Serpentín de Pasamayo: ¿por qué es una de las carreteras más peligrosas del país?
La cantidad de accidentes en el lugar ha sido tal que ni siquiera las autoridades tienen cifras exactas al respecto
Entre Ancón y Chancay, al norte de Lima, una escarpada y peligrosa vía se abre paso entre un acantilado rocoso y un abismo que termina en la orilla del mar: el serpentín de Pasamayo.
Sobre esta carretera de 22 kilómetros transitan vehículos pesados que van o vuelven al norte. Su paso es obligado para las conexiones desde esa zona del país con la capital. Los buses interprovinciales ya no circulan por allí tras el accidente en el que fallecieron más de 50 personas.
Es tan estrecho el paso que los vehículos que transitan en ambos sentidos sienten rozar a los otros. Deben hacer maniobras temerarias para no chocarse. Los zumbidos de las máquinas se mezclan con el ruido de las olas que rompen en las piedras de la orilla y aturden. A esto se suman las 52 curvas que presenta la carretera y que hacen difícil la transitabilidad.
Pero estos no son los únicos riesgos que presenta esta carretera. Si en veranos moderados la presencia de neblina es intensa, en invierno es prácticamente imposible ver más allá de dos o tres metros. Las barandas de seguridad son inexistentes. Es una bomba de tiempo.
La peligrosidad de la carretera tiene larga data. Tanto que en la obra Los Cachorros, de Mario Vargas Llosa, se relata la muerte de 'Pichulita' Cuéllar, ocurrida tras un choque en la zigzagueante ruta.
"Y ya se había matado yendo al Norte. ¿Cómo?, en un choque. ¿Dónde?, en las traicioneras curvas de Pasamayo. Pobre, decíamos en el entierro, cuánto sufrió, qué vida tuvo, pero este final es un hecho que se lo buscó", narra la historia del Nobel de Literatura peruano. La obra fue escrita en el año 1967. 50 años después nada parece haber cambiado.
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