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29.10.2018

Keiko Fujimori: así fue la crisis que estalló en Fuerza Popular

Keiko Fujimori, liderado por Fuerza Popular.

'La Botica', el pedido de prisión preventiva contra Keiko Fujimori y otros hechos tuvieron un efecto demoledor en Fuerza Popular

Keiko Fujimori invocó al Gobierno y a todas las fuerzas políticas a dejar de lado las confrontaciones y trabajar una agenda por el bien del país. Lo hacía luego de haber salido de prisión y enfrentando la posibilidad de volver, esta vez por 36 meses. 

De pronto, la líder de la bancada más numerosa del Parlamento aparecía ante los medios para declararle la paz al Ejecutivo tras haber tenido una especie de epifanía que la hizo abrir los ojos de repente para descubrir que el camino correcto pasa por el diálogo, el consenso y el reencuentro; palabras hasta hace muy poco inexistentes en el vocabulario de Fuerza Popular.

Ante ello, el congresista Alberto De Belaunde, sostuvo que no le cree nada a Keiko Fujimori, pues ha sido testigo del accionar de ella y su bancada, de la “manera agresiva y autoritaria de ejercer el poder que le dio el pueblo”.

Pero para entender lo que motivó a Keiko Fujimori a hacer un anuncio de esta naturaleza, es indispensable, primero, analizar el momento. La conferencia de prensa se llevó a cabo la víspera del inicio de la audiencia en la que se decidirá si irá a prisión preventiva junto a parte de la cúpula fujimorista por el caso fujicocteles. Además, la semana anterior, salió en libertad tras estar detenida preliminarmente durante 8 días en la Prefectura. 

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Keiko Fujimori inició su discurso señalando que los días de encierro la habían hecho reflexionar, pero no dijo nada de lo que sucedió al interior de su bancada mientras estuvo en prisión. 

El martes 16 de octubre, cinco miembros de la bancada de Fuerza Popular, se reunieron en Palacio de Gobierno con el presidente Vizcarra para, según sus declaraciones, buscar tender puentes con el Ejecutivo y evitar las confrontaciones. El gestor de la reunión fue Gilbert Violeta.

Miguel Castro confirmó los rumores de la existencia de una facción al interior de Fuerza Popular interesada en bajarle el tono al estilo, en sus propias palabras “chavetera”, de su partido. Cuando se hizo pública esta reunión, el lunes de esta semana, ya era más que claro que había una crisis de proporciones apocalípticas en Fuerza Popular. 

El sábado 20, hubo una reunión de la bancada naranja con Keiko Fujimori y sus asesores más cercanos, que acababan de salir en libertad, en la que hubo una fuerte discusión sobre el rumbo que estaba llevando el partido. Un grupo de más de 20 congresistas, liderados por el actual presidente del Congreso, expresaron su rechazo a las formas con que la organización se ha venido desenvolviendo desde que están en el Congreso

Criticaron el estilo confrontacional de las voceras del partido y pidieron renovación. Recordemos que Daniel Salaverry intentó, desde que asumió la presidencia del Congreso, bajar la tensión con el Ejecutivo. 

Por ejemplo, se mostró a favor de realizar modificaciones a la ley de publicidad estatal, apoyó el plazo dado por el Ejecutivo para aprobar los proyectos de reforma política y esta semana, en medio de la crisis, pidió licencia temporal al partido argumentando que debía dirigir la Mesa Directiva con imparcialidad.

En la otra esquina estaban los miembros de ‘La Botica’, liderados por ‘Miki’ Torres y Úrsula Letona, reacios a ceder frente a los llamados provincianos. Finalmente, se acordó bajar la intensidad de los ataques al Ejecutivo. Al día siguiente, Úrsula Letona dio una primera muestra de esta decisión anunciado que el partido no apoyaría la moción de censura contra el premier impulsada por el Apra.

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Al día siguiente, las voceras del partido anunciaron que dejaban sus cargos a disposición como parte de la reorganización del partido. Poco después, ‘Miki’ Torres renunció a la subsecretaría general y José Chlimper a la secretaría general. Pero Úrsula Letona también declaró que uno de los puntos que se trató en la reunión del sábado fue el problema que representa para el partido que Keiko, con la espada de Damocles de la cárcel sobre su cabeza, sea una figura insustituible en la organización. “Al no estar ella hemos entrado en una crisis”, dijo Letona.

Las audiencias de pedido de prisión preventiva han tenido un efecto demoledor tanto sobre Keiko Fujimori como sobre Fuerza Popular.

“Más allá de si estamos de acuerdo en si hay lavado de activos o no, o si va presa o no, lo que queda claro es que se ‘pitufeó’ dinero, se manipuló personas, se atacó a los que querían investigar.  Los chats salen en el momento en el que muestras un estilo agresivo, conspirativo, y las renuncias que se vienen dando de algunos actores del fujimorismo, terminan de dar la sensación de un partido que nos ha estado mintiendo, a los que le creían digamos, son igual o más corruptos que otros”, afirmó el politólogo Eduardo Dargent.

Pero, ¿cuándo empezó a hundirse el llamado nuevo fujimorismo? Un hecho reciente que definitivamente ha impactado en la imagen del partido ha sido su reacción frente al escándalo de corrupción de los ‘Cuellos blancos’. “Protegen, blindan, se demoran, dan la sensación que están con el fiscal Chávarry, lo vemos en los chats, queda claro que era una cuestión de supervivencia como dice Bartra”, agregó Dargent.

Pero para responder esa pregunta a cabalidad quizá tendríamos que retroceder hasta la segunda vuelta del 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski derrotó en las urnas a Keiko Fujimori por un margen tan estrecho que hizo elucubrar a la líder del fujimorismo que le habían robado la elección, un supuesto que nunca pudo probar. 

Primera prueba de ello es que nunca ofreció el saludo protocolar a PPK. Y el mismo día en que su numerosísima bancada juramentó, el partido ya daba muestras de la actitud que mostrarían a lo largo de los siguientes dos años y medio.

Keiko Fujimori era la política más poderosa del país y su partido, una plataforma política sólida y numerosa, pero convertida inmediatamente en maquinaria de guerra. La bancada era un ejército disciplinado que votaba en bloque y por consigna en todos los debates en el Pleno y en las comisiones. El poder que ostentaban en el Parlamento para crear leyes fue utilizado como un arma política. Como Vizcarra tiene la facultad de disolver el Parlamento, el Congreso la modifica desde su reglamento.

Como piensan que hay una campaña mediática en su contra, hacen una ley que prohíbe el gasto estatal en los medios. Y como Fujimori debe regresar a la cárcel, hacen otra ley para que todos los que estén en exactamente sus mismas condiciones cumplan sus penas fuera de la cárcel.

“Lo vimos cuando el gabinete Zavala pidió el voto de confianza, cuando se discutió el presupuesto de la República, lo vimos en las contrataciones que hicieron en el Congreso de personas que no tenían problemas en usar sus redes para atacar a la oposición. En todo momento, en estos dos años y medio Fuerza Popular ha actuado de forma abusiva y prepotente”, refirió Alberto De Belaunde.

Censuraron y forzaron la renuncia de ministros sin razones de peso que sustenten estas decisiones. Castigaron a quienes osaron renunciar a sus filas primero con una ley que impedía que los congresistas renunciantes pudieran formar nuevas bancadas, norma que fue corregida luego por el Tribunal Constitucional.

Y luego acelerando la sanción contra Kenji Fujimori, Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez, permitiendo que votase la Comisión Permanente con el aval del propio presidente del Congreso, Luis Galarreta. Y al quedar en evidencia tuvieron que volver a votar. 

Una bancada alineada que parecía destinada únicamente a meterle cabe al Gobierno, blindar a sus miembros cuestionados o directamente acusados de delitos y destruir a sus enemigos. Todo con la soberbia ciega que da el poder de sentirse intocables.

Una bancada sedienta de sangre que enfiló sus baterías contra todo lo que se les pudiera en frente y que nunca se preocupó por encarar los problemas del país e impulsar las propuestas de su plan de gobierno. Todo indica que Keiko Fujimori y Fuerza Popular han dilapidado el enorme poder que les dio el Perú en las elecciones del 2016. 

Otra prueba de ellos es el resultado nulo que obtuvieron en las últimas elecciones regionales y municipales. Y los congresistas que se han sentido relegados todo este tiempo, ven hundirse un barco que nunca les permitió impulsar sus proyectos propios y que deberán volver a sus regiones a rendir cuentas en el 2021. Ahora dicen que están arrepentidos y quieren trabajar por el país.

En la conferencia del martes, Keiko Fujimori no reconoció haber cometido errores y pidió dejar de buscar culpables. Pero, los congresistas de otras bancadas están esperando señales reales de una auténtica voluntad de cambio. Se plantea, por ejemplo, que la Mesa Directiva deje de estar exclusivamente integrada por fujimoristas. “Hay un hecho que mostraría un cambio real, que dejen el blindaje al indigno fiscal [Pedro] Chávarry”, señaló Alberto De Belaunde.

Dicen que no existen los cadáveres políticos, pero el destino de Keiko Fujimori, al margen de si es enviada a prisión preventiva o no, parece inevitable. Según Datum, el 86% de los peruanos la desaprueba y el 77% cree que es culpable del delito de lavado de activos. Y ha desplazado a Alan García, en la percepción de la ciudadanía, como el político más corrupto del Perú.

“Si continúa en política, si insiste en continuar en política, su futuro [de Keiko Fujimori] es un poco el presente de [Alan] García, que haga lo que haga, baile reggaetón, se ponga gorrita, quiera hablar de política internacional, no hay forma de romper ese anti que ya lo condenó a ser un político calificado de corrupto y sin intención de voto en las elecciones generales”, señaló el politólogo Eduardo Dargent.

¿Sobrevivirá el fujimorismo a Keiko Fujimori? Dado el carácter personalista del partido, el llamado naturalmente a reemplazarla en la dirección tendría que ser otro Fujimori. Y Kenji, tras todo lo ocurrido, parece, al menos por el momento, no estar dispuesto a asumir el liderazgo. 

Keiko Fujimori se debate entre la libertad y la cárcel y es muy probable que de ese desenlace dependa lo que sucederá con su bancada. Hay 30 congresistas esperando la oportunidad para saltar del barco. Y una prisión preventiva contra la líder podría ser el empujón final para quebrar finalmente en dos a lo que queda de lo que hasta hace poco era la bancada más sólida y poderosa de nuestra historia republicana reciente.

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