El video que revela el impacto mortal que acabó con la vida de Víctor Santisteban
Las imágenes y testimonios que ayudan a esclarecer la muerte de Víctor Santisteban en el Centro de Lima
Dicen que, antes de morir, el último sentido que se pierde es el oído. Los sonidos que ahora escuchamos fueron los últimos que rodearon a Víctor Raúl Santisteban Yacsavilca la noche del 28 de enero pasado, tras recibir un impacto mortal en la cabeza.
‘Raulito’ o ‘Bimbo’, como lo recuerdan, estaba solo, sin familiares ni amigos. Fue auxiliado por desconocidos desesperados y sollozando por su agonía. Periodistas, manifestantes y policías coinciden en que el sábado 28 de enero fue el día más violento en Lima desde desatada la crisis.
El epicentro de aquel feroz enfrentamiento fue el cruce de las avenidas Abancay, en la cuadra 8, y Nicolás de Piérola. Aquí, la policía colocó una barrera y se apostó detrás con todos sus equipos anti-protestas, que incluyó una fila de tanquetas.
La esquina de Abancay y Piérola es importante. Es la puerta de ingreso al Congreso de la República, ubicado en la cuadra 2 de Abancay. En este punto, un grupo de manifestantes arremetió con todo lo que pudo para intentar romper el cerco policial. Tras dos horas de enfrentamientos, alrededor de las 7.40 de la noche, la policía decidió salir de esta especie de base.
Periodistas, como Omar Coca, que intentaron ir hacia Abancay, fueron impedidos de moverse.
De donde estaban los periodistas, en el cruce de Nicolás de Piérola con Abancay hasta la cuadra 9 de Abancay, donde Víctor Santisteban caería mortalmente herido, resta apenas cuadra y media.
¿Pero fue lo que pasó realmente en la cuadra 9 de Abancay y que los policías no pudieron registrar? Fuimos al lugar en busca de las cámaras de seguridad de la zona. La señora Hilda, desde aquí, monitorea sus locales a través de 12 de señales.
Al cierre de este reportaje, ninguna autoridad había llegado a pedir copias del material que, a hoy domingo, ya se ha borrado por ser un circuito continuo de grabación. Nosotros guardamos copias en custodia y hemos dejado prueba del desface de casi 20 minutos de tiempo para evitar invalidar la prueba. Estos videos son cruciales.
Aquí, en la 9 de Abancay, se ve a decenas de manifestantes en actitud pasiva, incluso con banderas, a la expectativa. De pronto, la policía por detrás, cruce del jirón Leticia con la avenida Abancay, empieza a lanzar bombas lacrimógenas y los obliga, irónicamente, a moverse hacia el cruce con la avenida Nicolás de Piérola. Rodeadas por ambos flancos de Abancay, entre Leticia y Nicolás de Piérola, las personas empiezan a dispersarse y en su mayoría a moverse en las veredas.
En este video revelado por Canal N esta semana se observa que, desde Leticia, aparecen dos policías que llegan hasta la cuadra 9 de Abancay, uno con escudo y otro con una escopeta sin razón aparente, disparan una bomba lacrimógena hacia un grupo de personas junto a la pared, que no habían podido dispersarse. Víctor Raúl Santisteban recibe el impacto y se desploma.
Una persona se tropieza con Santisteban, otra patea la espora de bomba lacrimógena que había caído al lado. Víctor Raúl Santisteban Yacsavilca, de 55 años, se desvaneció, según las primeras imágenes, sobre su brazo derecho, y sobre un charco de sangre que en cuestión de segundos invadió la vereda junto a señales indescriptibles, pero evidentes de la gravedad de la herida.
Los brigadistas voluntarios, entonces, voltearon el cuerpo y lo alzaron en camilla. Recorrieron las cuadras 9, 10 y 11 de Abancay, hasta llegar al Hospital Grau. A la hora de su ingreso, los médicos certificaron su muerte. El diagnóstico fue “Contusión y laceración encefálica. Fractura craneal. Traumatismo Craneoencefálico Severo”.
Carmen Rosa Cardoza, fundadora del Equipo Peruano de Antropología Forense ha estudiado el informe de necropsia al que accedió Cuarto Poder.
El impacto a Santisteban se ubica en la región parieto-occipital del lateral derecho, causando herida contusa, laceración en masa encefálica y facturas en el cráneo. Según la necropsia, los bordes de la herida tienen forma de cruz con una longitud de entre 7 y 4 cm aproximadamente. Los detalles son impactantes.
Víctor Raúl Santisteban, ‘Bimbo’, no era un hombre de redes sociales. Entre idas y vueltas, estuvo 11 años entre Chile y Argentina trabajando. Volvió a Perú el 2019 y estaba a días de volver a Argentina para celebrar el primer año de su nieto y su propio cumpleaños. Raúl o Bimbo no registran antecedentes penales, judiciales ni policiales. Era, en suma, un hombre de bien, que murió en las peores circunstancias.
Según el Manual de Operaciones y Orden Público de la Policía, “el disparo de los cartuchos, debe ser de trayectoria parabólica, tener una inclinación de 30° a 45° hacia arriba”. El video de impacto de Víctor Santisteban muestra al escopetero hacer el lanzamiento en línea recta.
El manual de la policía también deja “estrictamente prohibido” esta clase de disparo directo “hacia la multitud” al poner “en peligro la integridad física, la salud o la vida de las personas”.
El jefe de la Región Policial de Lima, Víctor Zanabria, niega en todos los términos que el disparo del gas de uno de sus hombres pueda ser letal.
Casos internacionales ponen en entredicho su postura. En Chile, el carabinero Patricio Maturana fue enjuiciado y condenado por disparar de forma directa una bomba lacrimógena que impactó contra Fabiola Campillai dejándola totalmente desfigurada. Las pericias demostraron que fue la bomba lacrimógena la que destrozó parte de los huesos del rostro de Campillai.
El manual de la policía indica que entre el escopetero y la masa debe manejarse una distancia de alrededor de 60 metros. Las cámaras certifican que la distancia entre el escopetero y la ubicación de Víctor Santisteban era mucho menor, aunque los policías sí estaban lo suficientemente cerca para escuchar el clamor desgarrador de quienes pedían auxilio alrededor e igual optaron por irse.
Con la de Santisteban, a la fecha, son 59 personas que han fallecido a nivel nacional en estos casi 2 meses de convulsión. Según la Defensoría del Pueblo, 47 personas ya han perdido la vida en medio de las protestas, 10 por hechos vinculados a los bloqueos, y también el suboficial José Luis Soncco, asesinado por una turba en Puno. 59 vidas, 11 menores de edad. Casi un muerto por día.
En el lugar del impacto letal de Víctor Santisteban aún no hay tregua. Sobre las manchas de sangre que hoy transeúntes y policías pisotean aún quedan velas y oraciones para quienes se fueron anhelando un país mejor.