Ingresamos con el INPE a una requisa inopinada en el interior del penal Castro Castro como parte del megaoperativo simultáneo en los 68 penales a nivel nacional. Drogas, alcohol, celulares y demás objetos peligrosos fueron decomisados por los agentes.
Eran las 3 de la tarde del último viernes cuando, junto a 30 efectivos del INPE, domingo al día ingresó a las instalaciones del penal Miguel Castro Castro en San Juan de Lurigancho. Fue por una de las puertas laterales para no levantar sospechas ni alertar a los internos que un megaoperativo se estaba llevando a cabo en simultáneo en los 68 penales a nivel nacional.
Cientos de reos, extorsionadores, sicarios, tratantes de personas, entre otros delitos, en su mayoría peruanos, pero también venezolanos y ecuatorianos, fueron sorprendidos por la autoridad penitenciaria. De pronto, en plena formación, estos delincuentes dejaron caer dos bolsas repletas de lo que aparentemente era clorhidrato de cocaína, atemorizado por la visita sorpresa y el castigo ejemplar que reciben los infractores de la cárcel.
Mientras uno a uno los internos iban siendo requisados, el INPE buscaba en cada rincón del pabellón, iniciando por el patio y los ambientes comunes. Un verduguillo y otros objetos punzocortantes fueron hallados refundidos, además de un balde entero de la conocida chicha canera, el alcohol con el que se brinda por lo bajo en la prisión.
Cada espacio en las celdas de Castro Castro es un escondite en potencia, cada rendija que el INPE escudriña con minuciosidad podría esconder algo ilegal. En medio del hacinamiento, más drogas aparecieron en la requisa. El interior de los colchones de espuma escondía una considerable cantidad de ketes y envoltorios.
Piso por piso durante horas, se buscó incansablemente en las celdas hasta dar con numerosas libretas con números telefónicos y cuentas bancarias, además de un celular habilitado para hacer llamadas clandestinas. El dueño del celular, encontrado dentro de unas zapatillas, se negaba a aceptar que era suyo, a pesar de que estas le calzaban a la perfección.
En otro rincón, varias cámaras de celular dentro de un papel se hallaron, y en un libro, chips y memorias. En estos últimos días, el INPE ha intensificado las requisas en los 68 penales peruanos con la finalidad de evitar cualquier alteración de la convivencia pacífica de los reclusos. Es un hecho que esta no será ni la última requisa, ni el último relato periodístico que este servidor cuenta acerca del hampa o desde un penal.
