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27.10.2024

El drama de viudas, huérfanos y sobrevivientes de la criminalidad

Foto y video: América Noticias

Familiares de personas que fueron asesinadas por extorsionadores y asaltantes cuentan el drama que viven tras los hechos delictivos que marcaron sus vidas. Exigen al Gobierno acabar con la inseguridad ciudadana

La criminalidad en nuestro país ha llegado a niveles alarmantes, por ello la población ha salido a las calles a pedir seguridad por esta ola delincuencial que no para y que ha cobrado varias víctimas mortales.

A estas marchas se unieron también padres que perdieron a sus hijos, o hijos que pedían justicia, ya que sus padres habían sido asesinados por extorsionadores. Víctimas de la criminalidad, personas que vivieron en carne propia esta ola delictiva, que no para que se llevara a sus seres más queridos abrazados por aquella marea oscura de delincuencia, sicariato y extorsión. Otros sobrevivieron de milagro.

Ricardo Berrospi, de 36 años, era ingeniero electrónico con una gran preparación profesional; tenía maestría, doctorado y una basta trayectoria en diversas empresas mineras. Desde hace un año trabajaba como sub gerente de proyectos de una conocida compañía. Tenía muchos sueños en mente y era el orgullo de la familia Berrospi.

Era el segundo de 4 hermanos, todos ingenieros y un estudiante de medicina, Ricardo. Tenía además un hijo que estaba a punto de cumplir 3 años. Pero el 30 de julio sucedió algo aterrador: se encontraba a bordo de su camioneta en la vía metropolitana del distrito de Comas cuando fue interceptado por unos sicarios quienes le dispararon hasta acabar con su vida.

Lo extraño es que los criminales le arrebataron uno de los dos celulares que llevaba en el carro, por ello sospechan de que hay algo más detrás de este asesinato. Lo más frustrante para sus padres es que hasta ahora no encuentran justicia.

Han pasado 3 meses y Celinda no encuentra respuestas; por ello, junto a su esposo se sumó al paro nacional realizado el 23 de octubre. Se unió a la marcha como sacrificio de amor a su hijo.

En una mano llevaba el cuadro de su hijo y en la otra un cartel que decía: "El sicariato mató a mi hijo, basta de asesinar a nuestras jóvenes promesas". Los esposos Celinda y Raul caminaron desde el distrito de Comas hasta el centro de Lima para exigir justicia.

Esto resume la desesperación y el dolor de unos padres a quienes la criminalidad les arrebató parte de su vida, además del sufrimiento que no dicen sentir. Frustración e impotencia ante la respuesta de las autoridades.

La lucha de Celinda Armas y Raul Berrospi se convierte en un clamor de justicia, mientras la inseguridad sigue acechando a los ciudadanos, dejando a más familias envueltas en la incertidumbre y el dolor.

El gremio de construcción civil es uno de los más golpeados por la creciente criminalidad en el país. Ellos también marcharon para exigir al gobierno mayor seguridad y justicia.

Ella es esposa del secretario general del sindicato de construcción civil de Lima y Valencia, Arturo Cardenas Fernández, quien fue asesinado el 15 de agosto por unos sicarios cuando salía de su local en el distrito de La Victoria.

Aquel día era el cumpleaños de su hija Yomira. Arturo había organizado todo para celebrar los 26 años de su hija. Abordó su camioneta, un sicario se acercó a él y descargó una ráfaga de disparos. Un hombre de seguridad del sindicato disparó al asesino, pero herido en la pierna huyó en la moto que lo esperaba.

Según su hija, don Arturo vivía amenazado, pues era aquel hombre que se paraba firme, negándose a ceder ante las amenazas de los cobros ilegales de seudos sindicatos, pero esto le costó la vida en medio de una guerra donde el valor y la valentía se pagan con sangre.

Yomira señala que junto a su familia viven todo un infierno, pues siguen siendo amenazados, acechados por criminales que buscan silenciarlos, acabar con ellos y han tenido que dejar sus estudios y trabajos. Ella y su familia dicen sentirse abandonados por las autoridades, quienes la han dejado a la deriva, huyendo, mudándose de casa, para estar a buen recaudo, pero todo es inútil.

Semana a semanas las calles se tiñen de sangre, por el sicariato, por negarse a pagar cupos extorsivos y ante los asaltos a mano armada. Muchos son jóvenes universitarios, como el caso de Ángel Torres Vergaray, estudiante de enfermería, quien sobrevivió a esta ola de criminalidad.

Sin embargo, ante la radiografía criminal que se ve a diario en el país, el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, minimizó el número de víctimas por criminalidad, comparando la situación del Perú con otros países de la región.

Dicen que fue un milagro de Dios que este joven de 22 años haya resistido a 3 disparos en el cuerpo por parte de unos delincuentes que intentaron robarle la mochila. El 2 de setiembre recogía a una amiga de su vivienda ubicada en el distrito de San Martín de Porres, para ir a la universidad. Eran las 4 y 55 de la madrugada cuando unos delincuentes a bordo de una motocicleta los apuntaron con un arma de fuego. Al resistirse al robo de sus pertenencias, estos le dispararon a Ángel, sin piedad.

Ángel estuvo en UCI durante 17 días, sometido a cinco cirugías reconstructivas. Después de un mes de hospitalización, fue dado de alta y hoy nuevamente ha regresado a la universidad. Camina lentamente pues las balas dañaron 10 órganos internos, destrozó los intestinos, hígado, el riñón y el vaso. Pero Ángel no se amilana; ha decidido continuar y con una sonrisa responderle a la adversidad. Ángel es una víctima que ha logrado sobrevivir ante un despiadado ataque criminal, inseguridad que se vive en todo el país, día a día, y cada vez cobra nuevas víctimas.

Pero la realidad es otra. La violencia ha desbordado nuestro país, por ello la población ha decidido alzar su voz y decir basta, esperando medidas para frenar esta inseguridad que viene ganando la batalla. 

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