¿A qué edad pueden consumir gaseosa los niños?
¿Las gaseosas "zero" en azúcar o bajas calorías son mejores para los niños? Un pediatra te resuelve esta y otras dudas sobre el consumo de gaseosas y la salud infantil
Las gaseosas son bebidas que tienen una elevada cantidad de azúcar y otros ingredientes que son dañinos para la salud en general. Pero, a diferencia de un adulto, tanto el consumo de gaseosas clásicas como en su versión “zero” representan un gran peligro para los niños.
¿Por qué los niños no deben tomar gaseosa?
“Sea la marca que sea, los niños nunca deberían tomar gaseosas. Los adultos tampoco, pero son libres de hacerlo y además están en un momento distinto de la vida, no están en este proceso de desarrollo continuo como los niños”, explica el Dr. Gustavo Rivara, pediatra neonatólogo.
Las gaseosas clásicas tienen cargas altísimas de azúcar. Un glucómetro convencional no lo registra del todo porque los valores de glucosa sobrepasan los 300.
Por ello, si bien los niños a toda edad no deben consumir gaseosas y otros productos procesados altos en azúcar; deben estar aún más prohibidos para los menores de dos años:
“Los primeros meses y años de vida se da la programación metabólica futura. Todos los adultos hipertensos, con enfermedad coronaria, obesidad o sobrepeso, son condiciones que se gestaron en la infancia y también en la gestación”, precisa el Dr. Rivara.
¿Es menos dañino que los niños consuman gaseosas “light” o “zero” azúcar?
Las gaseosas “zero”, “light” o “sin calorías” tienen un nivel bajo de azúcar a diferencia de las clásicas; sin embargo, contienen una gran cantidad de edulcorantes, los que son perjudiciales para los niños.
“Los edulcorantes en niños no deben ser dados porque alteran la sensibilidad gustativa y aumentan la dependencia o necesidad de dulce. Los niños van a sentir el dulce del edulcorante y así no le estés dando azúcar, les estás generando una adicción al dulce”, señala el Dr. Rivara.
Recuerda que el consumo de azúcar esconde una lista amplia de enfermedades que niños y adultos pueden padecer a los largo de su vida, como hipertensión, hígado graso, resistencia a la insulina e incluso aumentar el riesgo de patologías cancerígenas.