Confirmado: los perros se parecen a sus dueños
Estudios confirman que las mascotas adoptan la personalidad de sus amos y algunos hasta se parecen físicamente
"Los perros se parecen a sus dueños" es una frase que se suele repetir y al parecer tiene mucho de razón. La ciencia ha logrado confirmar que los perros imitan la personalidad de sus dueños, con los que conviven.
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Estudiantes de la Universidad de Viena, en Austria, reclutaron a 132 perros junto a sus amos y analizaron a ambas especies con pruebas de comportamiento. En este experimento, observaron cómo respondían a ciertas amenazas y monitorearon marcadores físicos como la frecuencia cardíaca y muestras de saliva para detectar la hormona del estrés cortisol.
Los dueños de los perros también llenaron una encuesta para medir los niveles de los cinco rasgos de personalidad: simpatía, neuroticismo, extraversión, conciencia y apertura.
Los resultados arrojaron similitudes sorprendentes entre el carácter de una especie y otra. Cuanto más ansioso resultaba ser el dueño, el perro también desarrollaba esa característica negativa. Por otro lado, las mascotas más tranquilas y sosiegas fueron más propensas a pertenecer a propietarios más relajados, informa el sitio de Infobae.
Los autores de la investigación señalaron que, según los resultados, los perros y los dueños son seres especialmente vinculados entre sí, y se retroalimentan influyendo en su comportamiento. Por lo tanto, los perros son sensibles a los estados emocionales de sus dueños.
Se parecen físicamente
(Foto: Referencial)
Otros estudios científicos demuestran que escogemos como mascota al perro que más similitudes tiene con nosotros. Esto explica por qué, a veces, se ve en la calle a dueños y perros cortados con el mismo patrón, como por ejemplo, un hombre barbudo acompañado de su mascota peluda con el que parece compartieron el peluquero.
¿Por qué la gente escoge mascotas que se parecen tanto a ellas?
El psicólogo Michael Roy, de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos), acudió a tres parques en los que fotografió a los perros y sus dueños por separado, y después pidió a un grupo de voluntarios que los emparejaran.
En el experimento se dio cuenta que, sin aportar más pistas, las personas eran capaces de decir con mucha precisión quién vivía con quién.
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Según refiere el portal BBC Mundo, quizá todo esto tenga que ver con lo cómodos que nos sentimos con aquello que nos resulta familiar. Así, puede que sea más fácil aceptar a un perro cuyos rasgos encajen con los de nuestra familia.