Buses en la mira del sicariato: El crimen de Paúl López
La falta de control y seguridad en las rutas, junto con la amenaza constante de los extorsionadores, pone en peligro tanto a los conductores como a los pasajeros.
La historia de Paul López Estravidis, un experimentado transportista que dedicó más de dos décadas al volante, es el reflejo de una triste realidad que enfrentan miles de conductores urbanos en Lima. A diario, estos trabajadores luchan por llevar el sustento a sus hogares mientras son víctimas de extorsiones y violencia, situaciones que, lamentablemente, les arrebatan la vida en muchos casos.
Conocido entre sus colegas como "Pelado", Paul era un hombre respetado en el gremio. A lo largo de los años, se ganó la admiración de sus compañeros de trabajo gracias a su dedicación y amabilidad. Padre de dos hijas y esposo amoroso, Paul representaba la figura de un hombre de familia comprometido, que siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara.
A las 4 de la mañana del día de su asesinato, Paul se encontraba trabajando en su unidad de transporte, como lo hacía habitualmente, llevando pasajeros por las calles de Lima. En ese momento, dos delincuentes en motocicleta lo interceptaron en la avenida Canta Callao, cerca de la intersección con Faucett.
De manera cruel y rápida, los criminales dispararon a quemarropa, hiriendo de muerte a Paul. A pesar de las heridas, el conductor logró avanzar algunos metros hasta impactar su unidad contra una vivienda cercana. Los agresores escaparon sin dejar rastro.
La extorsión, que ya había afectado a la empresa de transporte donde Paul trabajaba, parece ser la principal motivación del crimen. En las últimas semanas, los extorsionadores habían exigido una fuerte suma de dinero, 80 mil soles, a la empresa Aquarius, a la que Paul pertenecía.
La negativa a pagar esta extorsión, según las autoridades, habría sido lo que provocó la muerte de López Estravidis.
Este tipo de ataques no es aislado. Solo unos días después, otro conductor, Loimer Benigno Poma, perdió la vida de forma similar. Ambos crímenes reflejan la creciente amenaza que enfrentan los transportistas urbanos en Lima, quienes se ven atrapados entre la necesidad de trabajar y el riesgo constante de ser víctimas de extorsión y violencia.
La respuesta de los trabajadores del transporte no se hizo esperar. En un acto de protesta, compañeros de Paul lo acompañaron en una emotiva caravana hacia su última morada. La marcha también sirvió para exigir justicia, mayor seguridad en las calles y, sobre todo, el fin de los cobros ilegales que atormentan a este sector.
"Ya no sabemos si al salir a trabajar, regresaremos con vida", expresaron los conductores, quienes se sienten desprotegidos ante la impunidad que reina en los delitos relacionados con la extorsión.
Los asesinatos de Paul López y Loimer Poma son un triste recordatorio de los peligros que enfrentan cada día los trabajadores del transporte en Lima. La falta de control y seguridad en las rutas, junto con la amenaza constante de los extorsionadores, pone en peligro tanto a los conductores como a los pasajeros.
Mientras tanto, la ciudad sigue siendo escenario de una violencia que parece no tener fin, y la vida de estos trabajadores, que solo buscan brindar el pan de cada día a sus familias, sigue siendo moneda de cambio en un conflicto que amenaza con destruir muchas más vidas.