¿Cómo ponerles límites a tus hijos?
Una psicóloga nos da pautas para aplicar la crianza positiva y formar hijas e hijos respetuosos, con buena autoestima y empatía
La coyuntura de la pandemia ha afectado social y psicológicamente a los menores de edad. En ese sentido, la crianza positiva ha tomado relevancia, pues se trata de criar de manera asertiva, respetuosa, con afecto, con límites claros y creando, además, un ambiente que busca el lado positivo de las cosas.
Para Tania Salvador, psicóloga, "este método tiene mayor aceptación en la actualidad porque se ha dado a conocer con mayor fuerza que al formar hijos con buena autoestima, empatía, amabilidad, entre otros; tendremos como resultado adultos empáticos, respetuosos, autónomos, felices, con capacidad de decisión, elección y adaptación a diferentes situaciones".
La crianza positiva se caracteriza por fomentar el respeto mutuo entre padres e hijos, ayudar a aprender de los errores, educar sin castigos y alentar a los hijos ante las adversidades. La experta explica cuatro puntos fundamentales que los padres deben tener en cuenta, a través de este método, para poner límites.
- Constante diálogo: Es importante que los padres acuerden y consensuen cuáles serán las normas o límites que se aplicarán en casa y luego conversar con los hijos, quienes también deben ser escuchados.
- Claridad en el mensaje: Más allá de solo conversar con los hijos, los padres deben ser claros y transparentes sobre cuáles son las normas y los límites que deben tener en cuenta, con mensajes cortos y respetando su edad.
- Repetir constantemente: Aunque suene reiterativo, es importante recordar las normas y límites en la convivencia para invitarlos a reflexionar sobre sus acciones y las consecuencias que podrían traer.
- Tolerancia y autocontrol: Los padres deben ser los primeros en mantener la calma ante situaciones adversas, así serán modelos para los hijos, aprendiendo a manejar su enojo u otra emoción, con la finalidad de reconocer el proceso y tolerar el error.
Salvador advierte que no hay una fórmula mágica, debido a que cada dinámica familiar es única, en ella inciden, las creencias de los padres, la edad del niño y el ambiente familiar.