Hoy:

    Los bebés de la monja

    Una niña a los 12 años se vio obligada a dar a luz a un niño después de ser ultrajada por su padrastro. Desde ese momento, tuvo tres bebés más bajo la silente complicidad de su propia madre

    Los bebés de la monja. Video: Cuarto Poder

    Las manos sucias de un adulto marcaron la vida de una niña que, entre cuatro paredes, sin que nadie pudiera auxiliarla, fue objeto de continuos vejámenes durante años. Su padrastro la ultrajaba y la embarazó, por lo menos cuatro veces.

    La primera vez que se convirtió en madre, ella tenía apenas 12 años de edad. Desde entonces, la niña se había convertido en una suerte de fábrica de bebés ante el silencio cómplice de su propia madre. Como si este horror no fuese suficiente, los niños que concibió, producto de una violación sistemática, fueron sacados del Perú con documentos falsos hacia Estados Unidos para entregarlos –aparentemente a cambio de dinero– a una religiosa evangélica.

    La misionera Vita Gutiérrez Sánchez, o Vita Clair, es hoy una de las mujeres más buscadas. La Corte Superior de Justicia de Lima Este ha ordenado su inmediata ubicación y captura internacional por los presuntos delitos de tráfico de personas con fines de venta de niños y tráfico de inmigrantes.

    Es más, las autoridades lograron obtener comunicaciones telefónicas de esta religiosa en las que ella misma narra cómo logró llevarse a los bebés desde el Perú hacia la frontera entre México y Estados Unidos.

    “Ella vino. Yo le pagué sus gastos, de ella y del bebé, y sus pasajes, su comida y sus viáticos, yo le pagué, para que llegaran hasta la frontera y cruzaron la frontera, dijo Vita Gutiérrez Sánchez, investigada por trata de personas.

    Este caso conmocionó, hace pocos meses, al distrito limeño de Santa Eulalia, en Huarochirí. Es una historia que recién vio la luz de la indignación, pues la víctima tiene ahora 22 años de edad y, bajo clave de amparo judicial, pudo narrar a las autoridades qué pasó con ella y a dónde fueron a parar sus hijos. 

    Por razones de seguridad y protección a las personas vulnerables no podemos revelar la identidad de quien vivió una terrible pesadilla frente a los despreocupados ojos de su familia. De ella, solo conoceremos el testimonio que dio ante los tribunales y que permitió a la Policía Nacional dar con una supuesta red de trata de personas.

    A través de mensajes de texto, conversaciones telefónicas y de un exhaustivo cruce de información con el registro de nacimientos y migraciones en el Perú, agentes de la División de Investigación de Delitos de Trata de Personas de la Dirincri llegaron hasta Los Ángeles, California, en Estados Unidos, a 6 mil 784 kilómetros de Huarochirí.

    Este caso tiene a diez personas bajo investigación, de las cuales tres están hoy tras las rejas con prisión preventiva. La pastora Vita Gutiérrez Sánchez, o Vita Clair, presunta cabeza de la organización, se ha dado a la fuga. Las autoridades buscan a tres de cuatro niños que fueron concebidos, entre los 12 y 18 años de edad, en el frágil cuerpo de quien fue obligada a ser madre. 

    Cuando en el 2012, el personaje de esta historia, a quien el Poder Judicial de Lima Este le asignó la clave de víctima 27518-1, tenía sólo 12 años de edad fue, según las investigaciones, ultrajada por su padrastro y quedó embarazada por primera vez. 

    Agobiada por los maltratos a los que era sometida en casa, quien en aquella época era tan solo una niña, se lo contó a sus compañeras de colegio que, en busca de auxilio, la llevaron a la iglesia evangélica “Fe, Milagros y Sanidades” de Santa Eulalia.  

    Allí conoció a la misionera Vita Gutiérrez Sánchez, o Vita Clair, quien, de acuerdo a las pesquisas, creó un vínculo espiritual con la menor. La religiosa, en presunta complicidad de los padres de una niña embarazada y en estado de vulnerabilidad, en lugar de protegerla, comenzó a manipularla. 

    Sobre su relación con Vita Clair, la víctima narró lo siguiente ante los tribunales: “Le dije que mi madre quería que abortara y ella me contestó que eso era malo para Dios/ que cómo podía matar a un ser vivo/ y me propuso que se lo dé en adopción/ me dijo que le daría al bebé una buena vida/ que le daría amor”.

    En Lima, Vita Gutiérrez Sánchez pagó todos los gastos del alumbramiento del bebé en esta clínica de Chosica. Luego, a los seis días de nacido, fue llevado del Perú hacia Estados Unidos. Nadie sabe cómo hizo la pastora para lograr sacar a un bebé por el aeropuerto internacional Jorge Chávez, según la Fiscalía, sin ninguna autorización registrada en migraciones.

    En el récord migratorio, se consignó la salida del bebé del Perú más no su ingreso. Sin saberse grabada, en esta comunicación telefónica, Vita Clair intenta justificar el hecho.

    “Yo no lo traje recién nacido. Ese niño ha estado tres meses en Perú antes de traerlo para acá. Sin embargo, yo lo he ayudado a ese niño, porque no tenía para la leche ni nada y ese niño estaba bien enfermo”, manifestó Vita Gutiérrez Sánchez, investigada por trata de personas. 

    Sin remordimiento alguno, quien se encargó de entregar al pequeño a Vita Clair fue nada menos que la propia madre de la víctima.

    Lo también indignante del caso es que, a los 12 años de edad, la menor embarazada iba a un centro médico de Santa Eulalia a sus chequeos médicos y pasó por tamizaje de violencia familiar y maltrato infantil. Cuando los especialistas la entrevistaron, la niña denunció que un miembro de su familia la insultaba, la golpeaba y la obligaba a tener relaciones sexuales. Es más, en este documento de evaluación, se puede leer que, en una de sus visitas al médico, mostraba hematomas, contusiones inexplicables, extrema falta de confianza y llanto frecuente. ¿Por qué, entonces, nadie advirtió del peligro en que el que vivía la víctima? ¿Por qué el silencio cómplice? 

    El infierno continuó y, los 13 años, la niña otra vez habría sido abusada por su padrastro, con lo que nuevamente quedó embarazada. La pastora Vita Gutiérrez Sánchez se enteró de lo sucedido y apareció una vez más en escena para pedir al bebé en supuesta adopción. Sabía que la familia de la menor necesitaba dinero y evitar el escándalo. 

    Y entonces, de acuerdo al testimonio de la víctima, la misionera habría armado una coartada. 

    Pero la religiosa tendría más cuidado con los trámites legales. Esto fue lo que ella narró al respecto. El audio se encuentra en manos de las autoridades.

    “Yo no hecho nada incorrecto. Yo lo único que he hice fue por compasión, por compasión que yo tengo por la humanidad y no es el primer niño que yo ayudo. Yo en la iglesia yo ayudo, yo doy zapatos, doy ropa”, refirió Vita Gutiérrez Sánchez, investigada por trata de personas. 

    Según las investigaciones de la Fiscalía, Vita Clair pagó todos los gastos del alumbramiento en esta misma clínica y hasta le habría entregado cinco mil dólares a la madre de la menor a cambio del bebé. Estar en contra del aborto por razones de principio es una cosa; esto, en cambio, esto era ya un negocio

    Cuando el segundo niño nació, gente cercana a la misionera peruano norteamericana movió sus hilos en un municipio para que la madre y el padrastro abusador inscribieran al recién nacido como hijo de ambos. Y lo hicieron en complicidad con abogados, registradores y hasta testigos falsos. Así el bebé salió del Perú con documentos oficiales que consignaban información falsa. Quien llevó a la criatura hacia México para entregárselo a Vita Clair fue la madre de la menor abusada. 

    Según el record migratorio, en noviembre de 2013, la mujer salió del Perú rumbo a México junto a quien ella hizo pasar como su hijo, pero que en realidad era su propio nieto. Ella ha narrado que entregó al bebé a Vita Gutiérrez Sánchez en Tijuana, en la frontera con Estados Unidos. Finalmente, la madre de la menor abusada regresó a Perú e ingresó por Ecuador 19 días después, sola, sin ningún bebé. 

    En el 2017, cuando la víctima tenía ya 17 años tuvo un tercer hijo que no corrió la misma suerte de sus hermanos. Sin embargo, la Fiscalía investiga quién es el padre del bebé. Un año más tarde, cuando cumplió 18 años, sola y sin que nadie pudiera guiarla, la muchacha volvió a quedar embarazada. Y como en las anteriores ocasiones, Vita Clair entró en escena. Se comunicó con la madre de la víctima para decirle que Dios le había dicho que su hija estaba embarazada por cuarta vez. 

    Confundida, vulnerable e inmersa en una situación de sometimiento que normalizó por años, la víctima, ya con mayoría de edad, llamó a la misionera Vita Gutiérrez Sánchez para entregarle a su cuarto bebé. 

    La víctima de esta historia viajó a México en el 2018 nada menos que junto a su padrastro y abusador por años. En Tijuana, México, dio a luz y, según su propio relato, entregó al bebé a Vita Clair. Casi un mes después ambos regresaron al Perú como si nada hubiese pasado.

    De acuerdo a las investigaciones, Vita Clair ingresó al recién nacido a Estados Unidos desde México alegando ser la abuela del pequeño. 

    La Corte Superior de Justicia de Lima Este investiga si la misionera entregó dinero a la joven, pues, al intervenir los teléfonos, la policía encontró esta comunicación clave que la víctima sostuvo con su madre desde México y que probaría la venta de bebés.

    Después de varios meses de investigación, el Poder Judicial de Lima Este dictó prisión preventiva para tres implicados en el caso, entre ellos la madre y el padrastro de la víctima. 

    ¿Y dónde está Vita Gutiérrez Sánchez, o Vita Clair, para quien los tribunales en el Perú han pedido su ubicación internacional? La Policía norteamericana ha informado que ella salió de Estados Unidos en mayo de 2019 hacia El Salvador y no habría regresado. 

    Existe un pedido de prisión preventiva de nueve meses en su contra, una medida judicial que su defensa ha apelado, pues alega que la misionera fue engañada. 

    En una comunicación en poder de la Policía, entre sollozos, y como si un ser humano fuese un objeto, Vita Clair desliza la posibilidad de devolver a los niños a su verdadera madre para librarse así de los cargos que pesan en su contra.    

    Mientras tanto, la víctima protegida 27518-1 ha rechazado toda ayuda social y psicológica que le ofrecían las autoridades. No distingue hasta hoy el daño que su madre y su padrastro le hicieron, pues normalizó el círculo de violencia en el que vivió por años. 

    Una historia como esta podría dejar de escribirse si, como sociedad, dejamos de ser mudos espectadores frente a situaciones que nos muestran cómo se pisotea la dignidad de los más vulnerables. Cabe esperar que la justicia logre rescatar a los niños sanos y salvos. Y que estas personas inescrupulosas reciban el castigo que se merecen.