otro. Sabía que esa puerta abierta era una oportunidad. Tenía una especie de bolsa blanca entre las manos. No lo dudo más y enrumbó hacia el chifa-pollería.

    Ney Chávez corrió hacia este armario negro donde guardaba su pistola Zigana PX9. La cual tenía permiso para usar desde enero del 2022. Decidió comprarla luego de tres intentos de asaltos y extorsiones como estas que llegaban a su WhatsApp.

    Por eso, ese miércoles, a las 6:52 de mañana cuando vio a su familia en el suelo y amenazada no dudó, ni un segundo, en usarla.

    Espinoza murió casi al instante y afuera nadie escuchó nada. La calma de la calle era opuesta a lo que sucedía dentro del negocio de Ney Chávez, que muy nervioso se acercó al ladrón.

    Llamó a la policía para pedir un patrullero y una ambulancia para Espinoza que ya había muerto, tenía entre sus manos un tenedor afilado que usó como arma.

    La policía llegó a los pocos minutos. Se llevaron a Chávez y a su esposa hasta la comisaría de Villa el Salvador donde fue interrogado y detenido por dos días. Fue liberado tras alegar legítima defensa. La fiscalía ha abierto una investigación en su contra. Él, desde la libertad, ha grabado un video y ha pedido que el caso se archive.

    Chávez dice que nunca quiso matar a nadie y que todo lo hizo por defender a los suyos. Asegura que vive con tanto temor que ha tenido que tomar una decisión drástica.

    Chávez intentará rehacer su vida yéndose de la cuadra 16 de la Av. Micaela Bastidas. De una zona comercial donde casi nadie se ha salvado de ser asaltado y solo hay que hacer un pequeño recorrido.

    En la peluquería Diana han asaltado una vez y ha tenido 3 intentos de robo en el último año. En la Podología Coronel robaron la semana pasada. El chifa-pollería de Sánchez tuvo tres intentos de asalto y extorsiones en el último año. En el negocio de al lado, la ferretería Sayed han intentado robar dos veces en los últimos tres meses. La Automotriz Víctor Manuel ya tiene dos robos y tres intentos de asalto en el último año. La lavandería Wong tiene un robo en el 2021 y la botica InkaFarma un asalto en el 2022

    Cruzando la calle las cosas no cambian mucho. La peluquería Sofix sufrió un robo hace tres meses. En la Pollería Díaz han robado cinco veces en tres meses y la farmacia Alfa sufrió un asalto hace seis meses. Es por eso que, para muchos vecinos, la acción de Ney Chávez está justificada.

    El viernes por la mañana, a solo quince minutos del lugar donde intentó robar, en el cementerio municipal, entre fábricas, invasiones y mucho hermetismo enterraron a Gianfranco Espinoza Quispe. Su familia prefirió el silencio. Cuando lo enterraron, no se escuchó ni un sollozo.