Tren de Aragua: Facciones delictivas se aliaron por el control de la explotación sexual en el Perú, según la PNP
El grupo de Los Gallegos del Tren de Aragua y Los Tigerones descartaron sus enfrentamientos entre sí por el control de las plazas de la explotación sexual en la capital. Ahora, la Policía ha identificado a sus miembros
Los Gallegos del Tren de Aragua han formado una alianza con nada más y nada menos que los Tiguerones del Ecuador. Específicamente en la trata de personas y en el pago sistemático de cupos a trabajadoras sexuales que son sometidas a crueles torturas en medio del cautiverio más inhumano.
Desde que empezaron a descarrilar a sus muertos, desde que empezaron con la marcha sin retorno al traer a jóvenes para la prostitución. Cuando no había más adversarios ni cúpulas criminales peruanas que le hagan frente. La facción que se convirtió en su más poderosa arma en toda la región de Sudamérica hoy necesita de aliados.
Sí por un lado los gallegos del tren más temido y por el otro los Tiguerones de Ecuador. Dos mafias que se declararon la guerra por el control de las plazas en nuestro país, pero las heridas de estas mentes tan salvajes las relame un pacto de no agresión por el momento.
A nuestro pesar hemos sido testigos de todos sus crímenes, el sello criminal proveniente de Venezuela, se aseguró en distribuir todo un mapa limitando sus territorios. Nadie podría ingresar ni siquiera pensar en cobrar cupos, la única respuesta la ráfaga de la muerte.
Pero los rugidos de los felinos que todos temen avanzaron sigilosamente por distribuir a ciudadanas ecuatorianas. Hasta que el 19 de febrero del 2022, la pólvora de los gallegos alcanzo su mensaje más perturbador en pleno jirón Zepita una escena con 28 casquillos de bala.
Con tal muestra de poder de fuego, los Tiguerones tenían que reagruparse, en esos momentos no podían hacerle frente a los gallegos. Enviaron cruzando nuestras fronteras a uno de sus más prontuarios cabecillas, armando Dario Guevara Mejia.
En los exteriores de uno de sus refugios da las órdenes que tendrían que seguir sus sicarios. Alquilaba vehículos para ver las zonas de su preferencia, incluso con menores de edad. Mientras las juergas no podían faltar con el exceso de alcohol y las drogas al gusto.
En Los Olivos, la policía no pudo dar con su captura, pero sí a su lugar-teniente Williams Pibaque Quiñonez, las muletas que no puede esconder tanto como la herida de guerra contra Los Gallegos. Refrigeradora repleta de kilos de marihuana para su venta al menudeo y los tatuajes de sus más feroces seguidores de Los Tiguerones que evocan a la memoria del que todo lo acecha desde ecuador, William Alcivar Bautista, el comandante Willy.
Cuando pensábamos que no podían liberar dos frentes, Gallegos bien atrincherados y una policía que no se cansaría de capturarlos. En pleno Jockey Plaza. Avanza con un guardespalda, comprando celulares con la ropa más exclusiva. Marcado con sus sellos que lo revisten como el número uno de la mafia Tiguerona. Jhonatan Israel Torres Zamora, esposado y sin poder cumplir su misión encomendada en la trata de personas. Era eliminado del organigrama más sanguinario por detectives policiales.
Hoy la historia revela que en estas organizaciones criminales no hay códigos, no hay más rivalidades ni sed de sangre. Si de llenar sus bolsillos se trata. Una nueva alianza que pone en evidencia la división de homicidios de la Dirincri. Ya no hay más armados ni séquitos de fuertes Gatilleros, todos están tras las rejas. Su rostro solo muestra que perdió poder, plazas, dinero, armamento y respeto.
El lugar del que habla el coronel Victor Revoredo, no es más que una ya conocida guarida, una caleta de lo clandestino que funge también como casa de acogida para el reclutamiento de cientos de mujeres que serán puestas a merced en el despojo de su dignidad.
Una bienvenida cargada de eternos lamentos, sin que eso haga titubear a los más decididos y mimetizados hombres del orden. Mujeres hacinadas en cada cuarto y sometidas a las más crueles torturas.
Graban a sus víctimas, amarradas de pies y manos. Ensangrentadas por los repetidos golpes. No hay nadie que pueda burlarse de los cachaquitos y los intentos de fuga se frenan con más violencia. Pintan las paredes incluso en el baño, no habrá momento ni lugar donde no se sienta su presencia. Todos tienen que estar a una sola voz.
El hampa les provee armas de fuego y municiones, cuchillos ya afilados para las amenazas y lo más impactante, un sinnúmero de dinamitas listas para prender mecha y ser lanzadas al primer policía que intente cruzar sus puertas.
El rescate fue todo un éxito para aquellas mentes que tapan confundidas lo que será su destino. 15 mujeres liberadas de su cautiverio. Los soldados de la muerte contra la pared son llevados a que cumplan con la justicia.
No importa si eres Gallego o Tigueron que unen fuerzas cargadas de planes siniestros para el Perú. Mientras clausuran una vez más lo que muchos peruanos avalan cuando alquilan sin siquiera pedir un solo documento.
A 17 kilómetros de este hospedaje, en la avenida universitaria de San Martín de Porres, se encuentra otras tierras, hoy también en disputa. Lince no es más que un distrito tomado por los tentáculos del crimen. Justamente la plaza más codiciada por los gallegos donde las discotecas, hoteles y bares desbordan. La ayuda de los Tiguerones sería indispensable. Porque los Hijos de Dios del mismo Tren de Aragua no les darían carta libre.
Todos lo conocen como caracas, una voz ronca y despreciable que sometía a menores de edad para los lujos que se acabaron cuando piso Ancón 1. Desde la cárcel fue centrado para tomar el control de las plazas de Los Gallegos. Toda una experiencia criminal que lo mantuvo operando, incluso privado de su libertad.
Fueron estos audios que sacaron todo el fresco de su actividad ilícita. Requisa seguida de celulares con las cámaras tapadas, chips y cuadernos con montos y números. El último 11 de noviembre el Inpe finalmente resolvió su traslado.
En Lima, sin nadie que sepa manejar, los hilos caen como moscas, en operativos diseñados contra el crimen organizado. Sujetos que no pueden escapar de la ley y sus rostros están debidamente reconocidos.
Gallegos, Tiguerones, hijos de dios, puros hermanos sicarios o como pretendan llamarse, podrán esconderse en cualquier rincón del país, contar con todo un arsenal de armas de fuego y dejar ofrendas a la mismísima santa muerte. Pero la verdad que siempre los embarra avanza con el tiempo que les queda.