Tragedia en Retamas: vidas sepultadas
El deslizamiento del cerro La Esperanza trajo consigo una verdadera tragedia, desde entonces no ha vuelto la calma a Retamas.
Retamas, un poblado minero en el norte del país, está de luto. La tierra del oro, la pequeña localidad en las alturas de La Libertad en cuyo subsuelo se halla el mineral más puro y brillante se encuentra más gris y tenue que de costumbre.
La precariedad de sus calles, la informalidad en sus construcciones, la pobreza que aquí existe se hace hoy más visible. Y es que, en estos días, el pueblo entero llora la muerte de siete de sus pobladores: Dos madres de familia, dos trabajadores de mina y construcción, una adolescente y dos bebés.
El deslizamiento del cerro La Esperanza trajo consigo una verdadera tragedia, desde entonces no ha vuelto la calma a Retamas.
En medio de la lluvia, los mineros artesanales y los ronderos no cesan, se turnan por grupos, se preparan para la ardua faena de remover las toneladas de piedra y lodo, en busca de noticias que alivien tanto sufrimiento.
Hoy en Cuarto Poder no solo contaremos la tragedia que se vive en Retamas tras el deslizamiento. Además, mostraremos la desgracia a la que parece estar condenado un pueblo que produce uno de los minerales más caros del mundo pero que no cuenta ni con los servicios básicos para su gente. Esperábamos que sus autoridades tuvieran respuestas, pero no fue así.
Es el tercer día de remoción de escombros en el centro poblado de Retamas, ubicado en el distrito de Parcoy, provincia de Pataz, región La Libertad.
Para llegar aquí, a la tierra del oro desde Trujillo, no hay carretera, solo una accidentadísima trocha que hay que recorrerla por doce horas. Esta zona alberga a cerca de cinco mil habitantes que, en su mayoría, viven de la minería artesanal y los negocios que derivan de esta actividad.
Es jueves y solo se han recuperado los cuerpos sin vida de don Santiago Indalecio y de Rolando Robles con su bebé en brazos, lo hallaron aferrado a su recién nacido de un mes, queriendo protegerlo hasta el final de sus días. Los restos de su esposa, hasta esa hora, no aparecían, creían estaba muy cerca a ellos así que los trabajos se intensificaron en esa zona.
Las historias de dolor se entrelazan con las de amor y las de esperanza de quienes vencieron a la muerte y hoy están sanos y salvos, increíblemente para contarlo.
Un ruido intenso, extraño, indescriptible. Los sobrevivientes no encuentran palabras para describir esos segundos que retumbaron y dejaron además de muerte, seis viviendas totalmente destruidas, más de diez inhabilitadas, decenas de damnificados y aún dos personas desaparecidas.
Un ruido que duró solo segundos, pero serán eternos para la gente que no olvidará lo que ocurrió la mañana del martes del 15 de marzo en el cerro La Esperanza.
Cae la noche y por fin hay noticias tras un intenso día de trabajo con maquinaria pesada y remoción de escombros.
Calles empinadas, casas precarias, construcciones de cinco y seis pisos en las faldas de los cerros, tugurización por donde se mire. Así es la vida en este centro poblado asentado sobre un yacimiento de oro.
Pasadizos estrechos, comercio informal, la gente vive como puede aquí. Sin agua potable, sin servicios, sin una posta médica para sus pobladores. La mayoría encuentra en la minería informal un ingreso para sobrevivir, así como el alquiler de viviendas para quienes deciden asentarse en este anexo del distrito de Parcoy en donde operan el Consorcio Minero Horizonte y la Minera Marsa.
¿Por qué un pueblo dueño de una riqueza mineral envidiable que recibe en total 19 millones de soles al año del Foncomún y canon minero vive en medio de la pobreza? Porque nadie escucha las verdaderas necesidades de su gente.
Con el dinero del canon el municipio de Parcoy ha realizado dos obras en el anexo de Retamas en el 2021: la remodelación de los ambientes del mercado y la pavimentación y obras de alcantarillado de una cuadra de la calle San Valentin y Abancay, según consta en el portal del Ministerio de Economía. Obras que según los pobladores no eran de prioridad.
Entonces era necesario preguntarle al mismo alcalde de Parcoy Luis Velezmoro, de Alianza para el Progreso, quien llegó a dar unas vueltas por la zona afectada, sobre las demandas insatisfechas de sus pobladores.
Mientras que en la zona afectada, aún no se encontraban los restos de Zenaida Polo y sus dos hijos. Su esposo seguía incansable esperando ver por última vez a las tres personas que más ama en la vida. Sacando fuerzas de donde no hay, secándose las lágrimas, volviendo a encabezar la búsqueda una vez más.
La tarde del viernes hubo novedades para el señor Robles. Primero se halló el cuerpo de su hija de 14 años Elizabeth Fiorella Robles Polo y horas después el de su esposa Zenaida Polo.
Cuánto amor, cuánto dolor, cuánta desgracia se conjugan detrás de este nuevo deslizamiento ocurrido después de trece años en la misma zona. Un lugar donde parece que todo sigue igual de olvidado. La tierra del oro sigue más pobre que nunca.