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La medalla de oro de Gladys Tejeda ha traido al recuerdo lo duro que fue su camino hasta el podio en Toronto 2015, y no solo en lo deportivo, desde luego también en lo personal. Última de nueve hermanos, su madre, Marcelina Pucuhuaranga, fue su principal motor.
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Su cuerpo se hizo resistente desde niña, en Junín, a 4,105 metros sobre el nivel del mar, cada mañana desde las 4:30 para cumplir con las tareas del hogar y correr junto a los animales que criaba. Labor que repetía por las tardes. Fue así que los largos recorridos se fueron convirtiendo en algo más que un hobbie.
Ya en el colegio, Gladys destacaba en las competencias de atletismo y poco a poco fue formando su espíritu deportivo. Aunque no todo fue felicidad para ella por entonces, debido a las condiciones económicas de su familia.
En alguna oportunidad, recuerda, Tejeda perdió una competencia por no tener zapatillas. Quedó segunda, pero el hecho la marcó.
"Recuerdo una vez no pude ganar porque no tenía zapatillas. Llegué segunda y esa competencia en sí era para ganar, pues el primer puesto era una cocina bien grande", contó la atleta.
Esta es la emotiva historia de Gladys Tejeda, contada por ella y por su madre, en un video publicado en el 2012, previo a la participación de la fondista en los Juegos Olímpicos de Londres de ese año.
Historia que hoy, tras colgarse la medalla de oro en los Panamericanos de Toronto, resulta muy pertinente volver a escuchar y revivir.