Cuatro años después del gran terremoto, Japón sigue en proceso de reconstrucción
El sismo de 9 grados dejó pérdidas económicas de casi 17 millones de dólares.
Dayhanna Chávez
Ciudades abandonadas que albergan solo máquinas excavadoras y malos recuerdos. Así es como lucen hoy las zonas más afectadas por el terremoto de 9 grados y posterior tsunami ocurrido al noreste de Japón, el 11 de Marzo del 2011.
Fueron miles de comunidades costeras destrozadas por la fuerza de las olas que llegaron a alcanzar hasta 40 metros de altura. Una de las prefecturas en las que aún se evidencia el daño es la de Miyagi.
Allí, exactamente en la ciudad de Ishinomaki, vivía Maki Sato, un ama de casa con dos hijos. El día de la tragedia su abuela estaba internada en el hospital de Ogatsu-cho y su madre la cuidaba.
“Ella pensó que estaría bien porque ese era un edificio reforzado y resistente, pero nunca imagino que una ola gigante lo golpearía” cuenta la señora Sato mientras señala la montaña a la que logró evacuar junto a sus hijos.
Maki Sato muestra el terreno en el que estuvo su casa antes de ser arrasada por el tsunami.
Esta madre de familia es solo una de los 274 mil evacuados el día de la tragedia. Varios de ellos ocupan viviendas temporales financiadas por el estado y las zonas en las que vivían fueron declaradas como “suelo de alto peligro”, por lo que se ha prohibido cualquier tipo de construcción.
Algunos kilómetros más allá, en Natori, el desolador panorama es similar. Solo queda en pie el colegio de Yuriage, rodeado por hierba mala. El tercer piso fue utilizado como refugio temporal durante 2 meses para 900 personas, en su mayoría niños.
En Minamisanriku también se observan los edificios destrozados por la furia de la naturaleza. Irónicamente, uno de ellos es el centro de prevención de desastres, un recinto designado para la evacuación que quedó hecho chatarra. De él, hoy solo quedan fierros con un avanzado proceso de oxidación y un pequeño altar para recordar a los fallecidos y perdidos.
Para no olvidar lo sufrido y aprender de ello, varios japoneses cuentan sus historias de sobrevivencia a otros compatriotas y también a los turistas. Además, en todo el país hay diversas instituciones dedicadas a trabajar el tema de prevención de desastres, como el Museo de Kobe, una ciudad que hace 20 años también sufrió un gran terremoto.
En sus instalaciones se pueden observar videos, fotografías y maquetas interactivas para entender el movimiento telúrico y sus consecuencias. En Tokio se pueden conocer las técnicas de sobrevivencia en el centro “Honjo Bosaikan”, donde se aprende a usar extinguidores, escapar de un incendio o un tifón y experimentar el movimiento de un sismo dentro de una máquina simuladora.
Aunque todavía continúan los trabajos de demolición de viviendas, ya se han logrado recoger 20 millones de toneladas de desechos y la tierra es trabajada para que se convierta en un suelo firme y habitable. Mientras tanto, centenares de viviendas han sido reubicadas y los pobladores afectados reciben una indemnización por los daños ocasionados.
Los planes de reconstrucción del estado japonés tienen un estimado de 10 años, en los que se ha invertido más de 50 millones de dólares como parte del Plan Nacional de Manejo de Desastres.
Sin embargo, Japón no solo se conforma con trabajar en su país los temas de prevención o recuperación. A través de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón, JICA, vienen colaborando en el Perú con especialistas y préstamos para mejorar la infraestructura de nuestros suelos y edificaciones.
Museo del Terremoto – Kobe, Japón.
“En el pasado hemos ayudado mucho en el sistema de agua y alcantarillado y queremos seguir con la prevención de desastres naturales que son las áreas en las que tenemos bastante experiencia” comenta Chie Nanataki, representante de Sudamérica en JICA – Japón.
La estrecha relación con el país asiático nos ha beneficiado de tal manera que el Perú es el mayor receptor de préstamos de JICA en Latinoamérica. Por si fuera poco, capacitan a compatriotas para que elaboren proyectos de desarrollo social y urbano que le permitan a nuestro país seguir creciendo. Ese es el objetivo de ambas naciones.