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25.09.2017

Selva Central: narcotraficantes secuestran y asesinan a los pobladores

Narcotraficantes también se dedican a secuestrar a pobladores. Foto: captura de TV

Esta nueva modalidad de operar mantiene con temor a los pobladores de Pichis Palcazu 

Amenazas que escarapelan el cuerpo han paralizado a 17 familias, en los últimos siete meses las han llenado de terror, les piden dinero a cambio de seguir viviendo. En la selva central se ha desatado una ola de secuestros. Los que están al otro lado de la línea no son ladrones de poca monta, son narcotraficantes que ahora se “recursean” así, secuestrando y matando pobladores para conseguir dinero fácil.

Estos criminales han puesto en la mira al corredor Pichis Palcazu, ubicado entre las regiones de Huánuco, Pasco y Ucayali, una zona cocalera con una geografía agreste, propicia para que estas bandas organizadas operen y se escondan. Esta zona, está muy cerca al Vraem, donde la Policía ha centrado todas sus acciones para cortarle las piernas al narcotráfico.

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Se volaron varias pistas clandestinas y avionetas, se destruyeron grandes laboratorios y pozas de maceración, se capturó a narcotraficantes y acopiadores, pero aunque todo eso no ha parado el trasiego de droga, sí ha golpeado a los contrabandistas del polvo blanco, quienes han tenido que huir hacia el corredor de Pichis Palcazu, donde existe poca presencia del Estado. Es el nuevo punto obligado para la exportación de cocaína.

Pero mientras los remanentes del narcotráfico se reponen, encontraron una nueva forma de hacer dinero, están recurriendo al secuestro, la extorsión y al crimen por encargo. Antes, una cosa era hablar de narcos y otra de secuestros y extorsión, ahora se han fusionado, y empresarios, comerciantes, ganaderos y todo aquel que tenga un negocio, son sus potenciales víctimas. El narcotráfico abrió otras puertas criminales, apoderándose de la vida cotidiana de esta población.

Desde que los narcos se mudaron a toda la zona de Pichis Palcazu, las autoridades civiles y policiales se convirtieron prácticamente en sus cómplices. Han venido actuando con total impunidad. En los últimos ocho meses, se reportaron 17 secuestros, la Policía descubrió que delincuentes de tres bandas organizadas eran los artífices, los llamados Balseros de Palcazu, los Rápidos de Puerto Bermúdez y Los Malditos de Sungaro.

Estos criminales sabían cómo presionar a sus víctimas, dándoles en lo que más les dolía. Secuestran a sus padres o a sus hijos y la presión aumenta con cada minuto y grito de dolor. Los secuestradores internaban a sus víctimas en los matorrales y así era su cautiverio, aquí los tenían amarrados y los gritos de ayuda eran imperceptibles.

En medio de la espesura de la selva es sumamente difícil echarse a buscar a la víctima, los familiares desgraciadamente tienen que pagar por el rescate. La mayoría de víctimas ha pagado altísimas sumas de dinero para ser liberada. Hay aún quienes buscan a sus familiares. 

La Policía de la División de Secuestros de Lima lucha contracorriente. La geolocalización ayuda poco en medio de selva tan tupida. Pero luego de internarse y de seguir a todo sospechoso, lograron capturar a 14 delincuentes, integrantes de los Balseros de Palcazu, los Rápidos de Puerto Bermúdez y Los Malditos de Sungaro. Se les encontró en una de las casuchas donde tenían las armas.

Una de las víctimas fue liberada. Cuando los agentes capturaron a cinco de los Malditos de Sungaro, descubrieron que ellos también trabajaban por encargo. Ellos han dicho a las autoridades que secuestraron a Micky Sixto Baltazar Coronel de 44 años por orden de su propia hija, Candy Baltazar Ochoa de 19 años y por su tía, Aided Palomino Matamoros.

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La poca logística con la que cuenta la Policía para perseguir criminales, los obliga a amarrar a los delincuentes en la reconstrucción de los hechos para que no se escapen. Han revelado que aquí tenían secuestrado a Sixto Baltazar y que luego de darle muerte, arrojaron su cuerpo al río para que nadie lo encuentre y para sacarle un doble provecho, continuaron pidiendo dinero por el rescate.

Aunque estas capturas han dado un nuevo respiro a los pobladores de la zona de Pichis Palcazu, el temor sigue reinando. Mientras no haya presencia del Estado y mientras los operadores de justicia no trabajen libremente, se habrá hecho poco o nada para frenar esta nueva y sanguinaria modalidad de terror.

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