Hoy:

    El huaico que arrasó a cuatro poblados y desapareció a familias completas en las alturas de Arequipa

    Secocha, un enclave de la minería informal, ha quedado devastada por un huaico que dejó a su paso 17 fallecidos y más de una docena de desaparecidos

    Video: Cuarto Poder

    Nuestra primera parada fue en la base de la FAP, ubicada junto al aeropuerto de Arequipa, donde cada minuto era vital para descargar las donaciones que tenían como destino la zona del desastre en las alturas del centro poblado de Secocha ubicado en el distrito de Nicolás Valcárcel a seis horas de Arequipa.

    De allí viajamos hasta la base aérea de La Joya, donde abordamos un helicóptero del ejército que debía llevarnos hasta Secocha, el lugar de la tragedia.

    Como vemos cajas de atún, cajas de galletas y más adelante cajas de agua. Nosotros hemos tenido que parar aquí en el distrito de Ocoña por el mal tiempo y no podemos llegar a Secocha, vamos a seguir, pero por tierra.

    Conforme se avanza hacia Secocha, se puede ver el impacto del huaico. Cientos de piedras cubrían uno de los carriles, había que ir con cuidado.

    Tras varias horas de recorrido, llegamos a Secocha, uno de los más grandes centros de extracción de oro del Perú. Un asentamiento humano de más de 12 mil personas instalado a lo largo de una quebrada donde el Estado casi no existe y se impone la ley de los mineros informales e ilegales. Hoy sus calles evidencian el impacto de una verdadera tragedia.

    Si bien la magnitud del desastre se ve en las calles de Secocha, el mayor impacto del huaico había sido en las zonas altas de la quebrada. El objetivo era llegar a cuatro poblados que había sido arrasados por el agua y el barro. 

    Subimos junto a un grupo de rescatistas por una de las irregulares calles de Secocha, a cada paso el sonido de los motores se combina con los llamados quimbaletes que a pesar del desastre no paran de moler la piedra en busca del preciado oro.

    Leysi Palli tiene apenas 23 años, logró escapar del huayco junto a su pequeño Anderson de 4 años. Leysi ha perdido todo, junto a más de cincuenta familias que viven como pueden al interior de chozas en la zona de Antena, ubicada en una zona alta de Secocha.

    Al igual que Leysi, estas familias se acomodan como pueden, han perdido todo y solo les queda esperar que la ayuda que llega a diario a Secocha, llegue también a esta zona.

    Nosotros debemos continuar subiendo por esta empinada ruta donde el desfile de camionetas de los mineros informales no se detiene. Luego de 1 hora de viaje, llegamos al centro poblado de San Martín ubicado en la cabecera de la quebrada fue el primero en recibir el impacto del huaico.

    Seguimos el accidentado camino por el cauce del huaico, recorriendo con cuidado la quebrada acompañados de un grupo de rescatistas de la policía y de Marcelino Neira, quien a sus setenta años conoce a la perfección este camino hacia Posco Misky.

    A cada paso, somos testigos de esa devastación que ha dejado cientos de casas destruidas.

    Junto a Agustín quien tiene que ser contenido por el dolor que lo embarga, encontramos a Mercedes Bolívar quien desde hace 18 años vivía en Posco Misky, junto a su esposo y sus tres hijos, tenía una bodega y su casita, pero hoy lo ha perdido absolutamente todo.

    Bajamos por la quebrada, registrando el violento impacto de la masa de lodo y piedras en toda esta zona, donde ante la ausencia de las autoridades, son los propios mineros informales quienes se organizan para intentar recuperar algo entre los escombros.

    Seguimos cuesta abajo, surcando este escarpado camino. Frente al trabajo de los rescatistas, los rostros de incertidumbre y ansiedad se combinan a la espera que el cuerpo que están a punto de rescatar ponga fin a esa desesperante búsqueda.

    Diecisiete personas fallecidas, diecisiete cuerpos rescatados desde el pasado domingo muchos de ellos aún permanecen sin ser reconocidos, ni reclamados por sus familiares, describen la tragedia vivida en las alturas de Arequipa, donde por estos días la fiebre del oro ilegal ha sido opacada por la furia de miles de toneladas de agua y lodo.