Es de madrugada en el hospital Goyeneche de Arequipa, donde una imagen se repite a diario. Una persona llega a este pasillo de emergencias con cartones en mano y acomoda lo que será su cama por las próximas ocho horas.
Otros juntan las sillas de plástico para apoyarse en ellas, descansar y tratar de aliviar una espera que parece interminable. Algunos llevan galletas, panes, agua, entre otros alimentos para combatir el hambre. Mientras que otros, resignados, lidian con el ayuno.
A simple vista, pareciera que estamos mostrando un ambiente que alberga personas enfermas de Covid-19 en plena ola de contagios. Pero no, estas imágenes corresponden a otra pandemia: el pésimo estado del sistema de salud que padecen millones de peruanos a diario.
Arequipa no es la excepción. Entre 2016 y 2018 el gobierno regional inició la construcción de diferentes hospitales para mejorar la atención de salud. Sin embargo, siete años después todos estos proyectos tienen algo en común: ninguno se ha terminado. Uno de ellos es el hospital Maritza Campos. Ubicado en la avenida 54 del distrito de Cerro Colorado, esta obra se inició en noviembre de 2018 con una inversión de 134 millones de soles. A día de hoy, tras las gestiones de Yamila Osorio y Élmer Cáceres Llica, cinco años después, la construcción se encuentra inconclusa con solo un 58 por ciento de avance.
Apenas entramos a sus instalaciones, el piso sin acabados, la acumulación de desmonte y las señales de “peligro” saltan a la vista. Sin embargo, esta no es la mayor muestra de abandono que encontramos en el primer nivel del hospital. El almacén biomédico es una de las áreas con mayor pérdida económica.
Pero las deficiencias no se encuentran solo en un piso del hospital, las podemos observar a lo largo de todo el recinto. En el segundo nivel está ubicado el centro quirúrgico, él área más importante de la obra. Ahí también se observa la acumulación de desmonte, tuberías expuestas, paredes sin acabados e incluso, conexiones inconclusas.
La construcción del hospital Maritza Campos estaba a cargo del consorcio Hospitalario Sur, en el que, la empresa Eralma, tiene la gran mayoría de participación. Tras el retraso de la obra y diferentes inconvenientes, el gobierno regional decidió resolver el contrato.
Para los representantes de la empresa Eralma, los retrasos se deben a las deficiencias en los expedientes técnicos que los obligaron a solicitar ampliaciones de plazo hasta que finalmente el gobierno regional decidió cortar el vínculo. Esta ruptura no habría sido en los mejores términos, y según ellos, también explicaría el desorden y la ausencia de algunas piezas en el almacén biomédico.
Mientras el hospital Maritza Campos se muestra como un ejemplo de ineficiencia del gobierno regional, a sólo diez minutos de allí la gente padece la precariedad de la atención en el centro de salud Maritza Campos, mientras espera que algún día finalice el proyecto del gran hospital.
Aquí encontramos colas de personas enfermas y embarazadas quienes por horas esperan una consulta y, en algunos casos, atención de urgencia.
Al ser un centro de atención primaria, no cuentan con la suficiente cantidad de especialistas para atender la demanda que presentan.
Durante nuestra visita en Arequipa, continuamos nuestro recorrido sorteando curvas peligrosas y lidiando con la neblina, por 175 kilómetros, hasta llegar a la ciudad de Camaná. Esta localidad costera no es conocida precisamente por su hermosura, sino por sus elefantes blancos. Y uno de ellos es su hospital que continúa siendo una promesa. Esta construcción, que a simple vista parece terminada, no supera el 75% de avance a pesar de que su ejecución se inició en el 2016. Su paralización también nace en el conflicto entre el gobierno regional y la empresa Eralma, socio mayoritario del consorcio Salud Camaná II.
La paralización del hospital es evidente por todos lados. Incluso, observamos detalles que nos muestran un abandono de muchos años.
Además, las deficiencias del plan y ejecución de la obra se pueden observar en detalles tan simples como el material y lugar que se utilizó para ciertos elementos y acabados.
Otra de las características que explica el estado de este hospital son los factores que se priorizaron a la hora de la construcción de este hospital, pero no se tuvo en cuenta algo tan básico, como el agua.
Al final de su gestión, en 2018, la ex gobernadora regional de Arequipa, Yamila Osorio, presentó ante la opinión pública lo que denominó como un inicio de recepción de la obra. Sin embargo, partes vitales de este hospital, como el centro quirúrgico, están muy lejos de estar terminadas.
Se contrastó el centro quirúrgico que se utilizó para las redes sociales y la presentación ala prensa, con el ambiente que no fue acondicionado para ser exhibido y a la vista la diferencia es notoria.
Para la ex gobernadora, su intención real no fue dar a entender que la obra estaba a punto de entregarse. Refirió que “No realizaron inauguraciones ni dijimos a la población que en 3 días estos hospitales entraban en funcionamiento. Hicimos ceremonias públicas porque entraba una gestión enemiga a la mía y corrían el riesgo de ser paralizados. Como efectivamente sucedió, dijo”
Tras su gestión, su sucesor, Élmer Cáceres Llica resolvió el contrato con el consorcio Salud Camaná II. Tras varias negociaciones, se retomó el contrato.
El reinicio de las obras se realizó a través de un laudo arbitral en el que se le otorgó a la empresa 210 días de plazo absoluto para que se culminen. Sin embargo, es algo que evidentemente no sucedió.
Desde Eralma señalaron que las constantes fallas en el expediente técnico los terminaron perjudicando y ellos fueron los que decidieron dar por finalizado el contrato.
En esta disputa, también, los más afectados terminan siendo los pacientes. Según la Consejera Regional de Arequipa, Norma Ortega Valdivia: “La población necesita una explicación y necesita una respuesta a por que en más de 8 años no se ha puesto en funcionamiento esta obra tan anhelada para la provincia”.
Acomoda la almohada y sábanas de su paciente. Este es el trabajo que hace a diario. Todos los días llegan personas enfermas. A veces más, otras veces menos. Actualmente, pocos pacientes se presentan, afortunadamente. Por eso, hoy el doctor Juan Castro tiene suficiente espacio para atenderlos. Pero no siempre fue así. Ante la obra inconclusa del hospital de Camaná y las precarias instalaciones del actual hospital, que cuenta con 70 años de antigüedad, el doctor Castro tuvo que atender a sus pacientes, durante una época, dentro de un terminal.
Así es, durante el 2020, en pleno auge del covid-19, el actual hospital de Camaná colapsó y los médicos tuvieron que acondicionar el terminal terrestre para recibir a las personas que llegaban casi sin aliento de vida.
La emergencia sanitaria en Arequipa es evidente. Por ello, el consejo regional elaboró un informe en el que detectó a detalle los problemas de todas las obras inconclusas. Por ejemplo, el costo de los hospitales de Camaná y Maritza Campos era de 72 y 112 millones respectivamente. Hoy, esa inversión actualizada asciende a 93 y 175 millones. Con la diferencia se podría construir un centro de salud de atención primaria.
El gobernador regional de Arequipa, Rohel Sánchez, señaló lo siguiente: “En nuestra gestión no solo van a ser destrabados sino van a entrar en funcionamiento. Tendrán acceso a la salud… se comprometen en eso… nuestro compromiso es firme y lo estamos evidenciando porque ya tenemos el control de estos hospitales”, señaló.
Esta promesa no es solo un compromiso político. Son palabras que apelan a la esperanza de un pueblo, que con justas razones, ya dejó de creer.