El largo viaje a Perú de una niña y su madre que huyeron de la guerra en Gaza
Watan, hija de padre egipcio y madre palestina que llegaron a vivir a Perú hace 10 años, logró escapar de la guerra en Gaza y reencontrarse en Lima con su familia
Parece una noche normal en la sala de espera del aeropuerto: se oyen esos sollozos de alegría que traen los reencuentros. Las familias graban el abrazo de un padre a esa hija que por fin ha vuelto. Otros esperan con regalos a la esposa que se ausentó por unos días que parecieron meses.
Entre esos besos un hombre acaba de llegar con flores, un peluche y un poco de impaciencia. Se llama Hanzom. En el vuelo París - Lima, que acaba de aterrizar, vienen su esposa y su pequeña hija. A diferencia de los demás, ellas han escapado de un lugar muy parecido al infierno.
Desde hace 40 días Hanzom contiene un abrazo para su pequeña llamada Watan y un beso para su esposa Nesma, a quienes, por fin, ve a lo lejos. Acelera el paso, son los últimos metros de un camino que fue muy largo. Un instante invaluable que la guerra casi le arrebata.
Hanzom y su esposa Nesma se casaron hace aproximadamente 10 años, vinieron a vivir al Perú y aquí, hace seis años, vieron llegar al mundo a su hija, la llamaron Watan.
Hanzom es egipcio y Nesma, palestina. Ella creció en la famosa Franja de Gaza: Un territorio ubicado entre el mar mediterráneo e Israel. Una zona de tan solo 350 km2 de superficie.
Ese lugar es el epicentro de una guerra que conmociona al mundo desde el 7 de octubre cuando el grupo terrorista Hamás, que tiene el control de la Franja de Gaza, cruzó el muro que los separaba de Israel y asesinaron a más de 1200 personas.
Ese siete de octubre, Nesma y Watan estaban en la Franja de Gaza visitando a la abuela de la niña que vive en el barrio de Khan Yunis, una zona al sur de la Franja de Gaza, a 8 kilómetros de la frontera con Egipto.
La guerra empezó, las fronteras se cerraron y una pequeña peruana junto a su madre quedaron atrapadas en Khan Yunis, uno de los lugares más golpeados desde que Israel empezó su contraataque. Los misiles destruyeron edificios completos dejando a decenas de niños muertos y malheridos, por suerte ninguno de ellos fue Watan.
Los ataques a las torres de comunicación hicieron más difícil el trabajo del embajador de Perú en Egipto, José Betancourt y del cónsul Jean Carlo Pedraza, que, con mucha suerte, tomaron contacto con Nesma y su hija para ver la forma de sacarlas de la Franja de Gaza.
Esta semana, mientras Watan y su madre estaban aún en Khan Yunis y los funcionarios peruanos apuraban los últimos trámites. Por el norte, a unos 24 Km., el ejército de Israel avanzaba por tierra y tomaba el control de una parte de la Franja de Gaza.
Israel usó naves aéreas no tripuladas para apoyar los ataques por tierra de las brigadas especiales de la IDF, las Fuerzas de Defensa de Israel.
Los terroristas de Hamás también han publicado videos. Esta muestra una emboscada contra militares israelíes.
A pesar de estas respuestas militares, el ejército de Israel sigue ganando terreno en Gaza. Los ataques son fulminantes, basta que identifiquen a quien consideran es un terrorista para lanzar un misil que puede destruir un edificio completo.
El avance por el norte del ejército de Israel ha obligado a que miles de palestinos abandonen sus casas y vayan caminando hacia el sur, a la frontera con Egipto. Los pocos que se quedan comen gracias a la ayuda humanitaria o a la suerte. La desesperación de estos niños también lo sintió la pequeña niña peruana Watam. Niños que no conocía, algunos de religión musulmana y unos pocos cristianos, pero todos con hambre.
Pero en medio de la desgracia, llegó una buena noticia para la niña peruana. Por fin, el papeleo para sacarlas de Gaza había terminado. Se desplazó con su madre desde Khan Yunis hacia la zona de Rafah en la frontera con Egipto.
Iban dejando la guerra que se intensificó en el norte donde el ejército de Israel ha encontrado cerca de 100 bocas de túneles. Uno fue hallado, según ellos, afuera de la casa de un terrorista.
Israel considera que Hamas usa parte de los hospitales para esconder armamento y rehenes. La evidencia que han mostrado es este ambiente dentro del hospital Al-Rantisi.
Para el mayor del ejército israelí, Roni Kaplan, el uso de hospitales descalifica a Hamás ante la comunidad internacional.
En Shifa el ejército israelí ha encontrado dos túneles y sospecha, por información de inteligencia, que debajo funciona un importante centro de operaciones de Hamás.
La incursión del ejército israelí en el hospital obligó al traslado de bebés recién nacidos a otras salas del nosocomio. Pequeños que no tienen la misma suerte que Watan, que a 30km de ahí, en la frontera con Egipto, se encontró el lunes por la noche con dos peruanos que la salvaron.
Los permisos del gobierno egipcio sólo les permitía estar 72 horas en ese país. Enrumbaron rápidamente a París. Unas horas después, entre los besos y sollozos Hanzom se apura para recuperar, eso que tanto se valora en una sala de espera del aeropuerto: la familia.
También esperaba a Watam su madrina Imam, la mujer que la vio nacer y que hace unas semanas lloraba desesperada por la niña que hoy mira con la misma alegría de aquel día que Watan llegó a su vida.
La escena del aeropuerto es contraria a lo que deja atrás la niña peruana. Israel ha tomado el control de gran parte de la zona norte de la Franja de Gaza y avanzan con cautela.
El precio de esos territorios ganados es la muerte. Hamás también pública videos de sus ataques a las tropas de Israel.
Sobre todo, luego de, esta semana, perder la sede del parlamento donde operaba Hamás y otras infraestructuras de uso político.
Las víctimas del enfrentamiento son los civiles heridos y fallecidos. El gobierno de Gaza informa de al menos 13 mil muertos desde el inicio de la guerra, entre ellos 5 mil 500 niños. Otros pequeños están heridos o escapando junto a sus familias como lo estuvo Watan.
La vida de esta pequeña no cambiará mucho. Israel ha entregado comida, agua e incubadoras para los hospitales, pero eso no significa que cesarán en la búsqueda de terroristas.
Por esa razón la historia de Watan que ahora está junto a su familia rumbo a casa es una pequeña historia de esperanza, ante una realidad sombría: miles de familias israelíes y palestinas a las que la muerte les arrebata de sus manos a los que aman.