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20.03.2023

El milagro llamado Emir: La historia del niño que sobrevivió a un huaico en Jicamarca

El milagro de Emir, el niño que sobrevivió al huaico / Fuente: Cuarto Poder

Un niño de un año y 10 meses fue rescatado de las bravas aguas de un huaico. Esta es la historia del niño que junto a su padre vivieron los momentos más difíciles en medio de los huaicos, pero que se convirtieron en símbolo de la esperanza

Emir. Su nombre significa 'príncipe' en árabe, pero como Moisés fue salvado de las aguas como un verdadero milagro de Dios en medio de lo que parecía ser un diluvio. 

Emir y su padre son los protagonistas de una verdadera hazaña humana llevada a cabo el miércoles último, cuando tres quebradas se activaron a la vez en esta zona de Jicamarca, justo en el límite de San Juan de Lurigancho y Huarochirí. Un repentino huaico que se llevó entre sus enloquecidas aguas a casas, carros, piedras, tanques de agua, y de cuyas feroces garras papá y bebé lograron salir milagrosamente con vida

José Castillo Apaza tiene 30 años y junto a su esposa Elsa Cabana, de 31 años y embarazada de 5 meses, son dueños del surtido minimarket 'Muñeco', apodo con el que José es conocido en el barrio. 

Llevan juntos más de diez años como pareja, pero además de ser una pareja sólida, son socios en el próspero negocio que iniciaron de cero. Sin embargo, este terrible miércoles su vida dio un vuelco que las cámaras de seguridad de su negocio ahora permiten reconstruir. Alrededor de las dos de la tarde, Elsa y José se encontraban atendiendo el negocio familiar con Catalina, su hijita mayor de tres años, mientras Emir, de un año y 10 meses, dormía la siesta en la casita prefabricada de la familia, ubicada exactamente a la espalda del local.

De pronto, en sólo cuestión de minutos, la lluvia se convirtió en un río lodoso que empezó a inundarlo todo. Por más esfuerzos que ambos hicieron, la poderosa naturaleza fue más fuerte. A la pareja no le quedó más remedio que cerrar su negocio y correr para poner a salvo a sus hijos.  

Mientras José luchaba por llevar a Emir a un lugar seguro, Elsa se encargaba de poner a salvo a Catalina y al bebé que lleva en el vientre. En ese preciso instante, el embravecido huaico había rodeado la casa y José, con su niño en brazos, tomó el camino de regreso al market

José, nombre bíblico de un joven padre que luchó contra las aguas hasta donde le dieron las fuerzas. Las heridas de tamaña lucha cubren casi todo su cuerpo de cortes, raspones y perforaciones que requirieron cirugía menor, al punto de que ahora difícilmente se puede mover

José y Emir se aferraron uno al otro mientras eran arrastrados por el huaico desde la parte posterior de su casa, hasta este punto en el que José por fin logró asirse a la reja metálica de una vivienda. La imparable fuerza de las aguas, sin embargo, le arrancaron de los brazos a su bebé en este punto y se llevaron al pequeño por esta loza deportiva durante 200 metros calle abajo

Pero los milagros existen y aunque José perdió a su hijo, un pescador llamado Hugo, que coincidentemente había llegado de visita desde Pucusana, alertado por los gritos de los vecinos, se lanzó sobre las furiosas aguas y logró arrebatarles el cuerpecito indefenso de Emir. 

La solidaridad de los vecinos es también milagrosa. Inmediatamente auxiliaron a Emir, lavaron sus heridas, lo vistieron con ropa de otro pequeñito y mientras intentaban sortear el huaico para llevarlo al hospital, a través de una cadena de Whatsapp, la noticia de su rescate llegó hasta sus padres.  

Sin duda José se llevó la peor parte, pues protegió con su cuerpo el cuerpecito de Emir. A pesar de que las aguas se lo quitaron, su bebé sólo presenta raspones y ningún otro efecto de consideración en su salud.

José aún se recupera de la pelea más feroz que ha librado en su vida. Dicen que Dios es amor, y el amor es la posesión más valiosa de esta familia. A pesar de la desgracia de haber perdido mercadería y enseres persales, y a pesar de los miles de necesidades que crecen entre los damnificados de Jicamarca, la historia de Emir parece una señal divina de que, a pesar de la desgracia, el amor es capaz de hacer posible lo imposible.

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