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20.02.2023

El brutal impacto que cambió la vida de Jhon Lapa cuando participaba en las protestas en el Centro de Lima

Video: Cuarto Poder

La historia de Jhon Lapa, de buscar quién lo atacó y cómo el sistema reaccionó para atenderlo, es solo una de entre más de 1200 casos de civiles y más de 500 policías heridos

La última noche que Jhon Lapa fue visto en las marchas, llevaba sobre su espalda al Perú o, mejor dicho, la bandera del Perú. Esa noche también es la última vez que su familia lo ha visto en pie.

Desde ese sábado 28 de enero, la vida de Jhon se ha detenido, se ha paralizado en una cama de Cuidados Intensivos por un traumatismo encéfalo craneano.

Alrededor del Parque Universitario, en el cruce de las avenidas Abancay y Nicolás de Piérola, se vivió uno de los capítulos más violentos en Lima desde iniciada la crisis política y social.

Los niveles de enfrentamiento y convulsión vividos en Ayacucho, Puno o Cusco, semanas atrás, se replicaron ese sábado en la capital. Aquí, minuto a minuto, y durante unas 4 horas, se desarrolló una lucha constante entre protestantes mejor organizados y policías flanqueados por barreras de fierro y tanquetas.

El pronóstico de lo que resultaría era sin duda reservado. Desde el cruce de Piérola y Abancay, la estrategia de la policía fue parapetarse para impedir el avance de la gente que buscaba llegar al Congreso de la República, objetivo máximo y simbólico de la protesta.

El momento era la cruda imagen de compatriotas convertidos en enemigos de guerra…  y, como en toda guerra, había periodistas registrando el momento.

Alrededor de las 7 de la noche, la policía empezó el contragolpe con un rochabús y un contingente de refuerzo para retomar la zona.

Jhon Santos Lapa Laime tiene 31 años, tiene un hijo de apenas 3 meses de nacido y se le identifica por la bandera del Perú que lleva en su espalda.

A las 7 y 49 de la noche, la señal del diario El Comercio se transmite en vivo por Canal N.

Jhon Lapa está, como los demás, en la esquina de mayor violencia aquel día. Entre sonidos de bombas, algo le impacta en el lado izquierdo de la cabeza. La vincha vuela. Él se cae. La cámara de El Comercio deja de grabar y Canal N cambia su señal a las cámaras de seguridad de la Municipalidad de Lima. Pero el momento de desesperación sí es seguido por la cámara del diario La República. La vereda está adornada de objetos de sospecha. Después de segundos de desmayo, Jhon Lapa logra abrir los ojos, recuperarse y camina, junto a los brigadistas.

Es una noche sangrienta. A cuadra y media, a pocos minutos, Víctor Santisteban era impactado y caería para morir poco después.

La línea de tiempo en el caso de Jhon Lapa es vital para calcular cómo una desgracia se sumó a otra desgracia.

El impacto se da a las 7y 50 de la noche. A las 10 y 47 de la noche, Rocío Lapa, la hermana de Jhon, recibe la llamada del Hospital Arzobispo Loayza que le pide acercarse. Estaba en Santa Clara, en la carretera central, y por eso llegó hasta aquí al borde de la 1 de la mañana.

Jhon Lapa estaba inconsciente. Rocío recuerda que de la cabeza de su hermano aún brotaba sangre que desde la camilla caía al piso. La conversación con la enfermera asignada la dejó impactada.

A las 2 de la madrugada, luego de 6 horas del impacto que fue a las 7.50 de la noche, Jhon recién fue sacado del pasillo y llevado a otro ambiente para ser atendido con medicina comprada por la familia en la farmacia. De ahí, recién alrededor de las 9 de la mañana del domingo, fue llevado a la sala de operaciones.

Jhon Lapa fue diagnosticado con traumatismo encéfalo craneano y hematoma epidural.

Lapa estudia y trabaja desde los 18 años. Antes de llegar aquí, había tenido casi una década de idas y vueltas entre Chile y Argentina. Estudio Economía en la Universidad de Buenos Aires, gracias al empuje y empeño de su padre.

Don Teodoro ha sido subprefecto en su natal Huancavelica, donde nació Jhon, el último de sus hijos varones. Su vida en su chacra de Angares la ha cambiado por la agresiva capital limeña. Teodoro vive en el hospital Loayza. Desayuna afuera. Nos oculta si es que también almuerza. En las noches, duerme sobre cartones, a pocos metros de distancia de su hijo que está en un sueño permanente.

Los periodistas testigos del momento difieren sobre qué objeto pudo caerle a Jhon Lapa, pero ambos coinciden en que el tiro vino desde el lugar donde estaba la policía.

Jhon Lapa no es el único en cuidados intensivos producto de las protestas. La Defensoría del Pueblo ha registrado 3 pacientes UCI en Lima y 1 en Cusco que fue derivado de Abancay. Pese a nuestros requerimientos, el hospital Loayza se negó a dar información sobre la situación de Jhon Lapa y su evolución médica.

El reloj corre, pero las vidas de pacientes y familias como la de Jhon Lapa se han detenido.

La historia de Jhon Lapa, de buscar quién lo atacó y cómo el sistema reaccionó para atenderlo, es solo una de entre más de 1200 casos de civiles y más de 500 policías heridos. Ni esos números ni la cifra de los 59 fallecidos pueden en realidad graficar la desgracia que hoy viven las familias de aquellos que murieron o de los que, como Jhon, aún no despiertan.

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