Hoy:

    Jaime Villanueva: La "punta del iceberg" del caso que señala a la Fiscal de la Nación como cabecilla de una red criminal

    Los entretelones de la Operación Valkiria V que señala a la Fiscal de la Nación como cabecilla de una presunta organización criminal enquistada en la cúpula del Ministerio Público

    Video: Cuarto Poder

    Esta es una persona desconocida, pero clave en la historia que vamos a contar. El guardián del piso 9 de la sede principal del Ministerio Público.

    El hombre que, sin pedirlo, fue testigo de cómo la policía utilizaba la fuerza para romper las puertas de las oficinas más exclusivas y herméticas de esta sede, ubicadas a sólo unos pasos del despacho de la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

    El lunes 27 de noviembre a las 4 de la madrugada, el apacible trabajo de Junior Vivar se vio trastocado por completo.  De repente, estaba en medio de una operación policial del equipo especial contra la corrupción en el poder que apuntaba a la cúpula de la Fiscalía de la Nación como presunta organización criminal.  

    Este golpe, sin embargo, no es el inicio de la historia. Todo comenzó ocho horas antes.

    Es domingo 26 de noviembre, 8 y 46 de la noche. De los ascensores privados salen la máxima jefa del Ministerio Público Patricia Benavides y un hombre que parece ser su seguridad personal.

    En seguida aparece el guardián Junior Vivar quien al ver a Benavides llama por una línea interna para avisar a sus superiores. Vivar registró en su cuaderno el ingreso de la máxima jefa después de la llegada de los fiscales Elmer Ríos y Wilfredo Avellaneda, coordinador de las fiscalías especializadas en lavado de activos.

    Esa noche, aparentemente alertada de lo que venía, Benavides citó a sus asesores y fiscales de mayor confianza para tratar de amortiguar el golpe de la Operación Valquiria V.

    Sobre las 9 de la noche también se ve llegar al fiscal superior Daniel Jara, quien según el cuaderno de ocurrencias estuvo cinco horas con Benavides y salió recién a las 2 de la madrugada, como se ve en las cámaras de seguridad del piso 9 de la fiscalía.  

    A las 9 y 31 de la noche ingresa Miguel Ángel Girao Isidro, uno de los tres asesores de Patricia Benavides implicados en una presunta red criminal con tentáculos en el Congreso de la República. Girao, de pantalones blancos, polo celeste y mochila en la espalda ingresa por una puerta con código de seguridad.  

    Girao es un viejo amigo de la familia de la Fiscal de la Nación. Trabajó codo a codo con su hermana Rosa Benavides en su gestión como presidenta de la corte superior de justicia del Callao.

    En la reunión también estuvo la fiscal superior Marena Mendoza Sánchez, recién nombrada por Benavides en reemplazo de Rafael Vela como cabeza del equipo de fiscales del Caso Lava Jato.

    Esa madrugada, Patricia Benavides y su círculo de confianza decidieron la remoción de su asesor Jaime Villanueva y la fiscal Marita Barreto, quien a esa misma hora afinaba los detalles de la intervención policial a su propia institución. Con la decisión tomada, Benavides y compañía iniciaron la retirada.

    A las 3 y 51 de la madrugada, la Fiscal de la Nación abandonó su despacho 9 minutos antes del inicio de la operación Valquiria 5 que la pone como líder de una presunta red criminal.  

    Benavides, junto a su incondicional asesor Miguel Girao, se va con un folder en la mano y su pequeño morral cruzado en el cuerpo. Ambos coordinaron hasta el último minuto antes de despedirse con un beso en la mejilla.  

    Mientras Patricia Benavides bajaba por los ascensores y se iba en su vehículo oficial, el Equipo Especial contra la Corrupción del Poder llegaba a la sede del Ministerio Público.

    Ya en el piso 9 los agentes fueron en busca de la oficina del entonces asesor principal de la Fiscal de la Nación, Jaime Villanueva Barreto, mientras que otro equipo iba a su casa de La Molina en busca de detenerlo.

    Agentes de la policía registraron todos los ambientes de la casa, pero Villanueva ya se había ido.

    La hipótesis fiscal señala que Villanueva se coludió con congresistas para conseguir votos a favor de los intereses de su amiga y jefa Patricia Benavides.

    Por los chats de WhatsApp y audios que se le descubrieron a Villanueva era vital entrar a sus computadoras, pero coincidentemente en su oficina no había ningún equipo de cómputo. Mientras los agentes buscaban hasta debajo de las piedras, a esa hora Jaime Villanueva, todo indica alertado del operativo, se internaba en una clínica de Surco.  

    De regreso al Ministerio Público, el guardián Junior Vivar trataba de recordar a las personas que trabajaban en los otros ambientes.

    La medida judicial aprobaba, además, el allanamiento y descerraje de las viviendas y oficinas del asesor Miguel Ángel Girao Isidro y el coordinador parlamentario Abel Hurtado Espinoza.  

    El ambiente que incluía frigobar y cafetera parecía conservar el olor del asesor Miguel Ángel Girao quien había estado ahí minutos antes.

    Mientras aquí registraban su oficina, otro grupo de policías allanaba su vivienda en El Agustino, pero Girao recién apareció con la luz del día.  Vestía la misma ropa con la que, horas antes, se le había visto en el piso 9 del Ministerio Público.

    A esa misma hora, agentes de la DIVIAC iban también a la vivienda de Abel Hurtado en Jesús María.

    Hurtado trabajaba en una oficina asegurada con doble cerradura y codificador de acceso.

    Al interior se encontraron dos ambientes separados por una mampara de vidrio, y en cada uno, cuatro escritorios.

    En esta oficina se incautaron cuatro CPUs. Se incautó cerca de 2000 soles en billetes de 200, 100 y 50, documentos con cuentas en dólares y soles.

    Además, se evidencia que se intentó se intentó eliminar un informe de la Autoridad Nacional de Control ligado a la fiscal Marita Barreto y el borrador de su remoción.

    Ese borrador dejaba en blanco el nombre del fiscal que iba a ser nombrado nuevo coordinador; es decir, aún no tenían el nombre.

    Ahora, Benavides buscaría poner en ese lugar a alguien afín. El último martes, se nombró al fiscal Daniel Jara, uno de los que se reunió con Benavides la madrugada del lunes pasado. Sin embargo, Jara decidió no asumir el encargo de reemplazar a Marita Barreto. Tampoco aceptó, previamente, el fiscal José Miguel Cuya.

    Por su parte, la fiscal Barreto ha presentado una acción de amparo ante el Poder Judicial en busca de regresar como coordinadora del Equipo Especial de Fiscales contra la Corrupción y terminar lo que ya comenzó.

    Y mientras se terminaba el operativo Valkiria 5 en la sede principal del Ministerio Público, el exasesor Villanueva caminaba esposado rumbo a la sede de la Dirincri. Llevaba un polo negro con la cara del Zambo Cavero y un problema grande apartado de su búnker.

    Villanueva, conocido como el filósofo por su profesión, ha procurado mantenerse amarrado al poder.

    En 2004 llegó al MP con la Fiscal de la Nación Adelaida Bolívar. En la gestión del fiscal supremo Pablo Sánchez trabajó como su secretario general y gerente de la escuela del Ministerio Público donde salió salpicado por varias denuncias. Cuando Pedro Chávarry fue elegido fiscal de la Nación, pero todavía no juramentaba Villanueva, hizo gestiones indebidas con la Fiscalía de Brasil a espaldas del propio Sánchez.

    Hoy ha caído en desgracia. Jaime Villanueva es la punta de un iceberg que por todos los medios posibles no se quiere derretir.