Allí, en su hábitat, en su ecosistema, delante de esos 64 casilleros, en el tablero de su vida. Donde su visita significa todo un suceso, pues no todos los días se está con el mejor jugador peruano de ajedrez de la historia, Julio Granda.
A los 50 años, otra vez en la cima, campeón mundial senior en Italia, el hombre detrás del tablero, a quien cada triunfo le costó, pero que cada uno significó una epopeya.
Sí, y por eso tanto valor, sentado frente a su pasión, en las calles de su adolescencia, gente con él, humilde, amante de esta disciplina, compitiendo 45 años después de aprender este su idioma, luego de un éxito más.
Le dio chance a todos, y nos incluyó en una partida, al menos un minuto frente al maestro Granda, el que enfrentó a titanes como, Gari Kasparov. Quien ya se visualiza como un entrenador, que descubra talentos, mientras se espera al heredero de su legado, que invita a que el estado no se olvide del deporte ciencia.
El que ganó la partida más valiosa, llevar la bandera del Perú, Julio Granda, el peón que le hizo jaque mate al mundo y volvió otra vez, campeón.