Fútbol Mundial

Chapecoense: jugadores que no viajaron se quebraron al recordar a compañeros

Todos se reunieron al centro del campo en el Arena Condá

Tras dos días en la oscuridad, Chapecó se desahogó unida este miércoles como se sacan las penas en un campo de fútbol, con tambores, banderas y cantos de aliento a un equipo que ya no está, pero que nunca se irá del Arena Condá.

La hinchada, la ciudad y un Brasil de luto seguía cantándole a sus campeones como en las numerosas noches de derrotas y sinsabores del fútbol humilde, que aún podían ganar: "¡Vamos, vamos, Chape!".

La realidad volvió a abrirse paso a codazos cuando los tres pastores que oficiaron la ceremonia comenzaron sus oraciones frente a un altar donde brillaba la copa del Campeonato Catarinense, el triunfo con el que el 'Huracán del oeste' empezó un año que iba a ser suyo. 

En primera fila, desgarraba el dolor de  los jugadores que no viajaron a Medellín, familiares destrozados y el silencio del luto congeló las gradas durante las oraciones, hasta que los miles de celulares al aire las convirtieron en un cielo estrellado que hace días que no se ve en las desapacibles noches de Chapecó.

Los niños de las categorías de base saltaron entonces en tromba a darle la vuelta a un estadio que les aplaudía con la euforia que emerge de la conmoción. Algunos lloraban mientras corrían con sus uniformes verdes, otros saltaban y saludaban orgullosos, como ellos, pasarán meses hasta que Chapecó entienda qué pasó en esta semana traidora. 

La que comenzó con la clasificación a la primera final de su historia y terminó con la peor tragedia de esta austera ciudad del interior de la sureña Santa Catarina.

Y como en las grandes noches continentales del 'Verdao', las de la victoria a River el año pasado, los cuatro penales atajados al laureado Independiente, la goleada a Junior y la gesta ante San Lorenzo, se aplaudió a rabiar la alineación en el videomarcador.

Pero esta vez no era una presentación, sino una despedida. La de los sonrientes futbolistas vestidos de verde que aparecían uno por uno en la pantalla. La de los directivos y empleados que ayudaron a reconstruir el club y viajaban con ellos y a los periodistas que le contaron a Brasil la historia de la Cenicienta sudamericana. 

Tras verlos de nuevo a todos, el Arena Condá explotó en el grito de "¡Campeones, campeones!". Nadie ocupará ya ese vacío. Entre los carteles de homenaje que se agolpaban en una de las entradas del estadio, resaltaba uno: "No es y nunca será solo fútbol. Juntos somos más que 11".  AFP

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